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viernes, 27 de abril de 2012

¿Para qué casa si no hay país?

Hoy es… ¡viernes! Y, como de costumbre, este ridículo blog exalta lo mejor de la democracia para demostrar que la gente es muy boba. Por ejemplo, para que nadie se dé cuenta de que el presidente de la república está haciendo proselitismo para que todos voten por su ministro del interior cuando hayan pasado sus ocho años de mandato, le dio otra cartera para que saquee y se pueda hacer proselitismo él solito.
Por nuestra parte, decidimos que más de 240 votantes son suficientes para afirmar que “el país habló”, así como hacen las encuestas de popularidad de los políticos de turno y el EGM. En ese orden de ideotas, 43% de los colombianos piensa que lo mejor de la Feria del Libro es que, gracias a la ley del ya mencionado Lleras –cuyo segundo nombre es Vargas–, los colombianos ya no leerán ni siquiera libros piratas. Mientras tanto, 61% del país piensa que lo mejor de la semana pasada fue que, cuando ustedes se burlaban de Shakira, nos clavaron el TLC. Y, al igual que los del Servicio Secreto, se fueron sin pagar.
Como estamos muy ocupadas gastándonos lo que nos pagan nuestros patrocinadores y no tenemos tiempo para escribir más entradas, vamos a salir del paso esta semana publicando una nueva encuesta con acalorados temas de actualidad:

¿Para qué sirven 100.000 casas?
Para que 100.000 familias vivan (aún más) hacinadas.
Para que Cumbia Radical pueda nombrar más lagartos a dedo.
Para que Pedro Gómez se cuadre unos pesitos extra.
Para que el próximo invierno tenga algo que llevarse por delante.

¿Por qué se redujo la popularidad de Santos?
Porque ya no es la cheerleader de la prepa.
Porque no ha hecho nada por la libertad de Ublime.
Porque cambió el bótox por el Revertrex.
Porque Vargas Lleras es el que está gobernando.

Y, ahora, lo que más nos gusta: la bobada literaria:

¿Cuál fue el mejor libro que leyó en la Feria del Libro?
Esos libritos enanos (que, lamentablemente, no son de enanos) que siempre salen en las buenas noticias del estreñimiento.
No me acuerdo cómo se llamaba porque me bebí todo el vino en el lanzamiento.
El Kindle Sorpresa.
Una caricatura que me hice con mi nombre en élfico.

viernes, 20 de abril de 2012

Paul McCartney es muy pley

Una vez más, Colombia se ha pronunciado: la única encuesta más boba que la urna virtual trae unos resultados sorprendentes. Aunque hoy a todo el mundo se le haya olvidado por culpa del concierto del último Beetlejuice, esta semana empezó con el cierre de la Cumbre de las Américas, un evento que sirvió para ratificar que para los gringos siempre hemos sido un prostíbulo. Y, lo que es mejor, un prostíbulo en el que no hay que pagar.
A la pregunta de qué fue lo que más tapó Colombia para realizar esta Cumbre, 57% del país votó por los jíbaros, a quienes disfrazaron de vendedores de coca(das), mientras 16% y 4%, respectivamente, demostraron que los falsos positivos y las Guacharacas del expresidente sí quedaron bien ocultas.
Por su parte, 37% de nuestros cerca de 500 desocupados votantes descubrió que lo más importante de la Cumbre fue el que será recordado como el mayor logro de este gobierno: una portada de Santos en la revista Timo. 24%, en cambio, cayó en el error de creer que el turismo sexual se hizo con burras porque las putas estaban escondidas; no contaban con que los agentes del Servicio Secreto eran tan profesionales que las encontraron.
Por último, los colombianos están divididos con respecto a qué debieron regalarle a Obama en lugar de un burro: un burro, pero con carriel guindado y ofrendado por Álvaro Uribe, o al hijo de Carlos Antonio Vélez de vuelta para CNN, a quien no le perdonaron que cubriera este reinado de políticos sin hacer un Reinómetro o una edición especial de Mini Cromos.
Pero nuestra estupidez no tiene límites y, para esta semana, bobos lectores, les traemos una nueva encuesta para que los desocupados de la red tengan dónde hacer clic.

