martes, 21 de diciembre de 2010

Las bobadas de 2011

El año de la bobada ha terminado y, como nos pasamos con la novena –que es la botella que antecede a la décima–, no alcanzamos a preparar nuestra última encuesta antes de irnos a seguir con nuestras vacaciones obligatorias no remuneradas –conocidas popularmente como “desempleo”–, pero esta vez desde alguna población diferente a la bella capital de Colombia, donde nos asolearemos para conseguir el bronceado que, por fin, nos ponga en la portada de SoHo.

Sabemos que para ustedes es difícil vivir sin nosotras (con alas) pero abandonaremos la bobada hasta algún día de mediados de enero, cuando nos aburramos de hablar bobadas en lugar de escribirlas. Antes de irnos, y como ya es costumbre, vamos a dejar abierta una deliciosa encuesta para predecir los hechos más importantes del próximo año con la siguiente pregunta:

¿Cuál cree que será la mayor bobada de 2011?

- El 99% de popularidad de Juan Manuel Santos. El 1% restante son los falsos positivos.
- Shakira y Juanes arrasando en los Grammy Latinos, los únicos premios más irrelevantes que los Shock.
- La explosión de la otra teta de Laura Acuña.
- La elección de Uribito en la Alcaldía de Bogotá.
- El grado de bachillerato por radio de Armando Benedetti.
- El lanzamiento de la película de Natalia París protagonizada por Marbelle. O viceversa.
- El Nobel de literatura para Santiago Gamboa.
- La entrada a Twitter de @tutrina.
- El premio a Mejor twittero del año para @AlvaroUribeVel.
- El asilo de José Obdulio.
- El libro de La Bobada Literaria.
- Las nuevas crónicas del periodismo petardo.

Votar es más fácil que creer en Santos, así que sólo vayan a la esquina superior derecha y pierdan su tiempo en esta época destinada para perder el tiempo. Y El Tiempo. Nos veremos el próximo año si la lluvia lo permite.

viernes, 17 de diciembre de 2010

La gala de los Premios La Bobada Literaria 2010

Colombia entera estaba paralizada en espera de la entrega de los Premios La Bobada Literaria 2010, el evento que reconoce que en este país no hay nada que reconocer –mucho menos cuando a uno le dan inmunidad diplomática–. En una noche llena de galas –como Marbelle y el director de Estilo RCN–, la terraza del bar-restaurante-museo-puteadero-kitsch-terraza Gustavo Carne de Pavo abrió sus excluyentes puertas para darle cabida al show de apertura a cargo de Nasty Botero. Después de ese momento, los asistentes no pudieron hacer otra cosa que vomitar y aplaudir a los ganadores de esta premiación, en la que 1024 de nuestros bobos lectores votaron para elegir lo más bobo de Colombia.

El premio emo a lo más triste de la televisión se lo llevó la teta explotada de Laura Acuña que recibió en persona la teta desinflada que le entregamos a manera de estatuilla. El único que protestó contra la bigornia de la televisión fue José Obdulio, que llamó enfurecido desde su exilio en Suiza para decir que él era un político serio, recio y recto y que, por tanto, merecía este premio mucho más que la presentadora. Porque este es un país de varones.

Desde su BlackBerrinches, y a pesar de encontrarse en el lugar, Francisco Santos nos envió un mensaje agradeciendo el premio La WC a lo más detestable de la radio, recordándonos que seguirá dando lo mejor de sus conocimientos periodisticos (así, sin tilde) hasta que toda Colombia sea un basurero que él se encargará de seguir barriendo, así sea sólo en encuestas como esta, en la que obtuvo un 61% de los votos.

El premio Oscar Golden al etselente cine colombiano se lo ganó Sin tetas no hay paraíso, que le dejó claro a la industria que la gente no se aburre de ver la misma historia: novela, telenovela, telenovela de Teleinmundo y próximamente musical.

El premio Waka Waka al talento musical estuvo muy reñido: con apenas cuatro votos de ventaja, el Coliseo El Campín se impuso sobre Shakira gracias a sus cualidades acústicas, dignas de un inodoro, y a los precios cada vez más ridículos que cobran los organizadores de conciertos por hacer que hasta la banda más experimentada suene peor que Don Fetto.

Lleno de orgullo, Héctor Abad Facholince agradeció a Ingreed Betancourt por el Premio Bobel de Literatura, el único premio literario que su sosa pluma podrá conquistar. El mismo escritor con cara de tía volvió a la tarima unos minutos después para recibir una bofetada por la bobada del año, que se ganó la demanda de Ingreed al Estado. Mientras tanto, Juan Carlos Ortiz se empeñaba en hacer la primera crónica de la gala de unos premios escrita desde un iPhone.

Con un 79% de los votos, los hermanos Moreno Rojas recibieron el premio Guggenjaime Cerón a las artes por convertir a Bogotá en una instalación de instalaciones con un claro discurso apocalíptico.

Después de ellos, los hermanitos Uribe Moreno –que no son primos de los Moreno Rojas– recibieron la manilla tricolor que simboliza la Beca Foolbright al benefactor más ladrón. Dijeron que van a reciclar este premio. Andrés Felipe Arias, que obtuvo el segundo lugar en la votación, aseguró que se esforzará para ocupar el primer puesto el próximo año, y que para lograrlo se lanzará a la alcaldía de Bogotá con la promesa de expropiar a los tenderos para darle sus negocios a supermercados de cadena que sí tengan cómo administrarlos.

En una de las votaciones más reñidas, el parásito del periodismo Daniel Samper Ospina (conocido por sus amigos como The Real Ramoncito) trinó de emoción al recibir el único premio que se merece: el Isabella Santodomingo al intelectual del año, entregado por la mismísima @isasan y consistente en una suscripción a la revista Carrusel.

