Relato de Navidad en la Gran Manzana
Después de que me requisaran en el aeropuerto como si tuviera cara de talibán, descubrí por qué NY es la capital del mundo: en un planeta hostil, nada más característico que tratar a los que entran como si fueran potenciales terroristas. Pero entré, aunque fue por el aeropuerto de New Jersey y desde que crucé el Hudson River supe que este se convertiría en mi nuevo hogar: es que NY es el mundo entero apeñuscado en unos cuantos cientos de calles. Chinos, japoneses, hindúes, petroleros texanos, raperos de cualquier color de piel, chinos japoneses, modelos de Vogue, Homero Simpson, David Letterman, chinos, griegos, latinos, árabes, europeos, chinos, africanos, Julio Mario Santo Domingo, pero principalmente chinos: el mundo converge en NY.
La gente está tan mezclada que los colombianos pasan desapercibidos. A menos que no tengas dinero para pagar un hotel –el más barato cuesta cien dólares la noche y no tiene baño– y te toque quedarte en la casa de algún familiar colombiano. De resto, no se notan, y por eso pueden robar billeteras sin que la gente se dé cuenta.
En diciembre, Queens es como Medellín pero con otro tipo de nieve. Yo creo que hay más paisas que en Medellín y hasta los costeños hablan paisa. Y aunque vine a NY a comer natilla, a beber aguardiente y a escuchar a Los Cantores de Chipuco, también vine para saber a qué sabe el epicentro de la cultura del último siglo. Y sabe a comida china hecha en McDonald’s. Los periódicos, las cadenas de comidas rápidas y las vallas publicitarias están en mandarín. Algunos también en inglés, pero nadie los entiende. Y todo, desde un souvenir de un dólar hasta una chaqueta de treinta mil dólares en Louis Vuitton, es Made in China.
Después de dos días subiendo de peso con buñuelos, frisoles y Pony Malta en Queens, por fin mi primo bogotano –que habla como paisa– me llevó al downtown. El metro olía a orines, tenía más dibujos inspirados en los Excusa2 que un baño público y al fondo un rapero pedía monedas. Por un momento pareció un bus de Bogotá pero sin las frenadas del conductor, hasta que anunciaron en un idioma ininteligible que estábamos en la Quinta Avenida con Calle 59; con sólo saber que estaba en Manhattan, me sentí como en una película de Woody Allen y empecé a ver el mundo en blanco y negro, muy poético. Luego me di cuenta de que lo que pasaba era que había mucho esmog.
Lo que uno quiera lo puede conseguir en NY. Lo que más me gustó fue la tienda Mac porque me confirma que soy más inteligente que Marijuli: únicamente éramos unos tres mil genios los que estábamos aglomerados en este espectacular cubo de vidrio. Pagué mil dólares por un iPad –¡estaban en sale!– que me servirá mucho para impresionar chicas en algún café Juan Valdez y que en dos años no servirá ni de pisapapeles. Ustedes, pobretones, vayan a comprar PC, yo me quedo con cualquier producto egoísta que empiece con i. Incluyendo iDiota.
A pesar de la nieve, deambulé por el Central Park, donde una pareja de hipsters se inyectaba heroína orgánica libre de gluten, otros sombreritos andaban en sus bicicletas panaderas y unos cuantos consumistas trotaban con sus tenis Made in Tailandia –qué out, para estar a la moda neoyorquina lo que uses debe ser Made in China–. Los animales del zoológico, al igual que yo, estaban congelados. Sin embargo, en un punto del parque estaban rodando una comedia romántica con Meg Ryan y Tom Hanks. Se va a llamar ¿Tienes un iPad? y no me la voy a perder. Es que NY es muy intelectual. Tanto, que recordé que Woody Allen debía estar también acá, corriendo en pantaloneta como en Todos dicen que te quiero. Lo busqué. Me fui detrás de cada viejo que vi para preguntar si era él. Pero, aunque todos estaban medio locos y eran hipocondríacos, ninguno estaba casado con la hijastra, también Made in one of the two Chinas.