¿Qué será lo mejor de la Feria del Libro de Bogotá?
El libro contable.
Que, como FilBo suena horrible, el próximo año se llamará Libro al Parque.
Que, gracias a la Ley Lleras, los colombianos ahora no leerán ni libros piratas.
Que van a pasar la semifinal de la Champion's League en pantalla gigante.
Que, por una suscripción a cualquier producto de la Caca Editorial El Tiempo, le enciman una tarjeta de crédito del Grupo Anal.

¿Qué fue lo mejor de la semana?
La libertad de Ublime.
Que nos regalaron media transmisión de un concierto, aunque fue pagada por nuestros impuestos y Julito se quedó con esa platica.
Que si SoHo no logra empelotar a Dania, le dará la portada al burro Demo. O a los dos, para mayor placer.
El retiro del General Naranjo. Lo malo es que podría ser presidente.
Que, mientras ustedes se burlaban de Shakira, nos clavaron el TLC.

viernes, 13 de abril de 2012

La Cumbre de Plaza de las Américas

A partir de hoy regresa a La Bobada Literaria una de sus mayores bobadas: la encuesta de los miércoles (que, en realidad, se publica los viernes). Para esta semana, quisimos concentrarnos en un tema de suma importancia para los noticieros: la Cumbre de las Américas –que no es el Aconcagua– realizada en Cartagena para mostrar que Colombia no tiene talento pero es muy buena moza. Entre otras cosas, nos intrigaba saber a cuál presidente le robarían el avión y si Cristina Fernández de Kirchner (ahora que se permiten transgeneristas en Miss Universo) sería elegida Miss Cumbre, pero como lo único que les falto a los cubrimientos noticiosos fue un “Reinómetro”, nos quedamos con las dudas.
Su opinión es muy importante para Nosotras, por eso los invitamos, bobos lectores, a escoger en la esquina superior derecha su opción favorita sobre las siguientes preguntas, fundamentales para el futuro del (in)continente:

¿Qué fue lo que más tapó Colombia para realizar esta Cumbre?
Los falsos positivos.
Las Guacharacas.
 El multimillonario contrato que le asignaron a dedo a Aviatur.
A los jíbaros, a quienes disfrazaron de vendedores de coca(das).

¿Qué fue lo más importante de la Cumbre?
Que Shakira se tomó fotos con un seguidor.
Que bañaron a los indigentes de Cartagena.
Que dijeron que el mercado de Bazurto era una obra de teatro (en Colombia se acabó la pobreza hace siglos).
Que el turismo sexual se hizo con burras porque las putas estaban escondidas.
Que el gobierno logró el que será recordado como su mayor logro: una portada de Santos en Time.

¿Qué debieron regalarle a Obama en lugar de un burro?
Un burro con carriel guindado, ofrenda de Álvaro Uribe Vélez.
Un periquito.
Al hijo de Carlos Antonio Vélez de vuelta a CNN.
Una guacharaca.

jueves, 12 de abril de 2012

Pablo Arrieta, Passenger of the Month in The Stupid Literary*

Hay algo más bobo que ser personaje del mes en La Bobada Literaria y es ser personaje del mes pasado (para quienes no lo han notado, este es nuestro personaje de marzo, pero publicado en abril).


