Como uno de los pasatiempos favoritos de los colombianos en redes sociales es compartir lo que piensan los extranjeros de Colombia, decidimos convocar a los expertos de El Mundo al Bobo –la guía de viajes para los viajeros con un presupuesto apenas suficiente para cinco minutos en un café internet– para que nos contaran acerca de su experiencia en Medellín. El resultado, como en todos los textos de extranjeros que se comparten en redes sociales, es un conjunto de las mismas cosas de siempre y de todo lo que ya sabemos pero que, dicho por alguien de otro país, nos parece una revelación y, sobre todo, nos suena di-vi-no.
Medellín es la cuca.
Antes de ir:
Comprar un seguro de vida nunca fue mejor idea. Especialmente si piensa ir a un barrio diferente de
El Poblado.
No olvide las gafas de sol: es muy importante que nadie se sienta observado o que sienta que su pareja es observada, las consecuencias pueden incluir un balazo o convertirse en un personaje de Jorge Franco. No se sabe qué es peor.
A pesar del clima templado, la definición de “eterna primavera” para los medellinenses (que, por vivir en el trópico, jamás han vivido una verdadera primavera) significa que en cualquier momento puede llover –y seguir lloviendo durante días–: por eso, un impermeable siempre es conveniente. Un impermeable a prueba de balas es, además, recomendable.
Este post llega a ustedes con el gentil auspicio de la desmovilización paramilitar.
Reseña:
Encasillar a Medellín como una ciudad violenta por ser donde nació y creció Pablo Escobar es muy feo. En esta montañera capital también nacieron y crecieron mafiosos de las letras como
Jorge Franco y Héctor Abad Faciolince, sicarios de la canción como Juanes y Sara Corrales o grandes ideólogos como Álvaro Uribe Vélez y
José Obdulio Gaviria. Sin embargo, hay que admitir que esta es la mejor ciudad (o la más ejemplar) del país: haber parido a Fernando Vallejo (el colombiano con más argumentos contra la nación) es, sin duda, un mero mérito.
Desgraciadamente, el arribismo no es exclusividad de los bogotanos que creen que Bogotá Beer Company es la mejor cerveza con sabor a colorante del mundo.
Ser la única ciudad con metro en Colombia convierte a Medellín en la capital del mundo: al menos 200 homicidios diarios –según cifras oficiales–, al menos dos terceras partes de la ciudad bajo la línea de pobreza –y la de fuego– y uno de los mayores índices de bulimia y anorexia del mundo –e implantes mamarios a precio de
manicure–, demuestran que la belleza y la pobreza no están necesariamente separadas.
Aunque llevan años diciendo que Colombiamoda pone a nuestro país a la vanguardia de la alta costura, eso todavía no sucede –o quizás se refieran a la costura hecha con motosierra–; lo bueno es que seguimos viendo a las mujeres más ricas modelando ropa que sólo las más ricas de verdad pueden pagar. Eso sí, admitamos que tener edificios inteligentes –más inteligentes en cualquier caso que los escritores paisas– hace de Medellín una ciudad menos boba que Bogotá.
Lo mejor de la capital de la montañera, sin duda, es su clima primaveral acompañado por eventuales lluvias –y no estamos hablando sólo de balas– que son suficientes para causar derrumbes y dejar bloqueadas las carreteras circundantes durante semanas. La mejor forma de disfrutar ese clima es a bordo de una chiva rumbera, bebiendo aguardiente a ritmo de reguetón y viendo los lugares que dejan ver (es decir, los barrios de los ricos).
No importa qué tan sano sea usted, ir a Medellín y no probar su marihuana es como ir a
México y comer en Taco Bell. No se le haga raro que incluso haya policías fumando en la calle, así que deje el miedo de lado y compruebe que la marihuana no es ninguna pipa de la paz –si lo fuera, no habría tanta violencia en Medellín–.
Esta editorial no tiene problema en admitir su gusto por la marihuana.
Situación política
Depende del grupo armado ilegal que esté gobernando la ciudad.
Dinero
Dinero: angustias. Dinero: problemas. Dinero: ¡sistema!
Lugares de interés
Si quiere sentirse como en una plaza de pueblo pero pagando por tragos caros, el Parque Lleras es su mejor opción. Lo más divertido de este sitio es que el volumen de la música de cien discotecas se mezcla en una cacofonía peor que una canción de Tiesto y el olor de la marihuana hace que el sitio sea conocido popularmente como “Parque Yerbas”. Le va mejor en el Parque El Poblado.
Demuestre que los paisas no son los únicos montañeros y tómese fotos en el metro y en el metrocable. Si se pone nervioso en el metrocable, procure no decir groserías y grabarse en video: ya se le adelantaron.
En el corazón de Medellín hay un cerrito desde el que se puede ver toda la ciudad. Para atraer incautos lo bautizaron “Pueblito Paisa” pero debería llamarse “Pueblito Paila” porque se demora uno más estacionando el carro que conociendo tan atractiva atracción.
Según Fernando Vallejo, de aquí proviene la inspiración para su próxima novela: La Rosa Mística de los jardineros.
Dónde dormir
Antes de dormir, pregúntese: ¿pa’ qué zapatos si no hay casa?
Dónde comer
En este popular monumento a la bandeja paisa se advierte a los habitantes sobre las consecuencias de consumir tan saludable plato local.
Los restaurantes de comida corriente son lo más exótico de Medellín: le pueden servir un banano partido en dos rodeando una porción de frijoles y una carne llena de nervios y gordos que más parece gelatina.
La tradición capitalina de llevar a los extranjeros a comer caro pero feo en un sitio kitsch donde se sirve lo mismo de todas partes tiene su versión paisa en Queareparaenamorarte, también conocido como Julián Carne de Camaján.
Cómo llegar y salir
Si llega en avión, tómese un Mareol para la carretera entre el aeropuerto y Medellín. La mayoría de la gente sale en ataúd.
El inglés de Medellín es uno de los mejores del país. De hecho, sigue sus propias reglas, conocidas como The Drug Baron's English.