La demanda de Ingreed al Estado fue considerada por nuestro público la gran bobada del año, y la ganadora agradeció su premio simbólico desde Francia –como ya dijimos, a través de Héctor Abad– diciendo que nos iba a demander. Uribe, en el segundo puesto, escribió en Tweeter: "Una vrgnza q no rcnzcn ls lgrs d SgrddDmcrtk. Ls voy dar cara, mariks".

Antes del final de la noche, los músicos de Boba Estéreo dieron un espectáculo digno de los Premios Shock, en el que no se escuchó nada pero todos gritaron porque esa banda es lo más cool que le ha pasado a la música colombiana desde Pastor López.

Después de ellos, se entregó el premio José Galat a toda una vida de bobadas, recibido personalmente por el alcalde de Bogotá, María Eugenia Rojas, quien dijo que se lo va a guardar debajo del arbolito a su hijo Samuel Moreno, para que crea que fue un regalo de Carlos Gaviria –quien para Samuel es el verdadero Papá Noel–.

Y finalmente llegó el momento más esperado de la noche: el premio Samuel Moreno al bobo del año se lo llevó, sin rivales cercanos, el ex vicepresidente, lengüizopa y perdiodista de la radio y la tuitósfera, el inefable Francisco Santos Calderón. Lamentablemente no subió a recibir el premio porque estaba muy embebido jugando en su Nintendo DS pero sabemos que en su programa radial hablará mucho de lo feliz que está por el galardón y, en un chiva exclusiva, anunciará que en próximos días –tal vez el próximo año, tal vez el próximo milenio– el ganador de este importante reconocimiento será el mejor hombre que ha parido Colombia: Álvaro Uribe Vélez.

Así terminó una noche loca, una noche de bobadas en la que la farándula colombiana se dio cita. A la salida, Juanes lamentó que P.A.R.C.E. no haya recibido su premio por M.A.L.O., mientras que otros quemados –como El Corresponsal de Davivienda, de quien ya no se acuerda ni la mamá, y Elsy Rosas Crespo– acusaron a la organización de haber sobornado las encuestas y decidieron unirse a Asocolvicboblit –Asociación Colombiana de Víctimas de La Bobada Literaria– para cometer un suicidio masivo si no volvemos a hablar de ellos ya mismo.

Gracias a sus chivas favoritas –Chivas Regal–, los integrantes de La W no notaron que se fueron sin premios ni que Sergio Esteban Vélez se pasó la noche tomándose fotos con ellos para montarlas en su blog. Luis Eduardo Godman recibió lleno de positivismo el 0% de votos que se llevó a casa y dijo que nos ama a pesar de ser un perdedor.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Las 10 doñajuanas del 2010

Como cada año desde el año pasado, nos inspiramos en el mejor catálogo de supermercado de Colombia –la revista DONJUAN– para hacer nuestra propia selección, no de cien donjuanes, sino de las diez doñajuanas del año. A pesar de su gente, Colombia todavía no es un gran basurero. Por eso escogimos los albañales más representativos que hay dentro de su basto –con b de burra– territorio. Este no es un ranking, el orden de los factores no altera el producto.

1. Gaira
Si uno no cuenta con los veinte mil pesos para pagar el cover pero quiere sentirse parte del círculo de los conocidos de los amigos del hermano de Carlos Vives bien puede montarse en un bus de TransMilenio en hora pico y sintonizar La Mega o Tropicana Estéreo. Sin espacio para moverse, Gaira invita a un baile colectivo que sólo es comparable con el movimiento que producen las curvas y frenadas del peor de los conductores del servicio de transporte que le ha enseñado a los bogotanos que no tienen derecho a una buena calidad de vida. El baile apretadito se complementa con un show de la calidad de esos espectáculos nocturnos de los hoteles con todo incluido que usted siempre se ha negado –con razón– a ver. Pero eso no es todo: imagínese una tragedia –por ejemplo, que Andrés Cepeda se suba a cantar, lo que puede suceder durante cualquier noche de asfixia y apretujones–, sin vislumbrar la posibilidad de darse a la huida y llegar hasta la puerta de salida gracias al gentío. Bienvenidos al imperio del tropipop.

2. La Plaza de Andrés
Mientras el 10% de los habitantes de Colombia está bajo el agua, en esta plaza de comidas le cobran el 10% a la gente sólo por un vaso de agua de la llave. Los mismos platos del Palacio del Colesterol ahora valen diez veces más porque todo está lleno de corazoncitos, divinos niños y oficinistas acomplejados que creen que van a subir de estrato por intoxicar sus arterias con basura cara. Como usted no es lo bastante chévere como para que lo dejen entrar a Andrés W.C. ni tiene carro para llegar hasta Chía, esta plaza de comidas será sin duda su mejor opción gastronómica. Comer pelanga y esas cosas nunca fue más play.

3. Bogotá
Como somos unos rolos resentidos, el año pasado incluimos a la bella capital de Colombia en esta lista gracias a los innegables esfuerzos de Samuel Moreno por convertirla en un basurero –quizás en el mayor basurero del país, que no en vano tiene a la original Doña Juana como basurero oficial–. Un año después, la volvemos a incluir porque la ciudad se consolidó a nivel internacional como un ejemplo de corrupción, inseguridad, desdeño y falta de planeación. Lo que nadie sabe es que el Alcalde de Bogotá, María Eugenia Rojas, está trabajando arduamente en un simulacro del Apocalipsis que vendrá en el 2012 y por eso tiene a la ciudad así. ¡Malagradecidos!

