Las bobadas literarias

Los comentarios que llegan al foro electrónico y al moderno edificio de aguardiente Cristal de La Bobada Literaria suelen ser muy educados. Tanto, que parecen escritos por Carreño. Pero a veces algún lector va a Norberto's, se despeluca y nos insulta por haber publicado algún artículo, o por haberle dado resonancia excesiva a alguna opinión, pero tales casos suelen ser extremadamente raros. Lo común es que manifiesten su desacuerdo en las mejores terminales, sin que ello les impida ironizar, burlarse o señalar un error de bulto en lo que aparece en sus pantallas. La mayoría de comentarios son hechos por Anónimo, nuestro más fiel lector y jefe de redacción de comentarios. Igualmente, muchos nos piden expresamente que no publiquemos sus comentarios para evitar la ira de Jean-Paul Argent, lo cual es una lástima porque en muchos mensajes se trasluce la inteligencia y el buen humor de un lector informado –uno solo–. Ha pasado también que alguien llama por teléfono para regañarnos por algo que considera impropio de La Bobada Literaria. Aunque no sabemos cómo se consiguen nuestro número, incluso entonces los comentarios suelen ser corteses, tanto que la bronca inicial desemboca en una cálida invitación a tomar un canelazo para seguir discutiendo el asunto en un teatro del centro.

Todo esto es común hoy en día, así como es común la manía de copiar las cosas como si esuviéramos en China. Como lo sabe cualquier lector de Andrés Caicedo, cientos de árboles han sido sacrificados para que un montón de estudiantes de gafas culo de botella tengan dónde consignar sus viajes de ácido sin signos de puntuación argumentando que la falta de estilo es su estilo. El hecho de que a Andrés Caicedo y a La Bobada Literaria les pase lo mismo es un indicador de que las letras en Colombia siguen de mal en peor. Por eso, nos sorprendió encontrarnos en días pesados con una horda de blogs que imitan estas pixeladas páginas con –quién lo creyera– todavía menos gracia que las líneas originales.

Para sorpresa de nadie, los autores manifiestan el recurso preferido de los blogs de humor: cambiar el chiste flojo por el mal chiste. En circunstancias normales un texto de esta naturaleza sería impublicable. Pero cuando el país fue regido ocho años por un señor que habla como un tendero y ahora por otro tartamudo que lleva más bótox que la cara de Lully Bosa, nadie puede hablar de circunstancias normales. Discutir con blogs convencidos de que tiene alguna relevancia el mal humor de otro blog o que presuponen que publicar en nuestras páginas sólo se logra emborrachándose, sin darle un solo azote al enano®, es ir en busca de El Tiempo perdido. Si lo decimos es porque, tal como se verá enseguida, el asunto se presta para una profunda reflexión –que, por supuesto, no verán en este blog–. Así que reflexionen, bobos lectores. Mientras tanto, nosotras (con sangre azul) vamos a llamar al abogado de John Paul Money para demorarnos más de un año escribiendo las demandas que harán pagar a estos copiones que atentan contra el buen nombre y las bobas costumbres.

Sólo nos queda una conclusión: bobos lectores, no acepten imitaciones.