En La bobada literaria estamos comprometidos con la difusión de nuevos talentos. Por eso traemos un adelanto de la novela urbanística –género del que, estamos seguros, nunca antes habían oído hablar– de uno de nuestros más talentosos amigos y colaboradores: Gabriel Ruiz-Navarro –con nombre de Nobel y apellido de intelectual costeño–. El siguiente fragmento pertenece a su primera ópera prima, Sin dirección, que pronto verá la luz y la oscuridad bajo el sello Sex Barrial. La novela no tiene nada que envidiarle en profundidad al autopublicado Eduardo Béchara Martina-Navratilova, ni en rigor a uno de nuestros favoritos, el escritor, cineasta y ex reporterito Juan Ensuncho Bárcena –que si fuera un poco más creativo se llamaría, sin más, Juancho–.
Esto es un abrebocas de Sin dirección –apenas su capítulo introductorio–, que a nosotros nos dejó sin dirección. Arriba pueden ver la portada del libro, obra del también talentoso 8000:
Llegar a La 19
Llegué a La 19 después. Antes había abordado un Trasmilenio en la Av. 39 que, luego de pasar por las estaciones de Profamilia, Calle 26, Calle 22 y Calle 19, me dejó en la Avenida Jiménez. Todo el trayecto escuché los profundos acordes de Radiohead, “I'm not here / This isn't happening”. Del entorno anglosajón de Teusaquillo pasé al caos de la ciudad latinoamericana. Entonces subí caminando hasta la octava, sobre la modernizada Avenida Jiménez –donde los ladrillos de Salmona contrastan con los edificios republicanos– y cogí hacia el sur, pero me di cuenta de que si quería encontrar el amor, si quería encontrar a La Gata, debía dirigirme al norte; entonces decidí cambiar de dirección para llegar a La 19. En el camino me crucé con un borracho herido, la humareda feroz de una alcantarilla, un semáforo con una farola rota y un poeta urbano que me dijo “amigo, venga usted conmigo”, pero yo debía seguir con rumbo hacia La Gata. La calle es así, así es la calle. Mi ciudad es una hoja blanca. Por la octava debía seguir para llegar a La 19 y paré a comprar una lechona y, como soy tan sensible, le di la mitad a un andrajoso indigente que pasaba y la otra mitad a mi amigo poeta, dos almas nobles de la urbe contemporánea que no merecen la indiferencia de los transeúntes. La deteriorada arquitectura de la otrora Atenas Suramericana parecía la escenografía de una película de Tarkovski y el fondo de “Idioteque” su banda sonora ideal. Los seres anónimos se perdían en la indiferencia de la cotidianeidad. En esa calle, antes de llegar a La 19, descubrí La 17 y sobre todo La 16, donde unos viejos errabundos estaban vendiendo tesoros de páginas amarillentas que eran en realidad transfiguraciones de Ian Fleming, Ray Bardbury, Truman Capote y Antonio Tabucchi, joyas que terminaron en mi mochila del mercado de las pulgas junto a una falsa navaja suiza, un disco de Boris Vian, un periódico ADN y una cajita pequeña de chicles Charms. "I´ve seen too much, you haven´t seen enough, you haven´t seen it". Fue en esa calle en la que quise ser un indigente que dormía en la gélida acera de ese mediodía soleado, con un Chocobreak en la mano y la compañía de un perro que pasó con una caja de vino vacía en el hocico. Así es la calle, la calle es así. Unos minutos después llegué a La 19 y, ahí, justo ahí, estaba La Gata, mi amor, mi visión callejera del amor.
¿El señor Ruiz-Navarro da clases de escritura? Yo estoy muy interesada.
ResponderEliminarSí, de hecho yo me voy a meter. Parece que es en La Fundación La Güeva, la de los nuevos intelectuales costeños.
ResponderEliminarMás información sobre nuestros talleres este jueves. Efraím, no te los puedes perder.
ResponderEliminarNoto un profundo conocimiento del contexto rur-urbano (el tropo rural-urbano) en el señor Ruiz-Navarro. La falotectura (o arquitectura vertical) agobia al narrador, dejándolo solo y triste en la gran ciudad. Quiero seguir leyendo. Voy a commprar la novela de mi paisano (las coincidencias con nuestros nombres me parecen un guiño tragicómico del destino). Enhorabuena a los chicos de La Bobada Literaria. Quedo a la espera de que publiquen algo de Mauricio Loza Sucia.