4. La Barra
Hay lugares de Colombia que es mejor que permanezcan abandonados, pero no: siempre tienen que llegar los citadinos a tirárselos. Después de llegar a Buenaventura desde Cali por una carretera que parece de la administración de Samuel Moreno, conozca esta playa ideal para brillantes colinos, estudiantes pseudohippies y cineastas que se creen Herzog –pero que, obviamente, no tienen ni el 0.1% de su talento–. El que hace dos años era casi un paraíso –excepto por el evidente descuido al que está destinado el Pacífico colombiano– hoy es un nuevo Parque Tayrona pero sin la taquilla de Aviatur a la entrada, con un acantilado de latas de comida vacías y gente que cree que está conectándose con las raíces de Colombia porque va a tirarle dos monedas a “esos negritos tan bonitos”.

5. Bodytech
Pagar una millonaria suma para que gordos sudados miren a mujeres sudadas hacer ejercicio como en vitrinas que dan hacia calles atestadas nunca tuvo menos sentido que con esta cadena de gimnasios. Convirtiéndose en una plaga mayor que los hipermercados exitosos, estos templos de la vanidad están por todas partes para demostrarnos que no importa que seamos pobres, porque los colombianos siempre seremos bonitos. Para la muestra, todos los enanos acomplejados que ahora son más sensuales porque llevan dos años en el gimnasio y aún no sacan músculos. Además, una vez adentro del Bodytech te estimulan con frases y palabras de superación personal: ya que no puedes verte bien, al menos te hacemos creer que vas a triunfar. La verdad, mejor que este gimnasio de superación personal es su versión pirata, donde le modifican el código genético a los más langarutos: Biotech Gym.

6. Parque Lleras
A los turistas cachacos los atraen diciendo que este es como el Parque de la 93 –el mayor símbolo del arribismo colombiano– pero con más calor y mejores hembras. La verdad es que parece el parque central de Girardot pero con más frío y mejores traquetos. A eso de las diez de la noche empieza un desfile de prepagos digno de Sintetizador no hay paraíso y a eso de las doce ya no hay tímpano que resista el volumen de la música. Por eso, lo mejor del Parque Lleras es sentarse a beber en las escalinatas o debajo de los árboles (ya que no hay bancas) y a constatar con el pisquero por qué es que le dicen “parque yerbas”.

7. Barranquilla
Tradicionalmente esta es la ciudad-cisterna por donde Colombia arroja sus porquerías al mar. Además, la promesa del metro tiene a este hueco sumido en un solo enorme hueco del que salen los intelectuales más huecos de Colombia. Al igual que en Cartagena, es muy bonito ver cómo se concentra la riqueza en tres calles mientras el resto de la ciudad está sumido en la pobreza absoluta, viendo cómo sus callejones se convierten en ríos cada vez que llueve pero emborrachándose hasta perder el conocimiento a lo largo del año con la excusa del Carnaval. Un carnaval que, no nos hagamos tarugos, no tiene nada que envidiarle al de Río –excepto por las comparsas bien organizadas, los hoteles con buen servicio, que la calles no están llenas de mierda y que la fiesta es mil veces mejor–. Barranquilla también tiene al alcalde más sexy y popular de Colombia, un yuppie de la mejor camada de corruptos jóvenes que sabe muy bien la importancia de sonreír todo el tiempo y tener una excelente campaña de free press para que nadie le destape las ollas podridas –ni las cañerías–. Como dice la canción: Barranquilla huele a popó. Como dice la cuña radial: Barranquilla es una ciudad ¡Olímpica!

8. Pereira
Esta ciudad es infame no sólo por habernos dado a personajes como César Gaviria, sino por convertirse además en la zona de tolerancia de Colombia, donde hasta salir a un centro comercial se vuelve una experiencia extrema gracias a los tiernos sicarios menores de 12 años y al culto a la heroína y la pola –aunque nunca a La Pola, la heroína–. Es, además, el destino predilecto por los traquetos puteros, que se encuentran fácilmente con una "ciudad de piernas abiertas" y con no pocas "perras del Otún". No en vano, la representación de mayor trascendencia de esta próspera ciudad es la novela-telenovela-película-musical Sin tetas no hay paraíso.

9. Taco Bell
Alguien dijo que la llegada al país de esta cadena de comidas rápidas mexicanas –pero estadounidense– es el mayor resultado de la Seguridad Democrática. Tanto, que Puchito Santos, el mejor periodista del gobierno, se entusiasmó en Twitter: "Mañana a las 12 abre Taco Bell en el centro (sic) comercial (sic) Atlantis. (sic) Cuantos (sic) empleos genera? (sic). 52 directos. Gracias a la confianza inversionista (sick)". Ubicado en un centro comercial que no quedaría bien ni en el Miami de los 80, el primer restaurante en Colombia de la franquicia propone un menú de tacos, burritos y fajitas que es bien original en cuanto a su sabor artificial. Además, con lo que vale uno solo de esos productos alcanza para pagar dos días de trabajo. ¡Gracias a la confianza inversionista!

