Entrega de los premios Bobo de Oro

Llegamos a la ceremonia de los premios Bobo de Oro. Parados en el tapete (de baño) rojo con todas las estrellas y estrelladas de nuestra adorable farrándula nacional, nos limpiamos los pies, entregamos los premios y nos fuimos a celebrar a Mamando Records. Al igual que en los premios TV y Novelas, los ganadores fueron elegidos por nuestros lectores: recibimos 92 votos –el mismo número de suscriptores de la revista de marras– y los galardonados fueron:

1. Ciro Guerra, el Bobo de Oro Cinematográfico por Los viajes del viento, la película que demuestra que robar no cuesta nada: unos acordeones y una historia en el Caribe que pudo haber sido un cortometraje bastaron para hacer una película y ganarse elogios de la prensa que, quizás por lástima, dice que es “conmovedora” y un montón de cosas que en realidad no es. Lo que sí es: una película cuya dirección de fotografía parece de Andrés Hurtado. Sin embargo, muy cerca de Guerra quedaron grandes cintas como El Man, el más reciente –y por desgracia no el último– descache de Harold Trompetero e Infraganti, la película de Dago García para las vacaciones 2009 – 2010.
2. Con un arrollador 41% de popularidad, Jaime Baily es el Bobo de Oro Televisivo, gracias a su incursión en RCN: lo único que tiene que hacer es hablar mal de Chávez y sus amigos pero muy bien de Uribe, sin ningún argumento y sin más gracia que su copetín emo. No muy cerca, otra locura de RCN ocupó el segundo lugar: el canal NTN24 demuestra que Claudia Guri Guri salió de Buga para timarse el mundo. Lamentablemente, todo parece indicar que ni para hablar mal de él, la gente quiso saber de Inversiones el ABC, la telenovela que fue extraditada por mostrar la versión uribista de DMG.

Y, sin más preámbulo, abrimos nuestra encuesta de la semana: ¿cuál es el festival cultural de sus sueños?
- El Q’Hay Festival, organizado por el periódico Q’Hubo: literatura amarillista, conferencias sobre necropsias, conciertos de Johnny Rivera y el taller sobre titulares sangrientos harán las delicias del público.
- El Gay Festival, un espacio para re flexionar las rodillas.
- El ¡Ay! Festival, organizado por los gestores culturales de festivales de pueblitos que no tienen apoyo y por cinecluberos que necesitan espacios para proyectar Saló o los 120 días de gomorra.
- El Hay Estival, el mismo Hay pero en ese agosto que llamamos verano. El recomendado especial es La fiesta de la chiva, el ciclo de conferencias de Vargas Llosa en el pintoresco medio de trasporte.
- El Festival Descentro, lo mismo de Rock Al Parque pero con otro nombre: las bandas que tocan todos los viernes en Bogotá preparan los espectáculos de siempre, pero esta vez en La Candelaria.