martes, 5 de enero de 2016

Pronto en Colombia

En La Bobada Literaria, como somos tan bobas, empezamos el año llenas de optimismo. No sólo Bogotá dejó de ser el paraíso perdido ahora que la ambición de poder de Peñalosa la recuperó, sino que la posición oficial de El Tiempo nos llenó de positivismo (y del real, no del santista). Tras leer el editorial de hoy, dedicado a la cultura, nos invadió la felicidad: los directores del periódico más leído del país descubrieron por fin eso que los demás llamamos cultura, y le dedicaron –en estos días cuando sus lectores están vomitando junto a una piscina y casi nadie está pendiente de la actualidad– la atención de cenicienta que siempre se le ha dado, para que no digan que aquí eso a nadie le importa.

El editorial en cuestión, por supuesto, no dice nada: parece escrito por uno de esos robots de los que cada tanto se dice en las noticias que van a escribir los artículos en un futuro. Lugares comunes, cifras rápidas y los mismos eventos de todos los años sirven de excusa al periódico para afirmar que la cultura está muy bien. Esto demuestra que sus editores nunca han puesto atención: el editorial se pudo haber escrito hace uno, dos o diez años y se podrá escribir igualito dentro de uno, dos o veinte. Por eso, hoy le tenemos una chiva al periódico oficial de Colombia: los robots no van a escribir las noticias; para escribir artículos sin decir nada ya tenemos a los editorialistas de El Tiempo.

Pronto en Colombia 
(Úsese durante los primeros días de enero todos los años de aquí en adelante a partir de la fecha.) 

En el (inserte el año que acabó) la cultura colombiana dio importantes noticias: la sonora presentación de un gran grupo de artistas en (país donde el agregado cultural por fin haya hecho algo); la creciente aparición de obras notables en los campos de la literatura, el teatro y la música; el trabajo sostenido, desde las instituciones, por acercar a más y más ciudadanos a la posibilidad de la lectura; la profesional puesta en marcha de los festivales y ferias que desde hace más de una década han marcado el calendario cultural de la nación; la consolidación de una cinematografía que en una década de serias políticas públicas no solo ha conseguido aumentar su producción, de cero a (número de películas colombianas no hechas por Dago García el año que acabó) películas por año, sino además estrenar cintas tan importantes como las premiadas (título de una película premiada en cualquier festival) y (título de otra película premiada en otro festival).

Valdría la pena anotar, ya que es tiempo de balances, que la controversial gestión de (nombre del alcalde que sea, porque todos menos Peñalosa, que recuperó Bogotá, son controversiales) en Bogotá tuvo en el ámbito cultural uno de sus grandes aciertos: la continuidad de ciertas ideas y de ciertos funcionarios, de la colección de volúmenes clásicos llamada ‘Libro al viento’ al apoyo decidido a numerosas expresiones artísticas, de programas sociales como (nombre de programa social distrital o de barrio) a la revitalización de ciertos escenarios de la capital, probó que es posible librar de las veleidades de la política a las instituciones que marcan el día a día de los ciudadanos. Lo mismo, que se ha beneficiado de la continuidad de políticas y funcionarios, puede decirse del Ministerio de Cultura.

Este nuevo año parece llamado a ser tiempo de cosecha. El (diga hace cuántos años) restaurado Teatro Colón, convertido en escenario y productor de obras a un tiempo, hará un importante homenaje a las piezas de (nombres de un par de dramaturgos sacados de la programación) para conmemorar (lo que sea que se conmemore). Vendrán bandas memorables, como (dos nombres de grupos, no importa si son memorables, como los Rolling Stones, o perfectamente desechables, como Coldplay), gracias a una serie de políticas que lo han hecho posible. Se habla, desde el Ministerio de Cultura, de una inversión de (cifra sacada de las promesas de campaña) de pesos para la construcción de (cifra sacada de las promesas de campaña) espacios culturales en (cifra sacada de las promesas de campaña) departamentos del país, y de (cifra sacada de las promesas de campaña) trabajos de restauración por (cifra sacada de las promesas de campaña). Se menciona, entre los propósitos del (año que empieza), el compromiso con la reparación de las víctimas desde la cultura (o las víctimas de la cultura, dependiendo de lo que quiera decir).

En la segunda mitad de marzo llegará a las salas bogotanas el XV Festival Iberoamericano de Teatro (si es año par; si es impar, hable del Hay Festival): (cifra sacada del boletín de prensa) artistas de todo el mundo llevarán a cabo (cifra sacada del boletín de prensa) funciones en (cifra sacada del boletín de prensa) lugares de la capital con la importante misión de revitalizar uno de los eventos más queridos, más respetados por los colombianos. Se darán, una vez más, las ferias del libro tradicionales: de la cada vez más sólida Feria Internacional del Libro de Bogotá a la cada vez más querida Fiesta del Libro de Medellín. Estará pendiente el público de los salones nacionales de artistas y de las ferias de arte de octubre.

Los espectadores irán aún con más expectativas a los estrenos nacionales luego de ese (año que acabó) de tantos reconocimientos. Y los lectores, orientados por los premios a las obras publicadas y por el voz a voz, que tiende a ser el crítico más respetado, se acercarán a las nuevas publicaciones colombianas.

Este (año que empieza) promete ser, en otras palabras, un año lleno de tramas, de voces, de imágenes del mundo hechas en Colombia.