La noche cayó muy temprano y tuvimos que volver a Queens a rezar la novena, a bailar merengue con mis tías y a comer lechona. Al día siguiente hicimos algo más sofisticado: fuimos a comprar regalos para la familia en lo único chino Made in NY: Chinatown –que suena más sofisticado si se pronuncia en inglés–. La muchedumbre, el olor a manteca quemada y los charcos de nieve derretida me hicieron sentir como en San Andresito, con algunas diferencias: acá lo que venden es más pirata que un editor de Oveja Negra y viene con garantía –la garantía de que se va a dañar después de un mes– y hablan y escriben el inglés peor que los contrabandistas y los vicepresidentes colombianos. Para subir la adrenalina, nos metimos por un zaguán de cincuenta metros –al estilo de las trincheras del Vietcong– hasta llegar a una bodega llena de carteras Guchi, Parda y Carolina Errera al precio de un llavero en Totto. No sobra decir que mis tías quedaron encantadas con los regalos.
Esa noche fuimos a una pelea de boxeo en el Madison Square Garden y, aunque sigo sin entender qué tiene de deportivo darse en la jeta, sentarme al lado de lo más selecto de la basura blanca americana me hizo sentir uno de ellos. Hasta tomé Budweiser, el basuco de los gringos; con tanta gente gritando y derramando vasos gigantes de cerveza, uno no se puede resistir. Tampoco me pude resistir a otra noche de Pastor López, tamal, chorizo con arepa y Cerveza Águila. Después de tanta cerveza, tampoco me pude resistir y dejé que mis pantalones olieran a Chinatown.
Llegó el 24 de diciembre y tuve que huir de mi familia: les dije que iba a comprar panela a la tienda de la esquina pero me fui a comprar Pamela. Terminé en el MoMA. Siempre he sido un fanático del arte conceptual, especialmente porque no lo entiendo pero me parece interesantísimo posar de conocedor poniéndome la mano en la barbilla y diciendo conceptos como "este cuadro denuncia a las mujeres que se prestan a la farsa de una monarquía femenina como alegoría de la discriminación de las mujeres en la vida republicana". En las instalaciones del museo había videoinstalaciones, coproinstalaciones, electroinstalaciones, frutoinstalaciones, fonoinstalaciones y fideoinstalaciones. Que viva San Andy Warhol. Alrededor del museo venden un montón de arte que pienso comprar cuando mi papá me mande el próximo giro. Que viva San Andre Sito.
Nueva York huele a Warhol, a Capote, a Dalí y a cadáver de Lennon, que encarnan el significado del vocablo del spanglish "MetLife".
Aproveché mi escape para ir al Empire State –no subí porque me gasté toda la plata en el Mac Store, adonde regresé para comprarme una mesa para usar el iPad en el inodoro (costó setecientos dólares) y otra para usar el iPad en la silla del bus (a quinientos dólares en sale)–; también fui al Rockefeller Center con su pista de hielo –la fila para patinar media hora se demoró cuatro horas–; incluso fui a ver el Ground Zero –el hueco de las Torres Gemelas–. Pero, sin darme cuenta cómo, terminé en un concierto de las Gemelas Torres en un restaurante paisa, comiendo chicharrón y natilla, bebiendo aguardiente, hablando un spanglish más fluido que el de Sofía Vergara y llorando hasta las siete de la mañana del 25 de diciembre con mi familia, que no sé por qué extraña a Colombia si en Queens son más colombianos que en el Valle de Upar. Tanto que prefieren al Niño Dios que a Santa Claus y a J Balvin y las pandillas que a Alvin y las ardillas.
me gusta, un día de estos me gustaría ver un post sobre lo que se ve haciendo una fila para entrar a un consulado Colombiano
ResponderEliminarflojo pardo...trata de vender la idea de que no conoce Nueva York cuando tuvo un blog durante años contando sus vivencias allá...predecible en todo sentido...A los 3 camioneros, más calidad y menos cantidad por favor
ResponderEliminarUstedes emboban mis mañanas <3 Que al amor eterno de l@s teletubbies las acompañe
ResponderEliminarahora voy a tener pesadillas con Marijuli Marijuli, ah ah...
