miércoles, 21 de octubre de 2009

Desafío Literario. Capítulo 2: Era miércoles cuando salió Juan Diego

La bienvenida al Desafío Literario, La lucha de la bobada estuvo para alquilar balcón: Aura Cristina Geithner sacó tiempo de las presentaciones de su obra Perdedoras –que protagoniza junto a la actriz de telenovelas y videos porno Luly Bossa Nova– para leer algunos poemas a los concursantes a manera de bienvenida. Con su sobreactuado acento mexicolombiano, logró conmover los corazones de Ángela Becerra y Juan Ensuncho, seres sensibles que prefirieron escucharla antes que beberse las provisiones de aguardiente de la casa.

Pero en la lucha de la bobada, por supuesto, los bobos se buscan para rascarse, más si se pueden rascar gratis. Entre vinos calientes y aguardientes, los demás concursantes hicieron lo que mejor saben hacer los escritores colombianos: beber. Esperamos que gracias a los poderes de Baco, este reality nos brinde escenas dignas de Melrose Place. Por lo menos, ya hemos visto a Fernando Vallejo hacerle guiños a Jaime Espinal –quien le asegura al irreverente maestro que a pesar de vestirse con plumas rosadas no es homosexual, pero se contradice cuando le hace el pedicure a Margarita Posuda– y se ha desarrollado una sospechosa amistad entre Juan Ensuncho y Eduardo Bechara, quizás motivada por sus experiencias comunes redactando blogs aún menos populares que este.

En el capítulo más emotivo de la historia del programa –de hecho, el segundo–, se despidió de la casa editorial estudio el escritor más importante de la penúltima década de la segunda mitad del siglo XX en la segunda ciudad más grande de Colombia: Juan Diego Mejía. Reconocido por ser el autor de la prosa más aburrida del Valle de Aburrá y de la novela Era lunes cuando cayó del cielo, el escritor fue despedido con una bandeja paisa del restaurante paisa Las Acacias y un grupo de trovadores paisas que también lo recibirá en su ciudad natal, cuna de paisas. Tras su salida del reality y ante su clara impopularidad en materia narrativa, Mejía se está debatiendo entre volver a alguna de sus antiguas profesiones paisas, que según su página oficial paisa fueron “soldador, maestro de escuela, panadero, entrenador de fútbol o machetero en las fincas de banano donde antes estuvo la United Fruit Company”.

En una eliminación llena de nerviosismo, llevada a cabo en el aula cristina de la casa editorial estudio, los participantes esperaron ansiosos a que Aura Cristina dijera uno a uno sus nombres según el número de votos recibidos, pero todos se vieron obligados a salir cuando llegó Fernnado Vallejo y llenó el aula con su ego.

Una vez afuera del Desafío, Juan Diego prometió, tras su experiencia en la casa editorial estudio y como director de la primera temporada del recordadísimo magazín cultural Culturama, escribir la continuación de El cine era mejor que la vida, que se llamará La televisión era más rentable que el cine. También prometió continuar con su disertación de los efectos del narcotráfico en la pérdida de la virginidad de las señoritas de su ciudad natal con la secuela de A cierto lado de la sangre –que fue vendida con la frase “un amor de silencios en medio del bullicio de un país que se evapora”–. Y, por si fuera poco, quiere volver a la necesaria reflexión política que había iniciado con El dedo índice de Mao y sus columnas en el periódico de culto paisa La Floja, con el ambicioso proyecto editorial Los dedos perdidos de Vargas Lleras, que pone fin a la desafortunada idea que tenía de escribir el tratado de fútbol paisa El dedo meñique de Mao Molina.

El escritor, que en realidad es matemático, lloró cuando los trovadores interpretaron para él la adaptación en trova de “hay una luz/ en algún lugar”, y dijo, bucólico: “sí, es la luz de mi ciudá, de donde nunca debí haber salido, hermano”.

3 comentarios:

  1. Casi lloro, esta es la conmovedora historia de un escritor que nunca debió haber dejado las matemáticas.

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  2. Estoy seguro que Vallejo, Franco y Espinal dejarán en alto a las letras paisas. Los paisas no estamos vencidos.

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  3. Ese señor se merece salir no sólo por paisa, sino por apaisado. ¡Adelante, costeños!

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