10. La casa estudio
Mientras la vida de millones de colombianos está amenazada por las lluvias y la violencia, los demás millones de colombianos se preocupan por quién está amenazado por convivencia en una casa estudio donde lo más emocionante que ha pasado es la llegada de J Balvin, un artista que corrobora que en Colombia no tenemos músicos ni para abrirle un concierto a Wendy Sulca. Con todo, el reguetonero más soso del negocio es lo más talentoso que ha pasado por este semillero de petardos, donde lo único sobresaliente que tienen los residentes es su hambre de fama. Olvídese del invierno, de los falsos positivos, de las ollas podridas que le están destapando a Uribe y las que le están tapando a Santos: mientras pueda preocuparse por lo que le dijo María Angélica a Katerine, por cómo se portó Francisco con Sandra y cuántas cirugías se hicieron Ingrid y Cristian, Colombia podrá mantener su espíritu de salón comunal.

martes, 7 de diciembre de 2010

El mundo al bobo: Hoy, Daniel Petardo desde Londres

Después de su paso por Buenos Aires –en una deliciosa crónica que aún no nos ha terminado de contar– Daniel Petardo se fue al nuevo destino educativo de los jóvenes de la burguesía colombiana: Londres. La excusa de ir a aprender a hablar inglés sólo sirve para que les den la visa a miles de javerianos y uniandinos que, aunque en realidad no aprenden inglés, sí llegan enamorados de la cultura británica, de su rock soso y lleno de pretensiones y de hacer los trabajos sucios que jamás hicieron en Colombia (cuidar niños, asear oficinas, manejar bicitaxi o limpiar el vómito de los borrachos en un pub). Este es el relato, enviado por Petardo en exclusiva para La Bobada Literaria.

London Ay

Tienda en Londres donde se venden los mejores productos colombianos.

En Londres es fácil hacerse un salario de unas mil libras cuando uno tiene carisma y algo de suerte. Yo, que carezco de ambas cosas, no he podido encontrar trabajo y estoy por acabarme la plata que me consignó mi papá para venirme. Cuando se me acabe tendré que pedirle plata a mi tío, y luego a mi mamá y luego de nuevo a mi papá.

Es que no quise trabajar en Starbucks, porque no es inglés, y en Pret me hacían madrugar muy a las cinco a empacar sánduches que no me puedo comer. Y no voy a limpiar baños en The City –aunque sea mafia de colombianas–, no señor, ni a ponerme de bicitaxista –aunque sea mafia de colombianos que se la montan a los turcos y los polacos–. Sólo me queda escribir para ver si algún medio colombiano me paga. Después de todo, si a Adodolfo Zazableh le pagan por publicar, ¿por qué a mí no, si tampoco tengo gracia y soy un tartamudo de las letras?


A su paso por Londres, Enrique Peñalosa quiso instalar bolardos. La instalación estuvo a cargo de los hermanos Nule, que los dejaron botados.


Así que emprendo la ruta turística de Londres, porque antes no me había querido rebajar a mezclarme con los japoneses de cámara al cuello y salir de mi flat de Chelsea a menos que fuera para comer en Knightsbridge o hacer un picnic en Hampstead. Vamos a ir con una amiga de Los Andes al London Eye, que es una rueda de Chicago pero en Londres, y para empezar el shitytour, ella me sugiere recorrer el Tames y le pregunto de qué se trata. Me mira con cara incrédula y me dice que es el río imbécil; yo le digo que el río imbécil no se llama así ni en inglés ni en español, y terminamos entrando al Tate Britain, un museo jartísimo que queda muy cerca del agua. Pronto nos aburrimos del arte y salimos a la calle. Me sugiere almorzar en Elephant & Castle. Montamos en un bus de dos pisos, arriba en el primer puesto. Muy queridos, puestos más atrás unos encapuchados comparten el rap de sus celulares con los demás, así que termino viendo el paisaje urbano de Londres a ritmo de Dizzee Rascal. Como un trayecto de diez cuadras en bus toma al menos dos horas, también escucho los cánticos de los hinchas de algún equipo local. Al menos estos no se creen argentinos y sus barras no son tan bravas como las colombianas, creo que los Hooligans están sobrevalorados. Un rato más tarde, descubrimos que los únicos colombianos del bus no somos nosotros, en otras sillas hay varios estudiantes de la Sergio Arboleda y la Sabana. Gas.


En un alarde de historiador le digo a mi amiga que llegamos a El Infante de Castilla y ella me dice que no, que se llama Elephant & Castle. Dentro de un centro comercial que me recuerda los rincones más lindos de Galerías en Bogotá, mi amiga me lleva a una tienda donde venden empanadas, Pony Malta al clima y café Águila Roja a sólo dos libras porque lleva más de seis meses vencido. Pedimos el plato del día: bandeja paisa de frijoles secos y carne inmunda nomás a doce libras. Sin gaseosa: se puede tomar Colombiana o Postobón por otras tres libras.


En South Bank, junto al Támesis, siempre es Navidad, al igual que en el barrio Galerías de Bogotá. Allá también convocan artistas para que intervengan el espacio público. En la foto, Plant Trees Art, el equivalente a Arborizarte.

Recargados, le digo a mi amiga que quiero hacer sightseeing. Me pregunta quéjejo. Le digo, en español, y me dice que qué pena, pero que lleva dos años en Inglaterra y apenas está en nivel de inglés intermedio, ya domina lo que son los colores, la diferencia entre "look right" y "look left" y balbucea algunas canciones de Radiohead. Me lleva entonces a Covent Garden, donde los rickshaw riders me acosan repitiendo “richo, richo” y yo los despacho con un castizo, “no, gracias, para montar en bicitaxi puedo ir a Coveñas o El Tintal” que parece ruborizarlos. Ella me entra a un pub donde trabaja un amigo colombiano que nos puede dejar la Foster´s más barata. El amigo nos presenta a dos amigas de Colombia. Intercambiamos preguntas sobre nuestras ocupaciones como colombianos en Londres; les digo que soy el fundador de un novedoso género periodístico, ellas nos dicen que son las continuadoras de un antiguo oficio de colombianos: cleaners. Aunque admiten que no entienden ni el anuncio de las estaciones en el underground, ellas dicen que les parece horrible el acento de los gringos y que les encanta el acento de los ingleses, incluso a una de ellas le suena la idea de escribir una novela que se llame Hot Hot London.

Guiño, guiño.


