miércoles, 14 de abril de 2010

La caca del teatro nacional

Hasta ahora, en La Bobada Literaria habíamos sido injustas con la hermosa práctica del teatro en Colombia, ignorándola casi que por completo. En nuestra defensa existe un solo argumento: el teatro nacional es una caca y lleva por lo menos treinta años estancado en las mismas puestas en escena (que por estos lados se llaman puestas en eccena) de las mismas obras con los mismos actores y los mismos canelazos; lo único diferente que ha sucedido en años ha sido la deliciosa incursión del stand-up comedy a nuestras tablas, hecho que terminó siendo una sit-down tragedy para las artes escénicas, que ahora encuentran a su líder en el cuentero de la cienciología –perdón por la redundancia–, Andrés López.

Claro, como estamos en Barcelona no tuvimos el placer de degustar las obras del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, pero sí disfrutamos el comunicado de prensa de la semana, que incluye la habitual quejadera de la gente que “hace cultura” como si todavía estuviéramos en 1970 pero reiterando que estamos en una “democracia contemporánea” y con el argumento de que cualquiera que quiera obtener el apoyo del gobierno lo hace con la noble intención de quitarle espacio a la guerra. Las salas están desconcertadas porque el gobierno no les da limosna como si fueran Familias en Acción de “Pailitas en el césar” y los puso a pelearse el presupuesto con cosas más útiles que la caca del teatro nacional y con gente que probablemente sí sabe dónde poner una coma. Como dice una amiga de nosotras (plus): “aquí huele a lana virgen”. Quítense la mano del cabezón y póngansela en el corazón, bobos lectores, y respóndanse esta inquietante pregunta:

¿QUE PASARIA SI LAS SALAS DE TEATRO DE TODO EL PAIS TUVIERAN QUE CERRAR SUS PUERTAS?

En medio de la euforia del Festival Iberoamericano, del Festival Alternativo, de la reciente celebración del día internacional del teatro, del gran movimiento artístico y cultural de la capital y del país, en vísperas de un nuevo gobierno; resulta fundamental discutir lo que se está haciendo y lo que se debe hacer por una sociedad creadora.

La situación actual de las artes escénicas en Colombia es realmente contradictoria. Mientras que nuestro país aparece ante la opinión pública mundial como la “Capital del teatro” la relación entre las 134 salas de teatro independientes con las que cuentan los colombianos y el Ministerio de Cultura se hace cada vez mas tensa.

Desde hace casi 20 años, gracias a la iniciativa del movimiento teatral del país se inició el programa de “salas concertadas” en el que, tanto el Ministerio de Cultura, como los entes territoriales se comprometen a hacer un aporte económico según las características de cada espacio para garantizar su funcionamiento y permanente atención al público.

Es así, como una importante cantidad de colombianos tienen acceso a estos centros culturales de creación y circulación de propuestas artísticas que son dinamizadores de comunidades enteras no solamente en las grandes ciudades como Bogotá, Cali o Medellín, sino en regiones apartadas como Pailitas en el césar o Salento en el Quindío.
Tal como ha quedado consignado a lo largo de todos estos años en los informes de gestión que anualmente rinden los teatros al Ministerio, a pesar de los limitados recursos que asigna este programa, el trabajo permanente de artistas y directores ha permitido que permanezcan estos espacios que suplen desde la sociedad civil lo que el Estado constitucionalmente debe hacer.

Porque existe en este momento la tensión?

El meollo de este asunto radica en que si bien el Ministerio de Cultura en el 2010 hizo un aumento de 600 millones de pesos al programa, la convocatoria está planteada de tal manera que rompe unilateralmente con los acuerdos pactados y atenta contra el desarrollo del teatro, su creación, difusión y permanencia, al lanzar una convocatoria para la asignación de recursos diseñada “desde las alturas” por funcionarios que desconocen la historia e importancia del programa y que amplia los términos de participación a otro tipo de espacios como casas de la cultura, centros comunitarios y malokas.

Estos espacios, también vitales para el desarrollo cultural de las comunidades del país, indudablemente necesitan un apoyo estatal que no resulte en detrimento de los programas que ya vienen funcionando, y que sea diseñado con unos lineamientos políticos y un presupuesto propio que responda de manera eficiente a las particularidades de sus requerimientos.

Al no haber sido posible hasta el momento entablar un diálogo con la señora Ministra Paula Marcela Moreno o con alguno de sus delegados para concertar nuevamente los términos de este apoyo, que finalmente redunda en beneficio para los colombianos, todas las salas de teatro del país, manifiestan de manera unánime una posición firme de rechazo a los términos de esta convocatoria hasta tanto no sean revisados y sean producto del diálogo y la concertación propia de la democracia contemporánea.

Es importante poner en conocimiento de los medios de comunicación y de la opinión pública estos temas aparentemente “invisibles” pero fundamentales para el desarrollo de nuestra democracia y el trabajo incansable de todos los colombianos por quitarle espacio a la guerra y fortalecer las iniciativas de paz.

6 comentarios:

  1. ay, pero si el teatro colombiano es tan bonito, a mí me faxina ir a ver esas sobras de dostoievski que parecen "puestas en eccena" de colegio pero que son todas rimbombantes porque las hace el teatro libre...

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  2. Tremendo, pero voten todos por Mockus y verán que habrá para el teatro, el circo y demás manifestaciones de las minorías.

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  3. a mí todavía no se me pasa la euforia teatral; en cuanto a tu pregunta de qué pasaría si cerraran sus puertas, pues la verdad es que no pasaría nada, como cuando cerrar el cineclub el muro

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  4. Ve, "bobas": por ahí vi que mi paisano Carlos Vallejo, uno de los que se hace pasar por mujer en Barcelona, va a estar en una charla con Dani Samper Ospina en el ciclo de humor que se hace en el Teatro Nacional. No creo que vaya a la sesuda conversa, pero sí me gustaría dejarle una pregunta acá: ¿vos sí sabés dónde está el límite entre el humor y el insulto? ¿O es que para hacer humor necesariamente se requiere pordebajiar al otro? Ya entiendo: ahí sí el moderador les queda perfecto.

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  5. Gracias por comentar, anónimo. No sabemos de qué puede hablar ese Carlos Vallejo, pero hemos pensado titular nuestra intervención "La Bobada Literaria: una búsqueda poco exitosa del límite entre el humor y el insulto". Esparemos verte allá para que nos ayudes a encontrarlo. Ah, y por favor vayánse los dos, tú y Carlos Vallejo, vestidos de paisanos, para poder reconocerlos.

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  6. Ni soy Tespis, ni tengo carro...per mirad lo que he encontrado en una arruguita de mi memoria...(según se lea les vale a todos...también vale tararearlo sin dejar que escape más allá de los dientes)...
    Bobas cada día tengo mas claro que en vuestro caso y ante vosotras, a ciegas, el amor es una Bobada...ainsssss...la primavera

    "PURO TEATRO"
    (La Lupe)
    Igual que en un escenario
    finges tu dolor barato
    tu drama no es necesario
    ya conozco ese teatro
    fingiendo qué bien te queda el papel
    después de todo parece
    que ésa es tu forma de ser.

    Yo confiaba ciegamente
    en la fiebre de tus besos,
    mentiste serenamente
    y el telón cayó por eso.

    Teatro, lo tuyo es puro teatro,
    falsedad bien ensayada
    estudiado simulacro,
    fue tu mejor actuación
    destrozar mi corazón.

    Y hoy que me lloras deveras
    recuerdo tu simulacro
    perdona que no te crea
    me parece que es teatro.

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