jueves, 10 de junio de 2010

La selección Colombia

Como la selección colombiana de fútbol es más inútil que votar por el candidato del sombrero, las miembras de La Bobada Literaria, que junto a seis millones y medio de colombianos queremos un país cada vez más bobo, les propusimos a los representantes de nuestras letras y letrinas que hicieran una selección de fútbol que nos represente, por el mes que viene, en el Mundial de Fútbol y Letras, ya que todo el mundo piensa que Shakira –la guaricha encargada este año de calentar la lascivia de los fanáticos del fútbol– es de algún país entre México y Argentina que, seguro, no es Colombia.

La elección de los titulares no fue fácil, como dirían en cualesquier reality. Pero afortunadamente las cosas se dieron y pudimos sacar a Ricardo Silva, pues nadie quiere a un autor capaz de hacer un Autogol y publicarlo en Alfaguaro. También seleccionamos a Coño García como jefe de Recursos Humanos y a Santiago Gamboa, filósofo maturánico, como director técnico, pues es quien mejor sabe que Perder es cuestión de método, aunque jamás acepte una crítica.

Los delanteros serán Mario Mendoza –que le ha metido una decena de goles a editorial Planeta y que llegó a humillar al premio Sex Barrial con un pacto con Satanás–, Gustá Bobo Lívar –por las goleadas que le ha sabido hacer a España y Colombia– y Jorge Franco –que le ha metido goles a RCN y miles de colombianos con un libro que nada tiene de novela negra (ni de valor literario) pero que ganó el premio Dashiel Hammet–.

Los mediocrecampistas serán los escritores medias tintas Tomás González, Iván Hernández y Juan Julio Paredes, que ni son buenos ni son malos y son más aburridos que un post de Elsy Rosas Crespo.

Los defensas serán Juan Ensuncho Bárcena –defensor de lo indefendible: sus propios textos–, Jotamario Arbeláez –defensor de Luz Mery Giraldo, la Jack Espárrago de la academia–, Antonio Caballero –defensor de la versión 1.0 de Elsy Rosas Crespo, Harold El Varado Tenorio– y el creativo del comercial de fútbol de Noemí Sanín –defensor del derecho de las mujeres embarazadas a jugar fútbol–.

El arquero, por supuesto, será Plinio Apuleyo, que ha sabido coger todo lo que pasa cerca de sus manos: desde editoriales incautas que lo publican hasta el diario del régimen, pasando por amistades con escritores y matrimonios con escritoras, embajadas y su participación en El Desafío Literario.

Gabriel García Márketing y Fernando Vallejo fueron convocados por la presión de los críticos, pero dijeron que preferían jugar en la selección mexicana pues, a la larga, México les ha dado más respeto del que jamás les ha dado Colombia.

Por eso, con esta ig-nómina de lujo, no tenemos que ser el Mago Yin para predecir los artículos de prensa que vendrán la próxima semana, apenas pasados los partidos de la primera ronda:
La selección Colombia participó en el Mundial de Fútbol y Letras y, como en todo, perdió. Y no sólo porque le tocó jugar con equipos de más larga tradición futbolística y literaria –pues también palideció ante equipos como Perú, donde Vargas Llosa y Bryce Echenique se bailaron durante la hora y media de juego a los once escritores colombianos–, sino porque los autores tricolores estaban más interesados en dar entrevistas y posar de genios que en escribir.

El primer partido fue un augurio de lo que venía: el equipo de Inglaterra salió a enfrentar a los colombianos con sólo un jugador, pues los demás se quedaron atendiendo a Nick Hornby, que moría de fiebre en las gradas. Así, Martin Amis, Ian McEwan, Julian Barnes, Hanif Kureishi, Zadie Smith y Jhon Banville se turnaron para hacer, cada uno solito, una terna de goles a todo el onceno nacional. A Javier Marías se le veía ansioso por jugar junto a los británicos, pero ya le llegaría su turno de humillar al equipo tricolor junto a los españoles: Eduardo Mendoza se encargó de burlarse de cada uno de los colombianos mientras Vila-Matas hacía goles igualitos a los de Pelé, Maradona, Cantona, George Best y Madonna, y se encargaba de citar a cada uno de los jugadores en los que se inspiraba. Lo suyo, dijo, era el metafútbol, que consistía en meter goles. Félix de Azúa, Antonio Muñoz Molina, Pérez Reverte, José Ovejero y Javier Cercas no tuvieron que hacer mucho, pues al lado de ellos los escritores colombianos se veían muy pequeños.

De regreso a Colombia, las amenazas de muerte para selección de fútbol, letras y letrinas no cesaron pero, lamentablemente, ningún escritor fue asesinado porque el próximo presidente de la república prometió hacer un mundial en el país y necesita jugadores para la selección anfitriona. En la memoria de los colombianos todavía está el 0-5 con Argentina, que es y seguirá siendo el único triunfo en cualquier aspecto de este país pues la mayoría de los habitantes del mundo piensan que Gabriel García Márquez –nuestro primer y último Nobel–, al igual que Shakira y Juanes, en realidad es cubano, mexicano o cualquier cosa mejor que colombiano.

4 comentarios:

  1. un gol de la bobada no es como un autogol o el gol ese que le hicieron a mondragon?

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  2. jajajajajajaj ¡menuda go(ooo)lpiza en todas las letrinas!...En el Mundial de Fútbol y Letras...¿las faltas son de ortografía?

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  3. A juzgar por los últimos trinos de Andrés Hoyos creo que va a cerrar el Malpensante y quiere ser la cuarta boba.

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