Secreta música

Las liderezas de La Bobada Literaria tenemos que admitirlo: esta semana la empezamos asustadas. Aunque en España no fue lunes festivo, hemos estado haciendo todas las investigaciones pertinentes para averiguar qué pasó con los escritores que, la temporada pasada del Desafío Literario, terminaron en el pabellón de quemados Carlos Gaviria. Los doctores que tenían a su cargo el cuidado de Jaime Espinal, Gabriel Ruiz-Navarro, Santiago Gamboa, Efraím Medina y Mario Mendoza fueron atacados por un desconocido que en la recepción del hospital se anunció como el DMG de la literatura. Al despertar, los galenos encontraron que los escritores –que aún no se recuperaban del todo de sus quemaduras– habían desaparecido. Hemos estado indagando por el paradero de nuestros ex concursantes y sólo hemos logrado hallar como indicio de la peligrosidad de estos personajes el siguiente texto, cuya autoría (e imagen) es atribuida a Efraím Medina:

Te pienso, nena. Suspendido en el aire tibio de este atardecer, a ti baby. Tocando en el aire delgadas cuerdas, dando lugar a una secreta música. Te he susurrado al oído las palabras de un blues que atraviesa mi alma, mis huesos, mi deseo. Imagino tus labios y me dejo ir. Mis dedos se deslizan en el vacío hasta tu piel y mi voz se hunde en tu cuerpo, mis dedos inventan caricias y arden en la oscuridad. Sabes bien que te extraño, que el tiempo huye inexorable y la vida es la posibilidad de encontrarte. Todo esto sucede adentro, mi mente es un bosque de ansia, soy el amante invisible. Estás allí, leyendo está línea. No te muevas, no respires, quédate en mí un instante. Abre ligeramente tus piernas y tus labios, siente el calor, la ausencia, las ganas salvajes de besarte hasta el fin de los tiempos. No te muevas, amor. Déjame penetrar lentamente tu elemento profundo y siente el calor de mi verga en tus entrañas, la humedad que te inunda hecha a la medida de mi sed. Siente mis manos aferradas a tus nalgas, mi boca quemando la tuya. Y me hundo en ti una y otra vez, amor. Soy el amante invisible. Nena, no te muevas. Tu olor es una droga profunda. Amor mío, cien mil paredes no han sido suficientes para evitar que llegue a ti mi íntimo clamor. Soy el demonio que roza tu alma y tu eres el más bello de mis infiernos.

Este reguetón en prosa nos hace temer lo peor, así que solicitamos a nuestros bobos lectores que nos brinden cualquier colaboración para saber dónde están los ladrones, perdón, los escritores.