Después de las fiestas de fin de año, las miembras de La Bobada Literaria quedamos en bancarrota y, en un audaz acto de capitalismo, decidimos convertirnos en empresarias. Siguiendo el ejemplo de prohembras como Paris Hilton, Shakira y J Lo leímos El perfume y concluimos que nuestra nariz está muy bien desarrollada. Por eso, hablamos con los escritores colombianos más destacados en los medios y les propusimos algo que nos conviene a todos: crear sus propias fragancias, para que dejen de quejarse de que la literatura no da plata. Los resultados de esta sensacional propuesta de mercadeo cultural –para la que contamos con la asesoría de las mejores mercaderistas de Almacenes Tía–, los bautizamos, simplemente, Hugo Chaparro Boss.
Chanel #25
¿Alguna vez se ha imaginado a qué huele Efraím Medina? Por supuesto que no –y si lo hizo, de seguro vomitó–, pero le adelantamos que huele más a “mi verga de 25 centímetros” que a “su sexo jugoso”. Si quiere convertirse en el hazmerreír de las groupies literarias, no dude en comprar este delicioso perfume que, aunque no alargará el tamaño de su pene ni evitará la eyaculación precoz, sí lo hará alardear de sus nulas dotes en cualquier materia (sexual, literaria o musical). Viene en un frasco de 25 centímetros. Puede usarse como vibrador.
Rosas invisibles
El nombre de este perfume no es cursi ni se refiere a la desaparición de @ensayista, sólo es una marca saramágica, tan saramágica como Laura Restrepo y sus pretenciosas novelas. Combinando un montón de laca para el pelo y delirantes estereotipos sobre “el drama psicológico”, Rosas invisibles promete convertirse en la mayor muestra de por qué en Colombia no hay escritoras. Las primeras cincuenta compradoras de esta fragancia obtendrán un Premio Alfaguara por el mismo precio.
El Maloliente
Ser un dandi tercermundista nunca fue más fácil: déjese la barba, hable como si estuviera bravo e invite a todos sus amigos millonarios –no de Millonarios– a crear una versión cundiboyacense del New Yorker, con todo y un festival para la mensa minoría en el que hablarán de sus interesantes encuentros sexuales y su relación con el cigarrillo. Para completar, esta nueva fragancia tiene un poco del olor a casa vieja de Teusaquillo, algunas gotas cordiales y mucho olor al papel de las revistas que no vende. Este perfume se consigue directamente en las oficinas de El Malpensante e incluye una suscripción por tres años a la revista.
Promiscua y mitómana
La fragancia de Mario Mendoza huele a azufre y a cloaca, en una mezcla de aromas tan incongruente como cualquier cosa escrita por el novelista más afectado y posudo de la literatura colombiana. De venta en el Pozetto, el perfume incluye una visita a las lóbregas tinieblas del Hades, un diploma como ex combatiente de Vietnam y un revólver para que asesine a todo el mundo con seis balas. Póngase la mano en la barbilla, mire al horizonte e intente descifrar por qué Mario Mendoza apesta tanto.
Flashback
Aunque desde hace dos siglos se viene utilizando el flashback en la literatura, sólo Jorge Franco utiliza esta “novedosa técnica” para construir novelas que ni como telenovelas funcionan y, desde ahora, la utiliza en un perfume que huele peor que el río Medellín. Sin mayores pretensiones, Flashback sólo tiene un olor: el de las hojas inservibles, tomadas de libros como Rosario Tijeras, Paraíso Travel y Melodrama. Aclaramos que, desde ya, RCN compró los derechos para utilizar este desagradable aroma. Ideal para ese tipo de hombre varonil que se depila las cejas y se encrespa las pestañas.
El olor dulzón del basuco
Cuando se habla de literatura urbana en Colombia es inevitable recordar esta descripción: “el olor dulzón del basuco”. Por eso, contratamos a Nahum Montt, el cadaver de Rafael Chaparro Madiedo y otros escritores irrelevantes –casi todos ellos ganadores de premios literarios sin importancia y asiduos asistentes a talleres literarios gratuitos– para que combinaran el olor a lana virgen de su ropa, un poco de incienso, algo de whisky barato y tienda cervecera y mucho de esa calle en la que, dicen, encuentran sus historias. Si usted quiere engañar a su familia y a sus amigos diciéndoles que es escritor, no dude en usar El olor dulzón del basuco, el perfume de moda entre los wannabes colombianos.