Prendidos, salimos del lugar luego de tomar unas doce cervezas pero pagar sólo dos, todo gracias a mi nuevo amigo bartender. Y pensar que en London Calling de la 93 uno se toma dos y paga por doce. Como pueden notar, mi inglés va mejorando con cada cerveza que me tomo y puedo hasta corear algo más que "wachuwachu" cuando suenan las canciones de Franz Ferdinand –que creo que son una sola canción–. Ya para el momento de salir nos hemos olvidado de nuestro objetivo, el London Eye, y caminamos en busca de una rumba. Ellas proponen la casa de un compatriota que vive en Kentish Town, pero mi amiga y yo queremos conocer un sitio nuevo, por lo que entramos a un barco en el Tames donde un DJ caleño pone "Carito me habla en inglé", "Quiere ver gas o ver gotas", "Yo no sé mañana" y otros éxitos de la transculturación. Sobra decirlo: esta fiesta está llena de colombianos, así que la rumba en Londres es lo máximo.

Cuando se acaba la rumba, cogemos un bus y subimos al segundo piso. Está lleno de gente dormida y flota en el aire un olor a vómito y marihuana. En mi cabeza podrían sonar canciones de Massive Attack pero en su lugar suena un tropipop paramilitar con su "para para pu para para". Me gustaría reaccionar con la suficiencia de James Bond, pero él nunca estaría en este bus. O estar tan drogado como Renton en Trainspotting, pero nunca fui capaz. Soy un patético personaje secundario. Las gotas golpean suavemente las ventanas y se deslizan parsimoniosamente sobre mi reflejo. Londres tiene una lluvia constante que no moja. A pesar de ser las 4 de la mañana, el tráfico no se mueve y el bus huele a Transmilenio a las 6 de la tarde. La inmovilidad me hace sentir como en Bogotá. Creo que voy a llorar en inglés.

En Inglaterra hasta las salchichas son honestas.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Premios La Bobada Literaria 2010

Si medios como TV y Novelas –es decir, RCN– y Shock pueden hacer unos premios y entregárselos a Sara Corrales y J Balvin ¿por qué nosotras (con alas) no?

El año pasado tuvimos una velada sensacional con sonoro concierto de Boba Estéreo en Gustavo Carne de Pavo, el restaurante más play de Bobotá; por eso este año decidimos regresar para premiar lo más bobo de este mundo bobo. Al igual que en los premios mencionados arriba, los electores son los lectores, después de una sesuda curaduría hecha por un jurado sin criterio al que todo le parece una machera.

Las categorías cambiaron un poco con respecto al año pasado para poder cubrir diferentes sectores de la bobada nacional (y algo de la internacional). Nuestras urnas estarán abiertas hasta el 16 de diciembre y, en una espectacular gala (que no es Marbelle) en una videorockola por definir, entregaremos las estatuillas con forma de Santos el 17 de diciembre.

No pierdan su tiempo y voten ahora desde el computador en el que se encuentren y sigan votando desde todos los computadores que quieran porque, como lo predijimos, el 2010 fue el año de la bobada.

Se nos iba olvidando, pero tenemos que hablar de los resultados de nuestra última encuesta, que una vez más tuvo una votación histórica. Los colombianos prefieren que a la vagina se le llame Chocha o Cueva de Efraim Medina en la literatura y no hendidura, como dicta el pésimo gusto de Santiago Gamboa. Los gustos de los colombianos por la forma de llamar al pene se inclinaron en favor de Yamid Amat Junior, dejando en segundo lugar a la palabra verga y en último lugar, de nuevo, a Santiago Gamboa y su lujurioso. Por otra parte, el plan favorito de los colombianos para el Black Friday fue ir de shopping a Panamá porque en Colombia no hay garantías jurídicas, dejando en segundo lugar la creación de una lista negra de mamertos peligrosos. Finalmente, el lugar preferido por los colombianos para que se asile Uribe es Corea del Norte, para que hable de democracia con Kim Jong-il, y no el Asilo Arkham, como habíamos supuesto.

Ya saben, bobos lectores, voten, voten, voten, voten.

Premio Emo a lo más triste de la TV:
El Corresponsal de Davivienda, el nuevo sueño de los rockeros colombianos.
La renuncia de D'Arcy Quinn para irse tras las huellas (dactilares) de Vargas Lleras.
La afeitada de Javier Hernández Bonnett, porque ratifica la importancia de El Corresponsal.
La teta explotada de Laura Acuña.
La granja, por poner a presentar a Natalia París y traer de vuelta a Ramoncito.
Los reencauches de NN, Dejémonos de vainas y Romeo y Buseta, que nos recuerdan que la televisión colombiana siempre ha sido un hueso.
El programa de José Obdulio.

El Premio La WC a lo más detestable de la Radio:
Félix de Bedout.
Julio Sánchez Cristo.
Alberto Casas Santamaría.
Mario Alcalá.
La hora de la verdad, otra mentira de Fernando Londoño.
Francisco Santos.

El Premio Oscar Golden al etselente Cine Colombiano:
Alberto Posso Séptico, por recordarnos el mal que le hizo Cali al cine.
Pía Barragán, la rinoplastia al servicio del cine.
La sociedad del semáforo, cine sombrerito.
Sin tetas no hay paja rusa, por si no tuvo suficiente con el libro, la telenovela, la telenovela de Teleinmundo y próximamente el musical.
Los premios Macondo, porque el cine colombiano no es ni realista ni mágico.

El Premio Waka Waka al Talento Musical:
Juanes, por P.A.R.C.E. y por M.A.L.O.
Velandia y La Tigra, por creerse Frank Zappa y ser un franco sapo que no llega ni a Frank Zappote.
Shakira, por "Loca" y por el sonsonete insoportable de las transmisiones del Mundial.
Bomba Estéreo, por "Pon, ponte el jean", original de los Meros Recochamboys.
El Coliseo El Campín, por hacer que hasta la banda más experimentada suene como si fuera un demo.