ResponderEliminarQué entrada tan forzada, primera ves que lo leo, pero en realidad se vuelve muy predecible.
ResponderEliminarNo me interesa lo que haga Daniel Petardo.
ResponderEliminarBuena la predicción del iPad, de hecho hoy ya no me sirve para nada sino para navegar en apple, se llenó el miserable disco y no puedo ver animaciones en Flash! Si sale una segunda versión de Wall-e, Steve Jobs (dueño de Pixar) debería mostrar al robot construyendo una montaña de basura compuesta sólo por iPads.
ResponderEliminarEmpezaré a aprender Mandarín pues ya se veía venir el nuevo dueño del mundo.
ResponderEliminar¿Cómo se escribe :) o el resto de emotíconos en Mandarín?
Se les olvidó agregar que en La Gran Manzana no sólo venden discos baratos e inútiles escolares. También venden libros, grandiosos libros formativos como todos aquellos que son "...para Dummies", además de otras joyas del periodismo colombiano como el libro que recopila las frases de Álvaro Uribe y se titula: "Estoy cargado de tigre". Por otra parte la variedad de discos de La Gran Manzana garantiza que es posible -para todas las desesperadas fans- encontrar un disco hasta de Marcelo Cezán por la irrisoria suma de 35 mil pesos. Y la atención, qué decir, es un lujo. Generalmente, en todas las sedes, hay un sardino con bozo 'e lulo que se esmera por convencer al cliente de que no podrá conseguir nada en mejor precio, teniendo en cuenta que todo parece usado y que tienen tantas cosas que lo único que uno puede sospechar es que son robadas.
ResponderEliminarEs tan increíble ese almacén que merece ser personaje del mes!
Por lo demás: "Pero, sin darme cuenta cómo, terminé en un concierto de las Gemelas Torres en un restaurante paisa, comiendo chicharrón y natilla, bebiendo aguardiente, hablando un spanglish más fluido que el de Sofía Vergara y llorando hasta las siete de la mañana del 25 de diciembre con mi familia, que no sé por qué extraña a Colombia si en Queens son más colombianos que en el Valle de Upar. Tanto que prefieren al Niño Dios que a Santa Claus y a J Balvin y las pandillas que a Alvin y las ardillas."
JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJA
Genial.
Daniel Pardo se debe estar revolcando de la envidia con Daniel Petardo.
ResponderEliminarque video de hombre el que escibio esta historia tan larga, desocupe? pero te felicito dices lo que piensas.
ResponderEliminarPD:Espero que la silla del baño para el iPad te funcione bien, con esto de envio mis mejores deseos.
al parecer mis amigos tocayos no lesa gusto nadita, pero como a mi lo bobo me hace reir sea lo que sea, tambien los felicito a ellos por hacerme reir. Esta fue mi bobada.
ResponderEliminarJaja queridisimos Anónimos a los que no les gusto el post. Jodanse :D
ResponderEliminarEsta G E N I A L.
Me encanta como escribe (n)??
Botella de besos y caja de abrazos
Este lo entendí más que el de Londres, me parece muy bien que escriban para la clase emergente jajaja.
ResponderEliminarAh, y la Gran manzana (la librería) es mejor que panamericana, por lo menos no son tan usureros, si no te gusta el bozo del que atiende entonces paga el doble por no verlo en la panamericana, idiota.
Cuando la estupidez se toma a título personal, las discusiones terminan de manera estúpida. Espero más de esto.
ResponderEliminarzzzzzzzzzzzzzzzzzzz zzzzzzzzzzzzzz zzzzzzzzzzzzzzzzz zzzzzzzzzzzzz
ResponderEliminarme gustan las tortugas
ResponderEliminarLOVE IT!
ResponderEliminarBobas, que bueno que escriben!
ResponderEliminarReflexiones de todo se hace en chinatown y los americanos lo envidian no alcanzan a ser tan geniales .
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