Mientras los escritores aprenden a escribir, el Desafío continúa desafiando el verdadero talento literario. Después de probar la fotogenialidad y las aptitudes para lanzamiento de libros, los retamos a escoger las portadas más inmundas, acordes con la calidad de sus obras literarias. Sabemos que todos son muy cultos y llevan a un artista de pan integral en su interior –incluso figuras como Jaime Espinal son abiertamente integrales–, así que acá los tenemos presentando piezas gráficas que, si los editores tuvieran criterio, jamás hubieran visto la luz.
Para ponerle el criterio a esta prueba de impunidad –o, al menos, el Criterion– contratamos a Marta Granadas, Diego Mamaral y, desde ultratumba, David SinSuegra: tres figuras reconocidas por dejar el nombre del diseño gráfico colombiano más abajo que el de sus letras. Ni siquiera Enric Satué, famoso por atormentar a los estudiantes de comunicación visual, se salvó del ojo punzante de esta santísima trinidad del diseño nacional.
Los resultados y las obras en competencia, son los siguientes:
Para ponerle el criterio a esta prueba de impunidad –o, al menos, el Criterion– contratamos a Marta Granadas, Diego Mamaral y, desde ultratumba, David SinSuegra: tres figuras reconocidas por dejar el nombre del diseño gráfico colombiano más abajo que el de sus letras. Ni siquiera Enric Satué, famoso por atormentar a los estudiantes de comunicación visual, se salvó del ojo punzante de esta santísima trinidad del diseño nacional.
Los resultados y las obras en competencia, son los siguientes:
Una imagen incendiaria para una obra completamente ilógica.
Mención especial para la escogencia de la tipografía.
Mención especial para la escogencia de la tipografía.

¿La diseñaron en Power Point? No, ¡la diseñaron en Word!

Si la obra se desarrolla en París, nada más funcional que… ¡una panorámica de París!
Y, por supuesto, los desnudos femeninos, que siempre venden.
No sabemos cuándo hace calor en Bogotá, pero estamos seguros que no es de noche
ni en la Torre Colpatria. Además, la tipografía es de nevecón.

Un escritor de sombrero, pantalón de rayas y gabardina tomando vino en Barcelona en verano.
¿Será que las editoriales no les pagan a los ilustradores?

Lo que le faltaba. Además de las mayúsculas iniciales, los pies son tan sensuales…
más cuando les caen hermosas gotitas de sangre femenina.

Existe un programa que se llama Photoshop, que tiene una ventana que se llama “Filtros”
y es de lo más de interesante, ¿cierto?

Inspirado en la Pietá, Franco demuestra una vez más que no tiene piedad con sus lectores.
Una portada con tetas vende más que un buen libro.
García Márquez dijo que quería pasarle la antorcha a Franco, seguramente para que queme sus libros.
García Márquez dijo que quería pasarle la antorcha a Franco, seguramente para que queme sus libros.

Inspirada en la canción de Bon Jovi “This ain’t a Love Song”,
con esta portada no dan ganas de leer el libro, ni nada:
¿pintauñas, sangre hecha con témpera y un protagonista con chaqueta de plumas?
Gracias, pero no. Gracias.

Aunque pocas veces lo sacan a relucir, nuestros diseñadores también manejan Illustrator.
Quizás no lo sacan a relucir porque su habilidad es peor que la de los principiantes.

En esta novela, que debió quedarse sin publicar, las virtudes del Photoshop
son apoyadas por torpes trazos de acuarela dignos de un niño de preescolar.
Claro, esa era la idea.

Lamentablemente no se trata de la canción de Suicidal Tendencies.
Es una de esas novelas urbanas salidas de taller literario que,
como indica la portada, están mal, hermano.

El onanismo literario no es exclusividad del blog El ojo en la paja.
Este escritor, que siempre aparece en sus portadas sin ropa,
sí que sabe de onanismo, de mal gusto y de peor gusto.

Es en serio: manejar Photoshop es más que usar sus filtros.
El brillito es de lo más tierno.

Unos saben tomar fotos, otros no. Unos saben diseñar, otros no.
Carlos Duque es de los que nunca han sabido mucho, pero él insiste en hacerlo.
Para la muestra un mojón.
Para la muestra un mojón.
El veredicto de los jurados entregó la impunidad a Juan Ensuncho, declarando que “desde el casting, esta portada debió quedar fuera de concurso; es una lástima que no tenga más libros publicados”. Las observaciones de los tres jurados fueron generosas, hasta el punto de proponer una nueva disciplina para este tipo de piezas: el desdeño gráfico. Además, entregaron tres menciones especiales: a Jaime Espinal –quien se sigue perfilando como uno de los competidores más fuertes del Desafío Literario–, a Efraím Medina, gracias a la ridícula puesta en escena de sus portadas, y a Shakira, pues pensaron que la portada del libro de Ángela Becerra pertenecía a uno de sus álbumes. Los demás concursantes quedan amenazados por no tomarse siquiera la molestia de revisar las propuestas de portada para sus libros y serán ustedes, bobos lectores, quienes decidan cuál de ellos debe salir de la casa editorial estudio el próximo miércoles. Al lector que más veces vote le regalaremos cada una de las portadas impresas en papel higiénico, para que les dé el uso que se merecen.