El Premio Bobel de Literatura:
El Enano®, por hacer este blog.
Héctor Abad Faciolince, por decir que el libro de Íngrid Betancourt es lo máximo.
La Feria del Libro, por ser cada vez más feria y menos libro.
Juan Carlos Ortiz, por el primer libro escrito en un BlackBerry.
Clara Elvira Ospina, por enaltecer las contraportadas de los libros.

El Premio Guggenjaime Cerón de las Artes:
La Otra, lo único más esnob que una feria de arte para ricos.
9000, el tipo de arte que se hace hoy en día en el mundo.
8000, la devaluación de 9000.
Los hermanos Moreno Rojas, por hacer de Bogotá una gran instalación de instalaciones.

La Beca Foolbright al Gestor o Benefactor más ladrón:
La ex afroministra de Cultura, que terminó su digestión con menos pelo y más becas.
Andrés Felipe Arias, de la campiña a la campaña.
Juan Lozano, por pasársela haciendo la U para beneficiar a Bogotá.
Álvaro Uribe Vélez, porque gracias a su seguridad democrática siguen riendo los pará sitos.
Tomás y Jerónimo Uribe Moreno, por su franca preocupación por el reciclaje.

El Premio Isabella Santodomingo al Intelectual del Año:
El Corresponsal de Davivienda, que demuestra que los creativos publicitarios están en el lugar equivocado.
Twitter, el verdadero líder en opinión.
María del Pilar Hurtado, por su redefinición de "asilo político".
Daniel Samper Ospina, el parásito del periodismo colombiano.

La Bobada del Año
La demanda de Íngrid al Estado.
El regreso del "bolillo" a la selección.
La elección de Juan Manuel Santos.
La ola verde.
El pulpo Paul.
La llegada de Uribe a Tweeter.
La cadena de oración de Mario Uribe.

Premio José Galat a Toda Una Vida de Bobadas
Samuel Moreno
Samu El Moreno
Sammy Moreno

viernes, 3 de diciembre de 2010

Gabriel Ruiz-Navarro, personaje del mes en La Bobada Literaria

Pocas personas combinan tantos clichés con tan poco talento como Juan Ensuncho-Bárcena o Gabriel Ruiz-Navarro, quien desde su provincialismo creyó comprender bien pronto con su pariente Catalina que para ser intelectuales debían juntar sus dos apellidos con un guión.

La historia de José Gabriel Ruiz Navarro –aún sin el guión– empezó en los agitados ochenta, pero en Barranquilla. Hijo de una reputada familia de arribistas costeños, Gabo creció en un hogar donde se desayunaba cultura –si la butifarra y el bollo 'e yuca cuentan como cultura– y aprendió todas las artes liberales en uno de esos colegios elitistas de la provincia colombiana donde les enseñan a pronunciar el inglés como si fueran neoyorquinos pero en realidad no les enseñan a hablar inglés -donde les enseñan a hablar lo que es el inglés, pero bien despacio-. También entendió rápidamente que si quería ser alguien importante en el futuro tenía que decir que frecuentaba La Cueva y decir que alguien como Heribeto Fiorillo le dijo alguna vez que sería un gran poeta.

Cuando se graduó del colegio y con la promesa de Fiorillo, Jose –sin tilde, como le dice la mamá, para su vergüenza– viajó a Bogotá y, gracias a las palancas de sus familiares y a sus estudios en la Universidad de Los Glandes, consiguió trabajo como acompañante –es decir, casi como chico prepago– de los invitados internacionales a diferentes eventos culturales de la capital. Así, logró conocer a reputados intelectuales que le enseñaron la importancia de ponerle guión en medio a los apellidos. Aunque él no aprendió absolutamente nada de ellos, sí se creyó ser una persona más profunda e interesante que sus demás compañeros de Literatura gracias a que podía decir “yo conocí a Pico Iyer” y "me quito el sombrero ante Gay Talese". La verdad es que Iyer ni siquiera recuerda el pico de Jose, pero Jose guardó camisetas como la de "Yo soy malpensante", se tomó fotos con Jorge Lanata -aunque no tenía idea de quién era-, anotó correos electrónicos como el de Julio Villanueva Changua y aprendió desde ese momento la utilidad de la pose, la bufanda, el sombrerito y la seriedad que impostan esos fanáticos de Roberto Bolaño que sólo han leído el primer capítulo de Los detectives salvajes.

Desde entonces, su pasión por las letras y letrinas y, en general, por la harta cultura lo ha llevado a convertirse en todo un multimediocre: ya publicó los dos primeros capítulos de su primera novela, alista la segunda (escrita en SMS en un celular de 1997), piensa en la tercera, anunció que la cuarta sería sobre "el mundillo literario", enseña literatura en la Universidad Central, toca el santur ecléctico en una banda de hindi rock, tiene una colección de sombreritos que comparte con sus amigos vueltiaos, le da las ideas a 8000 para crear sus geniales obras de arte, está estudiando actuación para poder protagonizar su primera película –que, por supuesto, será dirigida por él mismo– y edita desde su Mac Book Pro de 17 pulgadas este espectacular blog donde la bobada es literal.

