Ayer no fue un domingo cualquiera para los miembros y miembras de
La Bobada Literaria. Mientras las niñas preparábamos una frugal cena mediterránea, recibimos en nuestro impredecible correo electrónico un texto que nos sorprendió gratamente: justo cuando estábamos pidiéndole al cielo que nos iluminara con alguna idea para el post de hoy, Dios, en su enorme grandeza, nos puso en el camino a un fiel lector que nos hizo la tarea. No es por pereza de escribir otra cosa que lo publicamos, es porque gracias a Leonardo Nosikov –como firma el autor de marras– podremos ascender de viles redactoras a editoras. Así que prepárate, Camilo Jiménez, porque aquí venimos nosotras con menos barriga y más cerebro a quitarte el puesto del editor más borracho de Colombia. La oportunidad sirve, además, para lanzarnos a la digestión cultural como las nuevas cazadoras de ta lentos literarios –en tu cara, Pilar– y para invitar también a quienes quieran publicar sin palanca a que envíen sus bobadas y llenen nuestras páginas mientras nosotras nos llevamos los aplausos.
En cuanto al texto que presentamos a continuación, aunque no le vimos la cara, podemos decir que 8000 está gratamente sorprendido por el relato: nunca calculó que se convertiría en cuestión de meses en el mejor artista contemporáneo de todos los tiempos. Por otra parte, aclaramos que, desde enero, 8000 es el único que atiende nuestras oficinas en el moderno edificio de cristal del Parque de la 93, lo que significa que está metiendo viejas a la oficina o que su novia se instaló sin nuestra autorización. No siendo más, les dejamos esta joya de la narrativa contemporánea.
Un fan enamoradoDebo confesar que siempre he tenido fascinación por los hombres con psicologías bizarras, no sé si es porque tengo tan poca vida personal que dejo volar mi cabeza suponiendo lo que pasa por la cabeza de los demás, o tal vez porque me gustan las causas perdidas.
Así fue como 8000 entró en mi vida y, desde que supe de su retrovanguardista existencia, no pude dejar de fantasear con él. Sus ponencias, sus instalaciones, sus opiniones, sus aventuras… todo ese conocimiento pseudo empírico me ha llevado en repetidas ocasiones a besar las paredes donde él hizo la poco conocida intervención OrinArte (basada en la cultura de la Orinoquía) y a buscarlo entre las estatuas de la Jiménez con 7.
Leyendo y releyendo las diferentes entradas y salidas del blog para el que trabaja, un día pude concretar una manera para conocerle. Debía entrar al edificio de cristal de la 93 y, una vez en las oficinas, bloquear al celador con una bolsa de café Águila Roja, derribar a la gorda de los tintos con una caja de Garotos, engatusar a las bobas redactoras con la aversión cinematográfica de
Ilona llega con la lluvia y robarme el teléfono celular de 8000. Así, cuando él llamara a ofrecer recompensa por el aparato, yo tendría mi primera cita con él.
Mi plan fue muy sencillo de ejecutar. Fui a la oficina de Planeación Distrital y, disfrazado de obrero, dije que Samu El Moreno, me había enviado por los planos subterráneos de la zona del Parque de la 93 porque ahí quería construir una estación del Metro. Luego de obtener los planos y 2.000 millones de pesos para la investigación de terrenos, seguí con mi plan.
Aprendidos los planos de memoria (y especialmente las cañerías), me fui gateando por toda la ciudad, trepé por el sistema de aguas servidas y luego al sistema de ventilación electroacústica del edificio de cristal. Una vez en el lobby me sorprendí de no ver al celador ni a la gorda de los tintos, lo que me alegró, porque me había comido los Garotos y no quería quedar mal con la señora. Finalmente llegué al piso donde quedan las oficinas y, al entrar, estaba todo vacío. No me percaté de que era domingo, así que volví a las cañerías y, de regreso al apartamento, pasé por la zona T, pero la cantidad de SSS y otras letras de Villegas Editores, me obligó a tomar desvío.
El lunes me anuncié con el celador y encanté a la gorda con un
Coffee delight. Cuando vi a las bobas redactoras (que dicen vivir en Barcelona pero claramente no conocen ni Sibaté), saqué la película en VHS con los comentarios de Bernardo Hoyos y Diana Rico en
Cine arte y, estando a punto de entregarla, miré por la ventana hacia el espacio interior del edificio y lo vi.
