viernes, 23 de octubre de 2009

Desafío Literario. Capítulo 3: Libro al viento

Gabriel Ruiz-Navarro en el lanzamiento de su novela Sin Dirección

Con lágrimas en los ojos tras la salida de Juan Diego Mejía –causadas por los gases lacrimógenos disparados por el ESMAD a la casa editorial estudio, debido al disturbio que causó el club de ventiladores, Fan Club Ruin–, inició la segunda semana del Desafío Literario: La lucha de la bobada.

Antonio García y Mario Mendoza, ganadores de la prueba de impunidad de la semana pasada, celebraron su triunfo y dijeron que era mejor que el Rolex y el Planeta que ganaron respectivamente en años pasados. Sin embargo, Toño García –o ‘Coño’, como lo llaman cariñosamente sus compañeros– lamenta que la cucharita se le perdió después de tomarse la foto. La envidia brotó como acné en la cara de Santiago Gamboa, quien aún no aprende el método para perder.

Una escalofriante prueba de impunidad recibió a los concursantes en la mañana del viernes: Libro al viento: lanzamiento de novela. Ubicados en la pista de lanzamiento de bala de la Escuela de Infantería, los escritores tuvieron que demostrar que, además de hígado, un verdadero escritor debe tener jefe de prensa. Para comprobar la técnica y el alcance de los lanzamientos, que debían llegar a la librería que se instaló en el batallón sólo por este día, el Desafío convocó un jurado conformado por Nahum Montt y Fernando Gómez Echeverri. El primero aceptó encantado y aseguró que empezará a preparar su novela El Espinal y la Margarita, inspirado por este sorprendente reality; el segundo vino para ver si aprende a lanzar novelas, ya que su ópera prima, Salta chicharro, sólo la conocieron y reseñaron sus amigos.

La primera en lanzar fue Ángela Becerra, quien, gracias a la falta de peso de sus novelas, alcanzó a golpear la librería. La misma suerte corrieron Alejandra López, Eduardo Bechara y Luis Fernando Charry, pero sólo este último se ubicó dentro de la librería, pues los otros dos carecen de las palancas para entrar a una de verdad.

Efraím Medina lanzó su libro pero sus genitales quedaron al descubierto, por lo que fue amenazado automáticamente para salir del Desafío. Minutos después, Fernando Vallejo dijo que no le importaba la prueba, que él no tiene que demostrarle a nadie que es mejor que los demás, que eso está claro, que qué hijueputas le iban a hacer si no eran más que pedos y relinchos de caballo, malparidos colombianos, todos en este país son una chusma infecta, que… finalmente, el jurado lo descalificó por connivencia, luego de que amenazara con lanzar a sus perros en lugar de un libro. Vallejo, furioso, lanzó su pasaporte y se alejó de la pista maldiciendo al jurado.

Gabriel Ruiz-Navarro lanzó Sin dirección pero, por falta de fuerza, su libro no alcanzó a llegar a la librería. Al igual que él, Jorge Franco y Margarita Posada se quedaron cortos, muy cortos.

Llegó el turno de Jaime Espinal y un montaje de música de Trópico Esmeralda, videoarte, plumas, teatro, luces, rifas, juegos y espectáculos hizo que el público se olvidara de la literatura; cuando todos se encontraron asqueados por la baja calidad del show, pidieron que se detuviera y descubrieron que, con un poder planetario, la obra de Espinal había llegado a la librería, dejando al joven autor con una ventaja notable sobre sus competidores.

Juan David Correa lanzó su obra, pero los jurados no lo notaron porque Todo pasa pronto; sin embargo, dicen que el libro aún se encuentra a $2.000 en La Gran Manzana de la Calle 72. Algo parecido sucedió con Juan Ensuncho, que jura e insiste que sí tiene un libro, que lo lanzó en la mismísima Cueva de Barranquilla, que hasta algún lector de La Bobada Literaria dice que tiene una copia. Para que dejara de ensunchar, los jurados fingieron creerle y lo dejaron seguir en el reality.

Laura Restrepo se puso a hablar mal de la Iglesia Católica, siguiendo el reciente ejemplo de Saramago, y lanzó la novela Caín –original del Nobel portugués– diciendo que ella la hubiera podido escribir.

Por su parte, Santiago Gamboa lanzó Necrópolis pero le pegó en la cabeza a Correa, según él, de forma accidental; tras una inspección, el jurado descubrió que todo se debe a que alguna vez Arcadia publicó una reseña negativa de uno de los indudablemente excelentísimos libros del genial Gamboa. De esta manera, el representante internacional de la bobada se convirtió en el tercer descalificado y candidato a la eliminación de la casa editorial estudio.

Por último, William Ospina no alcanzó siquiera un metro de distancia en su lanzamiento: la densidad de su obra, que acumula siglos de la historia más pesada, la hizo físicamente imposible de lanzar. Así, se convirtió en el cuarto amenazado.

Durante toda la prueba, Mario Mendoza estuvo meditabundo y abstraído, mientras que Coño García aprovechó para dormir el guayabo que lo aquejaba. Volvieron en sí cuando Aura Cristina anunció que el ganador de la impunidad era Jaime Espinal, por hacer el lanzamiento más bobo en la historia de las letras y letrinas nacionales. Es por eso que, a partir de este momento, se abren las urnas de La Bobada Literaria para que ustedes, bobísimos lectores, escojan quién de los cuatro amenazados por connivencia debe salir de la casa editorial estudio.

2 comentarios:

  1. ¡Espinal, Espinal, Espinal!

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  2. Bien ido el colombiano infecto de Vallejo, porque sólo un colombiano infecto le dice a sus compariotas colombianos infectos que son unos colombianos infectos.

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