martes, 18 de febrero de 2014

Bobby Planet: Beijing

Después del arrollador éxito de nuestra invitación a conocer Dublín, decidimos pasar unos días en Beijing en busca de información para los lectores que no tienen nada mejor que hacer que viajar a China. De paso, aprovechamos para comprar un container con chancletas Condorito para vender en nuestros ratos libres. Con la aprobación del gobierno chino y la desaprobación de todas las demás guías de viaje, les presentamos la agenda más útil y completa para conocer esta ciudad sin salir de Internet.*

En los McDonald's chinos los pies de manzana están hechos con arvejas.

China cochina

Antes de ir
Recuerde regatear siempre que vaya a comprar algo. China es el Sanandresito de los comerciantes de Sanandresito, y los pequineses no tienen ningún reparo en cobrar hasta 26 veces el valor de lo que le estén vendiendo (incluidos los perros pequineses), aunque se conformarán con cobrar apenas siete veces más de lo que en realidad vale algo.

Al principio, la costumbre de fumar en espacios cerrados, como restaurantes o el metro, puede parecer desconsiderada. Pero cuando empiece a oler la esencia de China comprenderá la razón de este hábito que terminará adquiriendo usted mismo, así no le guste fumar. Al fin de cuentas, se dice que en China matan más rápido los olores que el cigarrillo.

La mejor forma de andar en Pekín es en bicicleta. Los modelos más modernos disponibles, que se remontan a 1878, garantizan la posibilidad de andar un poco más rápido que a pie.

Como los ingleses, los chinos son famosos por su flema. Pero, a diferencia de aquellos, la de estos es expulsada tras una sonora aspiración nasal como una forma de manifestar su agrado a sus interlocutores. Si aciertan en su cara quiere decir que usted de verdad les cae muy bien y quieren invitarlo a su casa a fabricar iPhones o Crocs.

Situación política
Gracias a Mao Tse-tung y a su revolución cultural, China es hoy un próspero país de campesinos capitalistas que creen que son comunistas porque repudian a los artistas y a los intelectuales.

Activistas chinos se esconden de la policía tras la Gran Muralla para actualizar sus perfiles de Facebook.

Reseña
Desde su fundación, Beijing ha sido una ciudad de déspotas y megalómanos que ha alojado a personajes como Kublai Kan y Mao Tse-tung. Como consecuencia, sus habitantes se han acostumbrado a cultivar la tiranía en su afán de llegar al poder. No debe extrañar, por tanto, que en medio de la Plaza de Tian’anmen, que queda en el centro de la ciudad, se encuentre el sarcófago donde reposan los restos de Mao, al que los habitantes visitan en peregrinación para llevarle flores, prendas rojas e intelectuales cortados en pedazos.

Al norte de la plaza se encuentra la Ciudad Prohibida, lo que es una lástima, pues sería una gran atracción turística de estar permitido el acceso. De la época antigua –anterior a las olimpiadas de 2008– únicamente permanecen otras dos edificaciones, el Templo del Cielo y el Palacio de Verano: la primera fue la residencia real de la Dinastía Ping y la segunda lo fue de la familia rival, la Dinastía Pong, que alternaron el poder hasta que Mao se los arrebató en un juego de tenis de mesa.

Con los juegos olímpicos llegó a Pekín una nueva época: la ciudad cambió su nombre a Beijing, los chinos dejaron de jugar damas chinas, fueron derribados los viejos hutongs –las callejuelas estrechas y antiguas–  y los habitantes aprendieron a lavarse los dientes. Las construcciones olímpicas cambiaron la fisonomía de la ciudad, aunque el famoso edificio conocido como el “nido de pájaro” provocó los ladridos de la mayoría de los pequineses, que reclamaban al menos uno de los huevos de la enorme ave que lo había construido.

Además de que está prohibido escupir en la calle, tampoco está permitido que los niños calvos toquen trompeta ni que las parejas sean felices. Quienes incumplen estas leyes son sometidos a ver una ópera china en su totalidad. Si se llegan a quedar dormidos, los obligan a fabricar cinco iPhones más ese día.

Dinero
Oficialmente llamadas yuanes, las monedas de la República Popular China se conocen, en honor al Cantante más Popular en China, como “juanes”.

Lugares de interés
Ópera de Pekín: No importa dónde la vea, lo importante es que tape bien sus oídos.

Muralla China: Construida por el déspota vanidoso Qin Shi Huang para colgar sus muchos retratos, tiene varios puntos de acceso desde Beijing para visitarla. Para evadir las burlas, evite preguntar por la Muralla China –en un país de casi diez millones de kilómetros cuadrados, son muchas las murallas chinas– y pregunte en su lugar por la Gran Muralla.

Xi’an: La mayor atracción turística de Beijing es la ciudad de Xi’an, cerca de la cual se encuentran la tumba de Qin Shi Huang y sus famosos guerreros de terracota, un ejército de soldados con el que el gobierno espera invadir Mongolia cuando acabe de desenterrarlo.

El corte de pelo con totuma se inventó en la más elegante peluquería china.

Dónde dormir
A juzgar por los ojos de los pekineses, cualquier lugar es bueno para dormir. En todo caso, es mejor evitar dormir en un restaurante para no ser incluido en el menú.

Dónde comer
Todo lo que usted ha oído sobre la comida china es cierto: en los puestos callejeros se encuentran desde pinchos de culebras y tortugas hasta sopas de ojos de mongoles o vísceras de japoneses. El perro pequinés es una popular versión del perro Colmenares del Parque El Virrey, de Bogotá.

Para ganar la aceptación de los turistas, el oso panda se consume con el famoso nombre de “pato Pekín”. El restaurante La Piscina Panda ofrece este plato a muy buenos precios y, además, tiene una piscina llena de aves para despistar a los Kung Fu Pandas, que son los defensores de los pandas.

Cómo llegar y salir
Llegar a Beijing es fácil: hay que ir hacia donde se ve una enorme nube gris que se encargará de que el visitante salga sin pulmones.


Las ciclorrutas en China tienen tres carriles y los carros uno solo. Los taxistas son colombianos y arman trancón cuando recogen a los pasajeros. El concepto de embudo fue inventado antes que la pólvora.

 *Este texto fue escrito en un iPhone por un niño chino al que le pagamos medio dólar la hora.

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