Putas aguas de mierda
Aunque al principio se resistió a participar en esta colección de productos de mercadeo, Fernando Vallejo accedió sin dudarlo cuando le dijimos que las regalías de su perfume iban a destinarse a salvar perros. Lo que no le aclaramos es que vamos a salvar perros calientes –principalmente púberes– de las fauces de los perros callejeros. De todas formas, esta fragancia es tan fastidiosa como leer al mejor escritor ex colombiano: mezcla de cianuro, raticida, ortiga y agua bendita, este veneno le garantiza a quien lo use que el 70% de sus palabras serán groserías y el 30% restante serán conectores de esas groserías.
Lujurioso
Santiago Gamboa presenta un aroma tan espeso como su pretenciosa narrativa. Con una mezcla de cremas contra el acné y esencias de la cultura china fabricadas en una oscura calle bogotana, Lujurioso –bautizado así en honor a uno de los párrafos más sexys de sus letras, cuando llamó así a su pretencioso pene–, no sólo lo hará ver más bello sino que lo convertirá en una bomba sexual irresistible y sangrienta: como en el párrafo de marras, los muslos de las mujeres se abrirán a su paso. Su aire de superioridad diplomática, además, lo llevará a ser el mejor escritor de la historia, así sus novelas sean cada vez peores.
Rancio
La fragancia de William Ospina combina los olores de cuando se abre un libro cerrado por siglos y cuando, al final del día, se desprende una cola de caballo hecha con el pelo mojado. Aunque huele a pecueca, este fragancia es ideal para el amante de párrafos farragosos, bufandas de lana virgen y un interés más bien repentino y wannabe por nuestra historia. Su resultado es el complemento perfecto del atractivo intelectual de ceño fruncido y cola de caballo rebelde a lo Lorenzo Lamas.
Para terminar, anunciamos que estamos trabajando en las fragancias de Jotamario Arbeláez (que no huele a nada), la de Jaime Espinal (hecha con esmalte para uñas y babas de Margarita Posada), la de Luz Mery Giraldo (que es chiviada y se consigue en las bibliotecas de las universidades), la de Juan David Correa (con la que todo pasa pronto, y no pasa nada) y la de Juan Álvarez (que tiene problemas de movilidad literaria).
Eso sí, aclaramos que no queremos saber a qué huele la de Plinio Apuleyo Mendoza.
¿A qué huele Harold Alvarado y de paso la bien nombrada culifruncida de Amalfi?
ResponderEliminarY la fragancia de Gustavo Bolivar "Paradise"no hay?
ResponderEliminarfaciolince?
ResponderEliminarBueno, Héctor Abad debe usar el mismo perfume del papá o a lo mejor el de las hermanas.
ResponderEliminarO sino la de Ricardo Abdahllah, que huele a moscatel y vampira lesbiana.
ResponderEliminarHuele más a Abad que a Héctor y más a Facho que a Lince
ResponderEliminar¿y a qué huele Caballero, Alape, GABO, Gardeazabal, Tomas Gonzales, Molano, Soto Aparicio, Mejía Vallejo y por último pero no menos importante la señorita Sanín?
ResponderEliminarSeguro que tiene que haber segunda entrega, bobas...
PERSEUS DICE:
ResponderEliminarLA FRAGANCIA A CADAVERINA SHULTON Y A MARIHUANA HIDROPONICA DE ALGUNOS NADAISTAS SERIA UNA FRAGANCIA QUE NO PODRIA FALTAR EN LA SEGUNDA ENTREGA DE LAS FASHION LIGAS DE LA SEUDOLITERATURA COLOMBIANA. VIENEN VIVIENDO DEL CUENTO, DEL MITO Y DEL MUERTO, AL IGUAL QUE LOS DE LA REVISTA GOLPE DE DADOS.... QUE POR LO QUE SE NOTA SON DADOS DE BAJA, POR LA CANTIDAD DE CRUCES QUE APARECEN EN SU (CAMPOSANTO) CONSEJO DE REDACCION.
BUENA ESTA MIS QUERIDAS Y BELLAS ZORRAS DE LA CERDADA LITERARIA.
Me da curiosidad el aroma de Antonio Ungar, de Piedad Bonnet, de Ricardo Silva, de Roberto Burgos Cantor, de Pablo Montoya, de Raul Harper, de Gonzalo Mallarino, de Akeronte Sadia. (Los nombres raros no se gasten, por favor).
ResponderEliminar¿A qué estará oliendo David Sánchez Juliao?
ResponderEliminar¡Apestosas! Justo por escribir maricadas de poca monta, mejor, de nula monta (espero que no les paguen por esto), para montársela a tanto pendejo suelto.
ResponderEliminarQuiero recomendarles este texto, sobre el último libro de William Ospina. Es de las pocas lecturas objetivas que se encuentran en línea: http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/nacional/item/pa-que-se-acabe-la-vaina-un-comentario?category_id=138
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