Mi corazón paró de latir, guardé la película en mi chaqueta, bajé las escaleras termosensoriales del edificio de cristal y encontré a 8000 sentado en el puentecito del jardín Zen, con una improvisada caña de pescar, diseñada exclusivamente por su brillantísima mente.
Me presenté y le dije que era su más grande admirador. Él me miró un poco extrañado y volvió su cara al agua. Le pregunté que qué hacía, me respondió que había invitado a almorzar a las bobas literarias y que, como no tenia Plata, trataba de sacar la única cachama que habían dejado los arquitectos en el lago para preparar sushi.
Hablamos de todo un poco, de su arte y de miarte, pero me dijo que no iba con esas prácticas tan europeas. Hubo un silencio extraño y pude analizarlo bien: su pelo enrolado, el corbatín como de primera comunión, la camisa a rayas y las manillas de Juan Valdez me dejaron entrever su sencillez, su luz, su todo. No pude contenerme y le dije que lo amaba y que estaba perdido en él.
Él se sonrió y me pregunto si era gay. Le dije que sí y que me parecía raro, porque todos los gays que había conocido siempre me preguntaban lo mismo. Él me dijo que yo no parecía gay, sino lesbiana, por la manera como lucía y, a modo de prueba, me preguntó cuál era mi mayor sueño en la vida; le respondí que casarme vestido de blanco al atardecer en Cartagena, como todas las presentadoras de RCN y, ante la imposibilidad de tener hijos, adoptar un gato o comprar un niño malawi, como Madonna.
Me destruyó la vida diciendo que él no es gay, que incluso tiene novia y es una mujer muy importante. Luego dijo que a lo sumo podría ser bisexual político como Piedad Córdoba y propuso un aporte artístico-funcional a la comunidad, entablillando todo Theatron, poniendo ollitas con agua caliente y eucalipto, además de ambientar con música de artistas de la talla –XS a XL–, de Shakira, Juanes, Trópico Esmeralda y Naty Botero. Esta gran obra se llamaría “Saunatron”.
Fue bonito ver en vivo el proceso creativo de un gran artista, sobre todo porque lo amo, pero luego me invadió la tristeza al tener que aceptar que él nunca me amará.
Cuando pudo sacar la cachama del lago y empezó a cortarla con una piedra afilada que cargaba atada al pantalón, me comentó sobre la creación de arte con la participación de toda la comunidad, divagó un poco sobre su gran amigo Spencer Tunick y de sus fotografías con miles de personas desnudas y todo lo hilvanó de manera genial, invitándome a participar en la versión de CagArte 2010, haciendo una demostración encima de un bonsái de tomate cherry. Luego me invitó a hacerlo ahí mismo. Así que busqué la caja de arena antiestrés, di un par de vueltas buscando el sitio donde me sintiera más cómodo e hice mi aporte al arte colombiano.
8000, bastante sorprendido, me felicitó. Dijo que no había visto un aporte tan grande a una de sus iniciativas artísticas desde la última bienal de fotografía del MAMBO, donde le habían regalado el 5125 que ahora tenía y con el rastrillo trazó un circulo alrededor de mi obra; propuso, que la dejáramos secar al sol, luego él la guardaría y en un par de meses todos los aportes serían transportados hasta el Palacio de Nariño, donde planea hacer la retrospectiva de las ediciones anteriores de CagArte, aprovechando que es en ese palacio donde se han generado otros grandes aportes (como el mío) a la cultura.
Como estaba deprimido, regresé a las cañerías y cuando iba por los lados de la Universidad Pedagógica, una de esas nuevas tribus suburbanas (que se hace llamar “venezolanos”), cantaban una vieja canción de sus más altos representantes musicales: Servando y Florentino. Llegué al apartamento, la busque en Ares y no he parado de cantar:
“Una fan enamorada,
es una lágrima besando una sonrisa,
es la que llena su pared con fotos tuyas,
es la que vive como tú, de la poesía.
Una fan enamorada,
está esperando tu atención y tu mirada,
y le confiesa su pasión por ti a la almohada,
es la que te ama aunque tú
No sepas nada…”