Fuimos con el Procurador a Estéreo Picnic y nos pegamos un viaje de ácido
Colombia NATGEO encontró al Procurador en Estéreo Picnic reclutando hipsters para las juventudes conservadoras. Les promete vivir en el pasado, lo que ha cautivado a todos los adolescentes de mostacho y a las niñas que le robaron la ropa a la abuelita.
Elegante. Fina. Más coqueta que practicante de periodismo con el jefe. Así fue la respuesta del procurador Alejandro Ordóñez, el todopoderoso, el Señor de los Rosarios, el más-de-los-más, el Wendy Sulca de las leyes, cuando llamé para invitarlo a darse con nosotros un borondo por Estéreo Picnic, el festival del millenial local, del transmilenial, la extravaganza musical encarnada en un line up diverso y equilibrado entre transversales cartesianas. Paso por ti a las dos, mi negro, le dije, y salí como un bólido en el Vicemóvil. La anécdota es mitológica porque la boleta (de entrada) incluía un LSD.
La jornada empezó así:
Su Sagrada Majestad me esperaba en la puerta de la Parroquia del Señor de los Milagros. Yo le había dicho que se fresqueara con los escoltas, que mis panas de Estereopí no lo reconocerían porque su cara nunca se asoma por Netflix. Él tampoco conoce nada de Estéreo Picnic porque su beathead absoluto se quedó en Wagner.
Y lo diré a priori, casi a manera de justificación, sabiendo que lo que está a punto de tirarle al mundo este santandereano no solo resultará absolutamente inesperado, sino, en sus propias palabras, hasta "suicida".
Alejo Ordóñez lo sabe. O más precisamente: lo sospecha, pues entiende que, hoy día, la música ya casi nada tiene que ver con la música misma. O por lo menos, como él la entiende.
Dos horas después de encontrarnos, seguíamos en un trancón ni el hijueputa y yo veía que Alejo estaba preocupado. Pero paila: sin escoltas no hay velocidad, papi. Es decir:
Después llegamos y yo pensaba que El Proc se iba a poner violento e iba a sacar un látigo para cascar a los asistentes por sus atrevidas vestimentas y peinados, pero no fue sino que apareciera un fotógrafo de sociales para que se moviera como fish in the water, posando aquí y allá y hasta el más allá.
Skrillex
La primera noche, los electrónicos consagrados –mucha melena, Pantene y corsé– se mimetizaron en los potreros de enyerbados charcos mientras gritaban “qué chimba, hijueputa”, porque el primer día de Estéreo Picnic habían dejado de matar gatos para arrastrarse por debajo de las piedras o, mejor dicho, de entre las tumbas, para ser el público más fiel de este titán que cerraba la primera noche de celebración.
Épico.
Skrillex es un programa de computador con múltiples encarnaciones en escena (desde la del rock más premarxista hasta la del funk-pop-jazz con notas de fábric music house postapocalíptico, pasando por el ensamble industrial de technoboleros guturales hasta el del más desgarrado hip hop del ciberpunk) que, en efecto, demostró que todo lo que se dice de él es cierto –para ser exactos, nada–.
El Procu en persona quiso desconectarle el Mac. Pero el cucho estaba todo empapelado y no paraba de reírse, con las pupilas muy dilatadas y sudando a pesar de la lluvia. Yo ya no me drogo pero Alejo estaba abriendo las puertas de la percepción a punta de elesdí.
Vacile. Terapia. Algarabía. Pase. Fogueo. Psicodelia. Perreo.
Escarcha
¿Se acuerdan de Pop Stars? Yo tampoco. Pero al crew que bookea el Estereopí le pareció que, si Coachella reunió a Rage Against The Answering Machine, ¿ellos por qué no podían pensar en traer de regreso a nuestras bandas e izar esa bandera con el orgullo que se merece? Sorry, mis negros, les hubiera ido mejor reuniendo a Zulu y Dana García. El Proc, haciendo toda la coreografía con full desenfado, me dijo que antes no le gustaba ese grupo porque sus integrantes eran muy niñas para andar cantando obscenidades como que el corazoncito les hace bum bum, pero que ahora tenían unas edades más apropiadas. Palabra de Dios, my ladys.
Él mató a un policía motorizado
Herederos del legado de Pimpinela, los Tupamaros de la Argentina llegaron el sábado para reventarla durante casi dos horas seguidas de bum-bum-bum y zácate-con-zuas. El momento de la noche: cuando el frontman nos hizo arrodillar, hacer un examen de nuestros fantasmas colectivos y exorcizarlos con un grito de verbo malhablado, erótica pueblerina y atmósfera apocalíptica, una comedia negra y surrealista sobre el puro y sucio porno entre policías.