ResponderEliminarCarolina Ortiz-Chaparro
Es una novela que hubiera podido escribir yo.
ResponderEliminarUy, yo no, hermano. Yo no sé llegar a ningún lado ni me sé las direcciones de Bogotá.
ResponderEliminarEsta bonito. Sobre todo nos habla de los dias de hoy, de las ciudades de hoy. Algun dia lo compro.
ResponderEliminarno sabía que ruiz-navarro era apellido de intelectual costeño. me presentan a mi hermano perdido?
ResponderEliminarLa verdad es que La bobada literaria hizo la conjetura de que era apellido de intelectual costeño a partir de ustedes dos, los únicos Ruiz-Navarro que conocemos. Pero no habíamos llegado tan lejos como para pensar que fueran hermanos. Para La bobada literaria será un placer propiciar el Primer encuentro intelectual Ruiz-Navarro.
ResponderEliminarHoy están pasando cosas especiales. Yo también encontré a mi prima, la Ana María que prometió comprar este excelente relato apenas salga en la librería Atenas. Y quisiera propiciar un encuentro con mis tíos, Fernando y Virginia.
ResponderEliminarLa Gata, jeje... No pude evitar imaginarme cómo suena. Gata...
ResponderEliminarEste sólo capítulo podría perfectamente ganar cualquier concurso de cuento "urbano" de los tantos que hacen en Colombia. Nunca nadie había logrado describir el centro de Bogotá con un lenguaje tan sobrio, ágil y mordaz y a la vez pletórico en significados.
ResponderEliminarSiento envidia y de la mala.
Hombre, Jorge, en este blog siempre estamos buscando nuevos talentos. Lo invitamos a seguirnos leyendo, próximamente tendremos grandes sorpresas para jóvenes autores –autodefinidos como malos poetas– como usted.
ResponderEliminarA ver, los nuevos apellidos intelectuales en la costa son Better, el autor gay más vendido y pare de contar. Ah y todos los cachacos huelen a meao!
ResponderEliminarFrida
a mí me ocurre generalmente eso cada que voy al centro.
ResponderEliminarme siento plagiado
gracias, procederé a demandar
la escencia del cuento urbano bien contado,
ResponderEliminar... asi son los nuevos talentos.
Que el señor por favor se vea una película de Tarkovski... No puede ser posible...
ResponderEliminares increible lo payasos que pueden ser en este blog, el escrito es horrible y los odio desde que me entere que eran tipos
ResponderEliminarAsí es la calle, la calle es así. Definitivamente el talento colombiano expuesto en este capítulo de la novela urbanística es excelente... Espero que Sin Dirección, no se pierda... cómo todo lo que se perdido en nuestro país...
ResponderEliminarPues... de novela "urbanística"... sí... tienes razón. Pero de novela urbana si tenemos bastantes y muy interesantes antecedentes. Piensa en Angelitos empantanados, de Andrés Caicedo, en Mientras llueve, de Soto Aparicio, en Los años de la asfixia, de José Stevenson,o en Sin remedio, De Antonio Caballero... y se me escapan Mallarino, Salom Becerra y otros varios
ResponderEliminarEsto es un insulto para la literatura colombiana, que no siendo la mejor, deja muy por debajo este pobre relato.
ResponderEliminarMejor que Google Maps! No sabía que para escribir novela urbanística se debe tener un GPS en la cabeza, jejeje
ResponderEliminarLo que no entiendo es porque lo titularon "Sin dirección", porque la dirección la tiene clara
ResponderEliminarSera la gata Enilce?
ResponderEliminarque bobada...
ResponderEliminarIncreible descripcion de la moderna Atenas Suramericana y esa decadencia tan exquisita que al parecer muestra una identidad que uno deber relacionar, se nota que este loco si se pierde en el parque nacional no saca un libro sino 10 tomos.
ResponderEliminar«La calle es así, así es la calle». ¿Qué onda con esto? Fail.
ResponderEliminarAy no, ¿la gata para no escribir la maga? derrocha creatividad este 'autor'. No lo salva ni Radiohead.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo persecula, los honores y felicitaciones dénselos a Cortazar, aquí lo único que están haciendo es copiar la novela con muy poca creatividad al centro de Bogotá.
ResponderEliminarQue malparido tan malo para redactar no tiene creatividad. Lo que hace la plata.
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