Incluso, Gabriel Ruiz-Navarro es tan bobo que tiene un blog en Hoja Blanca. Para empezar a deleitarlos con el ta lento de este costeño arrepentido, miren su perfil:
Escribo lo que siento de la ciudad y lo que ella siente de mí, las elucubraciones de un costeño enajenado en la capital. Escribo como acto liberador que me ayuda a escapar del mundo, así termine volviendo a él. Mi pecaminosa adicción es bloguear porque tengo mucho tiempo libre. Nunca he sido bueno para describirme, o hablar sobre mí, y esta parrafada es la mejor prueba. Pertenezco al grupo de intelectuales barranquilleros La Güeva y publiqué una primera novela –Sin dirección– que ha sido muy bien recibida por la crítica, de La Bobada Literaria, Carolina Ortiz-Chaparro. Estoy escribiendo un segundo libro para la editorial Sex Barrial, una novela orgánica basada en la vida en el campo, que me intriga porque es un mundo completamente desconocido en Colombia; se llamará Lactosa para quienes no toleran la lactosa. Sé que soy muy ingenuo al pensar que el mundo puede cambiar con mis letras, pero prefiero hacerlo y, de paso, tener una ilusión, además de utilizarla al menos como muleta existencial.
Contrario al eslogan de Hoja Blanca, Gabriel sí publica con palanca: aunque no son hermanos, sus apellidos son los mismos de la genial directora de esa página que debería cambiar su razón social a “Publique sin talento”.

Pero antes de entrar allí, Gabriel ya tenía claro que sus aspiraciones literarias lo iban a llevar lejos: se inscribió al primer reality de escritores de Colombia, El Desafío Literario, y logró sortear varios meses de pruebas junto a reputados autores como Jorge Franco, Efraím Medina, Jaime Espinal y Mario Mendoza. Su nombre fue uno de los pocos que sobrevivió a la primera temporada del programa, La lucha de la bobada, y llegó a la gran final de Los más inteligentísimos escritores superando notablemente a todos los demás en bobadas.

Y, por supuesto, se le subieron los humos al sombrerito y empezó a creerse muy brillante en Twitter:
Voy a salirme con la suya.

Gustavo Petro debería crear el Partido Bipolar.

¿De qué nos sirve saber las sedes de los mundiales del 2018 y el 2022 si el mundo se va a acabar en el 2012?

Tenemos nueva fiscal de inanición.

Al levantado, levantarlo.

María Isabel Rueda debe llegar a donde sus entrevistados diciendo "arriba las manos, esto es una entrevista".

Las películas porno que transcurren en el bosque tienen mucho follaje.

A las revelaciones semanales de ciertos computadores no demoran en ponerles JojoyLeaks

Llegó diciembre con su alergia.

El Cliché Guevara está preparando sus "Diarios de bicitaxi".

Señor, hazme un instrumento de tu pis.

En Disney World hay una nueva atracción: el Ratón Miguel Nule.

Los cuentos de los hermanos Moreno Rojas dan grima.

La Tierra es la nata de la Vía Láctea.

Las prostitutas costeñas trabajan como burras.

Ayer me llevaron a una afrofiesta y quedé con síndrome de Choc Quib Down.

El 24 de diciembre el trineo tiene pico y placa.

Caramba, se me fugó el cerebro.

Mi disfraz de borracho fue todo un éxito.

Lo que más me gusta de Medellín es la paisa en bandeja.

Para envidia de juglares y ensayistas, SoHo contrató a Ruiz-Navarro para copiar y pegar sus entradas en la página web de la revista de Ramoncito, pagándole un jugoso porcentaje de la publicidad del sitio y convirtiéndolo en una celebridad sin tetas. Para la muestra este destetado mojón:


Y todavía faltan sus fotos en Kien y Ke –más conocida como KKK, la revista que nos recuerda que la Q está out–, su perfil en el programa del Pirry y la entrevista que le hará Jota Mario en Muy buenos días. Por eso decidimos reconocerlo como personaje del mes para cerrar un año en que las bobadas no han parado. Sabemos que los más fieles seguidores de La Bobada Literaria sabrán agradecer el perfil que hoy les presentamos de frente.

Bonus track: Premio Samuel Moreno al Bobo del Año
Como empezó diciembre estamos regaladas y queremos agasajar a nuestros lectores con la primera categoría de los Premios de La Bobada Literaria 2010, cuyas otras categorías se conocerán la próxima semana: el Bobo del Año. Durante todo el año, como dice el dicho, cada mes trajo su bobo, que les presentamos con una breve reseña de sus vidas llenas de obras y otras bobadas. Ellos son nuestros candidatos para este premio nombrado en honor a un personaje que, por toda una vida de bobadas, quedó fuera de concurso, pues hubiera hecho de esta selección algo más predecible que un día de lluvia en Bogotá.

Para conocer más sobre ellos, sólo tienen que hacer clic sobre sus nombres (sobre el de los candidatos, no sobre el de ustedes, bobos lectores). Y, para votar, sólo tienen que ir al fondo a la derecha de sus pantallas y seleccionar al candidato de su preferencia.

Anthony
Luis Eduardo Godman

Elsy Rosas Crespo
Kike Patiño
Noemí Sanín
Armando Benedetti
Sergio Estéban Vélez
Jorge Consuegra
Gustavo Bolívar
Íngrid Betancourt

Francisco Santos
Gabriel Ruiz-Navarro

jueves, 2 de diciembre de 2010

La primera crítica escrita en Avantel

Una vez más, la cítrica literaria Carolina Ortiz-Chaparro colabora con La Bobada Literaria, con motivo de los Premios de La Bobada Literaria 2010. Esta vez, y porque la ocasión lo amerita, desde un Avantel.

