Disculpas

Condenada por un crimen de lela humanidad, La Bobada Literaria tiene que pedir perdón a toda la ciudadanía afectada por sus bobadas. Perdón, ofrecer perdón, pedir perdón. Corresponde al Gerente de La Bobada Ilimitada hacerlo, independientemente de la época de las bobadas. Así que, yo, José Gabriel Ruiz-Navarro, lo hago con toda humildad.

Yo no puedo decir que La Bobada desprestigió al bloguero Plata o al uno o al otro. Lo que sí puedo decir es que lo desprestigiaron, y que eso es muy grave y que eso no se puede repetir. Sin embargo, también se ha mancillado el buen nombre de Elsy, Ensuncho, Espinal y la fotógrafa de Espinal, entre otras víctimas de los crímenes de estado de ánimo en Facebook.

Y yo pido perdón. Yo hago parte de ese 50% de colombianos que ha sufrido en carne propia ese descrédito: la misma Elsy me ha llamado uribista, anónimo y vulgar, cosas bastante hirientes que, incluso, me hicieron contemplar el suicidio, porque yo también soy compasivo y sensible. Yo sé qué es ese dolor. Y por eso desprevenidamente pido perdón.

Pero hay que tener en cuenta una cosa: no se puede implorar, exigir a la justicia que obligue a La Bobada Literaria a pedir perdón y al mismo tiempo adelantar falsas acusaciones, proceder con odio a maltratar injustamente a compatriotas, a maltratar injustamente la honra de los blogs. Eso es muy grave. Porque es tan grave el crimen físico como el crimen virtual. Entonces en eso hay que tener mucho cuidado.

Con respecto a la similitud entre los pegajosos títulos “La movida literaria” y “La bobada literaria”, hay que aclarar que todo fue una fatal coincidencia, como encontrarse a un soachuno vago dispuesto a hacerse pasar por guerrillero y tener que darlo de baja para ganarse unos diítas libres. En el caso del señor Juan Pablo Plata, de quien jamás hemos dicho nada excepto que es una gran inspiración, él nos acusa públicamente –en carta publicada en la revista Arcada, edición LGTV–, de haberlo llamado “traqueto”. Un comentarista de mi blog, @criticoliterario, fue quien lo hizo. Yo no conozco a ese señor; sin embargo, antes Juan Pablo Plata nos dijo “malparidos”, y eso sí que es un insulto porque en este blog la mayoría somos mujercitas, así que somos “malparidas”.

Por su parte, Elsy Rosas Crespo dice que le dijimos fea, cuando dijimos todo lo contrario. Mis asistentes, todas ellas mujeres, en realidad mueren de ganas por parecerse a Elsy –no me pregunten por qué, pero así es– e, incluso, nuestro director de arte le hizo un bellísimo retrato. Además, yo no tengo la culpa de que Elsy diga cosas como “logré ser como Pierre Bourdieu”, motivo suficiente para ser escogida como personaje del mes en este blog.

Si Juan Ensuncho Bárcena fue reporterito y se ve en la obligación de autopublicarse, si Jaime Espinal se pinta las uñas y me gasta whisky para que hable mal de él, yo tampoco tengo la culpa. Si la forma en que se expresa Juan Pablo Plata le parece a nuestros lectores digna de un traqueto, tampoco. Si la mujer que fotografió a Espinal saliendo de una lavadora –como La Pantera Rosa en el episodio que se convierte en una mota voladora–, está avergonzada de haber tomado esas imágenes y no quiere que yo las divulgue como prueba de la eliminación de Jaime del Desafío Literario, tampoco es mi culpa.

A otros ofendidos, como Andrés Burgos, les digo que tampoco tengo la culpa de que lo que escriban pase tan desapercibido que no merezca aparecer en mi blog.

Perdón, Colombia.

Perdón, Comunidad Internacional.