miércoles, 28 de julio de 2010

El gato volador

Las miembras de La bobada seguimos cotizándonos en los medios internacionales. Después de nuestra colaboración en la copia española de El País de Cali, hemos sido convocadas por El Comercio de Perú para hacer un sesudo reportaje sobre lo más importante de la muerte de un tal Carlos Monsiváis: el futuro de sus mininos y sus pipas. Conscientes de que el tema de los gatos es tan importante para nuestros intelectuales de bufanda, gabán y boina, esos seres melancólicos que disciernen el mundo con la mano en la barbilla mientras oyen a Dizzy Gillespie y sueñan con tener un bastón, buscamos a las fuentes más importantes para aclarar la suerte de esos "doce gatos cuyo destino generó la preocupación de miles de mexicanos". Recomendamos especialmente testimonios como los de la directora de la Fundación Gatos Olvidadizos y frases como "la felina incertidumbre". La nota, que salió publicada así, fue enviada por nosotras (ahora con retardante) asá (notarán que hubo muy pocos cambios, lo que nos pone muy pletóricas):

NO HAY GATO ENCERRADO

Monsiváis amaba los gatos, quizá porque compartía con ellos la soledad, la melancolía y los bigotes que tenía que arrancarse cada mañana con un cortauñas. Por eso no debe sorprender que doce mininos habitaran en su residencia de la rue Saint Simón, en el momento en que el escritor fue hospitalizado este aciago abril por un avanzado triángulo de fibrosis pulmonar. Doce gatos cuyo destino generó la preocupación de miles de mexicanos, pues se temía que su familia los cazara para hacer enchiladas.

El último gato en llegar a casa se llama Cat Ástrofe, un felino blanco de manchas grises, recogido en el barrio de Taxqueña cuando el escritor con sus maullidos más incesantes que los de Pink Tomate interrumpió la relectura de un ensayo sobre Cats, el musical gringo. Monsiváis lo adoptó en el 2008, al afiliarse como activista de la asociación defensora de animales Gatos Olvidados. “Quiero a uno pequeño para que me obedezca. Porque ninguno lo hace”, confesó el escritor al solicitar la adopción —como recuerda Claudia Helena Vásquez, ahora directora de la institución—. Lo curioso es que, con El Tiempo, el encantador gatito sacó las garras: era más latoso que el Gato Volador.

LA DENUNCIA
Tras la muerte de Monsiváis, el sábado pasábado, Claudia Helena Vásquez llamó a casa del escritor pensando en el destino de Cat Ástrofe y del resto de la pandilla. Un maullido agresivo le informó que ya se había dormido a la mitad de las mascotas y que en los días siguientes se eliminaría al resto. La fuente, que respondía al nombre de La Gata, añadió que fueron “ellos, los gatos, los malditos gatos” los culpables del deceso del @ensayista.
La activista actuó, e hizo la denuncia en la concurrida página web de la asociación (www.gatosolvidadizos.org).

NO HABÍA GATO ENCERRADO
En estos días, más que por el vacío que deja en las letras mexicanas —que no es mucho más grande que la maleta de Félix el gato—, la muerte del genial autor de Los rituales del caos había impactado en las redes sociales —sea en la web de Gatos Olvidadizos, Facebook o Twitter— debido al incierto destino de sus mascotas.
Felizmente, ayer la tía del escritor, María Monsiváis, salió a disolver la felina incertidumbre al declarar a la agencia Nometimés que, de ninguna manera, se había “dormido a ningún gato, y que, por el contrario, seis de ellos viven aún en la casa de la rue Saint Simón", mientras que el resto había viajado a Hollywood a buscar suerte. “Carlos procuraba siempre darles un lugar donde estuvieran bien atendidos, bien cuidados, y eso es lo que ahora estamos haciendo nosotras, buscando dónde ponerlos para que estén igual o mejor que antes”, agregó, por lo que no nos explicamos por qué los están mandando a Hollywood. Aseguró, además, que está pendiente de que coman bien, para lo cual contrataron al chef catalán Ferrán Adrià.
Sin embargo, uno de los gatos de la pandilla es el único que no encontró un final feliz en esta historia. No se trataba de Enilce López, la gata con bótox, ni de la gata Cheshire. Según la enfermera que atiende a doña María Monsiváis, Mito, nombre inspirado en un jugador y actor colombiano que se llamaba El gato Pérez, murió el pasado miércoles cuando le informaron que Jorge Volpi lo quería adoptar. Fue la mascota que acompañó al autor a la eternidad.

UN AUTOR Y SUS BOBADAS
Las mascotas de Monsiváis tenían nombres tan originales como Miss Oginia, Miss Antropía, Fetiche de Peluche, Catzinger Z, Peligro, Caso Omiso, Sara Tustra o Miau Tse-tung. El más viejo de todos era Mito Genial, y dice el mito que era un genio. Algunos, incluso, aseguran que era él quien le escribía los textos al autor.
“Sin mis libros me sería imposible vivir y sin mis gatos también. Los libros no maúllan ni los gatos proporcionan sabiduría, por eso no podría elegir. Preferiría entonces vivir sin mí”, dijo el escritor al diario El Universal de México, y nadie pudo contenerse de la risa.
Aún no se sabe qué pasará con otras posesiones del autor, como la réplica del sombrero de Don gato que solía usar en algunas de sus tertulias.

4 comentarios:

  1. @críticoliterario28 de julio de 2010, 11:44

    Pues yo lo único que tengo que decir es que desde que tengo gato escribo más.

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  2. lo mejor fue el final, me iba quedando dormido a la mitad, pero todo sea por la intelectualidad felina

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  3. Estuvo bueno el escrito, para que, pero estas bobas, cada vez, más pulidas y eso solo se logra cada que se pasan la lengua por las paticas y se felcitan entre ellas.

    Pero por mas bobas y sabidas que sean, porfa no hagan tantas referencias pluriculturales, miren que el anacronismo de nosotros los nacidos en los 80´s, no da para tanto.

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