"El autor tiene muchas horas de vuelo,
pero yo tengo mucho vuelo intelectual".
Carolina Ortiz-Chaparro

Pocas personas son tan bobas como un publicista al que le da por escribir, pero el caso de hoy supera por millas a todos los demás: un publicista que está promocionando su libro a punta de decir que fue el primero escrito en un BlackBerry y desde un avión. ¡Olvídense de los libros escritos para ser leídos en el celular -por ejemplo, mientras uno va en el metro, lo que puede ser muy útil, salvo que sea en ese nido de raponeros que es Medellín-, que aquí llegó algo mucho más ingenioso: el primer libro escrito en cierta marca de teléfonos! Esta audaz campaña publicitaria suma su producto al recordado primer libro escrito en papel carta, al primer libro escrito con kilométrico, el primero escrito en una Remington, el primero escrito en un papel higiénico y el primero que se escribió en una Olympia, y quedará en la historia junto a esta, la primera entrada escrita por una crítica de poesía desde un Avantel. ¿Cómo olvidarlos?

"Si se cae este avión, todas mis ideas desaparecen", fue el motor que llevó a este angustiado avión javeriano a una ocurrencia que debería ser copiada por todos los escritores del mundo, a quienes no nos explicamos cómo no se les había pasado antes por la cabeza promocionar sus libros como "el primero escrito en el baño" o "el primero escrito en un café, justo antes de ir al baño". Por geniales ideas como esta es que este publicista ya no es conocido en el medio como "creativo", sino de la forma más distinguida que hay para el gremio en Colombia: como "argentino".

En Ortos el autor relata, entre otras cosas, cómo llegó a ser presidente de una importante agencia de publicidad en Estados Unidos a punta de decir que era el primer colombiano en tener su visa estampada en la página 4 del pasaporte, cómo ha ideado exitosas campañas en lugares tan diversos como China, India o el Líbano diciendo que fue el primer hispanohablante en enseñarles a decir "marica" y "weón" y cómo consiguió a última hora la bandera de Colombia que sacó cuando se convirtió en el primer colombiano en recibir un León de Loro del Festival de Canes por su trabajo en Nueva York en la agencia DDB (Días De Bobadas).

No se pierdan la campaña de lanzamiento: también hecha en BlackBerry, dice que "Este es un libro del nuevo mundo que demuestra que el poder ahora lo tienen las personas y que la imaginación ya no tiene límites". Todo un salto adelante, teniendo en cuenta que en el viejo mundo el poder era de los dinosaurios y la imaginación estaba limitada a las palabras.






N. de la A.: si esta sucinta nota que envío a La Bobada Literaria -que de ahora en adelante será promocionada como el primer blog escrito en un Nokia 3310- no se ocupa del contenido, es porque la forma de promocionar el libro lo hace irrelevante. Y, si quedó faltando, los dejo con la entrevista que le hicieron a este avión de la literatura en el único medio que podía detectarlo: El Radar.









miércoles, 1 de diciembre de 2010

Premio Pioresnada de La Bobada Literaria


"La clave para el análisis es la mano en la barbilla", dijo Coronell al conocer la noticia del premio.


Esta semana nos llegó el periodo y nos pusimos un poquito @hypersensibles. Por eso, sucumbimos ante la sensualidad de alguien que hace las cosas bien en un país en el que hacer algo bien -empezando por este ridículo blog- es difícil.

En medio de nuestras histerias sangrantes, nosotras (ahora con Nosotras), decidimos que antes de anunciar nuestros acostumbrados premios a lo más bobo del año en Colombia empezaríamos diciembre con un nuevo y novedoso reconocimiento: El Premio Pioresnada a lo menos peor del año.

Sabemos que digamos lo que digamos nos van a seguir acusando de rolas resentidas y mamertas (aunque en realidad rola sólo es una de las tres) o viejas feas sin marido (lo que nos conviene si queremos que Santiago Gamboa se fije en nosotras), pero no nos importa: Daniel Coronell, a pesar de encarnar al Señor cara de papa sin bigote, es de las poquitas personas capaces de decir la verdad en un país que vive muerto del miedo. Eso no deja de producir grima pero al menos no produce lástima.

Sabemos que Seguros Bolívar difícilmente sabe de seguros y este año demostró una vez más que no sabe nada de periodismo; de lo contrario, ¿cómo explican la ausencia de La Bobada Literaria entre los nominados a los premios Simón Bolívar y sí un millonario premio para Gustonto Gómez Górdoba por creer que se las sabe todas? Eso nos llevo a destacar la labor de un periodista cuyas bobadas son menos bobas aún que las de colegas tan bobos como Puchito Santos, el niño poeta, Andrés Marocco y la cosa de Vicky Dávila.

El segundo mayor prestigio que puede tener un periodista en Colombia es que Álvaro Uribe quiera desprestigiarlo y, a ese brillante elogio a su carrera, Daniel Coronell suma ahora el mayor prestigio que puede tener cualquier persona en Colombia: obtener el Premio Pioresnada de La Bobada Literaria, no sólo por haber destapado escándalos como el de la planeadora del magistrado Escobar Araújo, el de Yedes, Medina o el de la campaña presidencial de Andrés Felipe Arias, sino por tener además el descaro de referirse a sus investigaciones como "aficionadas", cuando en realidad tienen un profesionalismo comparable únicamente con las conducidas en Wikipedia por este blog.

El acta del jurado destaca que:
Las columnas de Coronell son tan hipertextuales como las obras de Luz Mery Giraldo y carecen de los adjetivos que hacen que leer a José Obdulio o a Fernando Londoño sea una experiencia fantástica. Además, su noticiero es tan pesado que debería llamarse Noticias Huno y, sin tener sección de farándula, aún tiene patrocinadores.
Así que, sin más, entregamos con boba alegría este premio a Daniel Coronell. Para notificarlo le mandamos un mensaje inesperado a su BlackBerry con la noticia, justo un minuto antes de abordar nuestro avión hacia Panamá.

Porque mientras haya periodistas como Daniel Coronell en Colombia, peor es nada.