Ahí, en medio de ese coro de miles de jóvenes tomándose selfies, vimos que el Procu también estaba de rodillas, y cuando creí que estaba extasiado por la música de estos killers, pude ver que tenía en la mano un rosario. Rezaba por la pérdida de valores de nuestros jóvenes. Te apoyamos, Alejo: la plaza pública es el dancefloor. Oh sí.
Oh.
Sí.
Alt-J
Sin lugar a dudas, estos british dieron el show más contundente de todos los tres días, una vaina sin Ctrl-Z. Así lo dijo el Procu, que estaba delirando con los atuendos líricos y las luces color caramelo de ron. Lo suyo no solo es un performance musical, sino un universo de fantasía, a lo Disney, un shortcut que dibuja el símbolo de Dios, con letras psicoactivas cuyo erotismo espabiló y a algunos cautivó más que La Serviteca del Miedo (el mejor grupo que ha parido Colombia desde Los Meros Recochanboys).
Oh sí.
Una trama dramática en donde nada es gratuito y, al contrario, todo (escenografía, luces, humo, bailarines, videos, coreografías, atuendos, canciones, líricas, sotanas, personajes y efectos) hace las veces de elemento narrativo para contar una historia que, en este caso, es la mitología de un par de emperadores medio alienígenas que, a la Ziggy, Juanes, La Tigresa y otros tantos mesías pop, han venido entre los hombres a salvarlos porque pensan positivo. Igualito que Alejo, que después de cuatro ácidos ya hasta estaba diciendo que acababa de abortar. No sabemos qué, pero abortó.
Lo de siempre: el perreo contra el vals.
Los dealers
Para la próxima edición, la organización debería considerar darles un stand en Las Puertas de la Percepción del Cielo… y grande, porque sin duda los manes se hicieron su billetico y desde la entrada hasta la salida del potrero acecharon a los asistentes con su no tan discreta oferta de ácidos, perico y creepy, pero puede ser que esto último fuera la exclamación de los jóvenes cuando veían la cara de mi acompañante.
Calamaro
Esto no se puede decir de otra forma: Calamardo es tan malo que al Procurador le encantó. Una vez más, este cantantucho no despertó mucha histeria en el respetable, ni tampoco entre el público. A la organización: sabemos que el argentino protagoniza sus sueños húmedos, pero la verdad es que ya le dieron la chance y deberían montar en tarima más cumbia, más chucuchucu, más sabrosura, más vacile picotero, más global perreo, postvacile, gender-bending-contra-racista global y bass monosónico champetúo. Para las próximas ediciones, por favor, ahórrense a estos poetas de Café Cinema: el verdadero Chapinero vibra con Matik-Matik y Latino Power.
En conclusión: el cartel de este año estuvo tan flojo que ya no solo el Procurador no nos va a volver a acompañar, sino que difícilmente nosotros mismos vamos a querer ir. Y eso que en ChapiVice creemos que la nueva escuela colombiana tiene el frente más brillante, más vigente y más fogueado a nivel mundial (y no nos referimos al de las Farc). En cuanto a los ácidos, estoy pensando seriamente en recaer porque mis textos cada vez están más malos. Mis opciones son volver al LSD o ser édiror de la revista de la Procuraduría. Al fin y al cabo, hasta la leen más que a Vice. Lo mejor es que me pude tomar una selfie al revés.
Gracias, desde lo profundo, por el viaje.
Fue hermoso.
Oh sí.
eso en serio parece escrito por el pelmazo de Niko, que asco
ResponderEliminarNo lo lei a conciencia. Es que, es tan hipster se que cae en lo mainstream. Picos bobas.
ResponderEliminarla serviteca del miedo! mataron a minegro con eso pero mucha publicidad gratis para ese hueso que es Vice Colombia
ResponderEliminarBien flojo este texto bobas. Ni lo terminé de leer porque no daba risa de lo realmente bobo que es. Chao, se cuidan.
ResponderEliminarHerederos del legado de Pimpinela, los Tupamaros de la Argentina llegaron el sábado para reventarla durante casi dos horas seguidas de bum-bum-bum y zácate-con-zuas
ResponderEliminarjajajajja
Queremos mas
Lastimosamente (para vice-chapi) la línea más sincera es la mas real: "sigue los preceptos de chocolocura de la edición original pero con menos talento, nulo rigor investigativo y más huecos de producción, redacción y edición que una revista universitaria" con la salvedad de que las revistas universitarias son mejores.
ResponderEliminarLo peor es que quedó mejor escrito de lo que probablemente quedaría en Vice. Me reí. Gracias.
ResponderEliminarBobas. hasta cacorras seran
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