Tal vez seas demasiado joven para recordar las épocas en las que, para ser profesor universitario, tenías que saber algo de algo. Pablo Arrieta sí las vivió pero, como es tan provocador, decidió darles un giro y convertirse en uno de esos docentes que no saben ni escribir un párrafo pero que, en lugar de renunciar, se dedican a usar el pronombre yo y a crear una imagen que los hace sobresalir cuando no tienen nada que enseñar. Por ejemplo, en sus fotos parece sacado de la caratula de los álbumes de Mago de Oz o Los Fantasmas del Caribe, y cuando anda en la calle con sombrero y pelo suelto es como el Juan Tamariz de la computación.
Las clases de este pobresor son un ejemplo a no seguir: para cautivar a sus alumnos, el pirata del conocimiento les cuenta en la primera de ellas que una vez vio a Woody Allen en “niuiorc” y lo persiguió por varias calles tomándole fotos. Eso no significa que haya hablado con Woody Allen o que, al menos, haya visto alguna de sus películas: simplemente lo vio en un viaje y eso lo convierte en un señor muy interesante porque viaja y ve celebridades en la calle. Además, le tomó fotos, porque él es fotógrafo / ilustrador / arquitecto / diseñador / lector. Por si no sabes / usar slash en lugar de comas es una forma muy cool de verte cool / así como citar nombres / pegar links que no tienen nada que ver / meter palabras en inglés cada vez que el español te parezca muy old fashioned / por eso es mejor referirte al Reino Unido como “el UK”.  
Este slash de GuitarHero (que del Slash de la guitarra eléctrica sólo se copia la pinta) hace de todo, mientras que sus alumnos uniandinos se limitan a pagar matrículas millonarias por ver a genios como él o la Gil de Carmenelectric hablar de ellos mismos y mostrar en clase referentes de cosas maravillosas que los colombianos jamás podrán hacer, como la música de Pet Shop Boys o Duran Duran, los grupos más risibles del UK.

Aquí, Pablo nos muestra una de sus mayores innovaciones: el iPablo.
Pablus Payasus que, como ya dijimos, hace de todo, también sabe qué es un gótico: cuando se lo preguntan, apunta de arriba abajo hacia él mismo con los pulgares hacia dentro y los puños cerrados, luciendo su vestimenta negra y sus anillos y hebillas de calavera. Lo que él no sabe es que es un gotico (sin tilde en la O): tiene una gotica de mosquetero / otra de Bon Jovi / media gota de ciberpunk. Sin embargo, tenemos que admitir que él es el verdadero Xperto en la materia negra: “Internet abre nuevas posibilidades: llega a una audiencia de millones de personas de manera inmediata y a bajo costo”. ¡No! ¿De verdad?
Si todavía Dudan Dudan de sus Xtraordinarias capacidades, miren el cierre de su perfil: “Desde el 2008 ha sido participante activo en la evolución del mundo editorial en español”. Esa evolución, como la de los Pokémon, consiste en seguir publicando cosas sin el menor criterio editorial pero “disparando píxeles” en lugar de talar árboles –si fuera más creativo, escribiría “pXeles” y no frases como esta: “Mi nombre es Pablo y en este libro hago las veces de escritor, que a la larga es tan solo un selector del contenido que debe ser puesto sobre estas páginas”–.
Como el tropipop no se limitó a la música y también se tomó el periodismo colombiano, Publimetro.co, el único periódico con más más más columnistas peor peor peor seleccionados que El Espectador, define a Arrieta como un “tele vidente digital”, como un “provocador digital” o, peor aún, como un “profesor y viajero planetario”. No nos cabe duda de que eso lo escribió él mismo; por eso, el álter ego de este perrata informático es Xpectro –a quien, vale aclarar, se refiere en tercera persona, como Elmo– y de quien dice que “Hoy, complementando las herramientas tradicionales, el universo digital amplía las posibilidades creativas y de difusión de los personajes y situaciones que salen de la punta de sus herramientas”. Si no entendiste, eso último significa usar los efectos del iPad con tanta creatividad como la de quien pulsa los botones de un ascensor. Y el resultado no lo podría hacer más feo ni el mismísimo @Vladdo:

"Hay que conocer a los dispositivos como a la palma de la mano", parece querer decir.
En sus intrincadas e hiperbobas disertaciones, que mezclan frases enrevesadas con ideas proféticas de un Walter Mercado geek y el lenguaje optimista de Jorge Duque Orinales, iPablo ha llegado a descubrir con decepción que la versión digital de un libro como Cien años de soledad no trae sorpresas. ¿Qué esperaba, que trajera adentro un huevito con juguetes, tal vez un Melquíades o una Remedios, la bella, para armar? Quizá, y por eso, en esa misma columna, se puso sorprendente: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el” ebook”. Esta, deducimos, es una de las cosas que lo hacen unparticipante activo en la evolución del mundo editorial en español.
Así, el Profesor Súper X afirma que “Todo en la cultura es un remix” –y tiene razón: ahora que cualquier persona capaz de armar una carpeta con canciones en mp3 se autodefine DJ–. También dice que “Desde 1996, la presencia digital ha estado publicada en diferentes espacios”. Lo que significa que .pablo es tan gringo que, además de no diferenciar los verbos “ser” y “estar”, él es La Presencia Digital y ustedes deberían comprar más gadgets para producir más trash: “Al final, creo que lo que vivo hoy es tan solo una tendencia a descubrir por muchos de ustedes (quienes todavía no tengan estos aparatos o no se hayan dado la oportunidad de explorarlos): ver textos en las tiendas, juzgar el valor que tienen impresos (tanto el costo económico como la calidad de la edición e impresión) y finalmente decidirse por el objeto o por solo el texto y se lo llevan para desplegarlo de forma portatil y permanente en su pantalla favorita”. Si no entendiste, la siguiente imagen lo explica todo:


El irresistible parecido de Pablox (el primo hermano de Clorox) con Marco Antonio Solís le da un carisma y una sensualidad que sólo se pueden complementar con las historias de cuentero en las que revela que creció en la época en que los piratas eran la realidad: según él, cuando vivía en Cartagena sin asomarse nunca al sol, “Morgan estaba ahí”.


Junto a sus evidentes problemas para hablar tanto análoga como verbal o digitalmente, este visionario de la multimediocridad dicta cursos de Flash como la única opción para crear “contenido rico”. No vamos a entrar a discutir la obsolescencia de Flash ahora que los dispositivos de la manzanita no leen sus formatos y todos quieren tener dispositivos de la manzanita, pero pensar en un software como la panacea demuestra que el mundo de este corsario es aún más pequeño que el set de Pirates of the Caribbean –decirlo en inglés, insistimos, es más cool, como escribir textos con hashtags y arrobas, como si el mundo fuera Twitter, y llegar incluso a usar en sus columnas el creativo posdata “postweet”–. A propósito de Twitter, entrar a su cuenta puede ser más improductivo que leer eltiempo.com: sus trinos no son más que links a páginas que cuentan experiencias digitales exitosas, como la de un brillante niño de 17 años que publicó un “ebook” para construir armas con Lego.
Pero el verdadero problema de Pobre Pablo Arrieta es que, al igual que en este blog, sus argumentos tienen el peso de una flatulencia. Por ejemplo, dice que la piratería es heróica pero promueve productos de corporaciones tan heróicas como Apple y Adobe. Luego pone un link a un video muy entretenido, prende su Nokia Xtremo y todos aplauden. Sin embargo / como nadie entiende nada / sus Xpertas intervenciones pasan con más pena que Doña Gloria y / por eso / la Ley Lleras se aprobó ignorando sus palabras 0.2.


Y sabemos, de antemano, que nos acusarán de copietas de El Malpensante (especialmente por el anterior video), la revista que tuvo la antijaveriana idea de cuestionar la precariedad deductiva de Pablo Honey Arrieta. Pero, como somos tan hipsters, te aclaramos que él ha sido candidato a personaje del mes desde que tuvimos el infortunio de sentarnos en una clase suya, hace ya una década, para que nos iluminara con las pantallas de sus gadgets. Y, precisamente, su indescifrable respuesta a la revista de marras nos deja a la Xpectativa de la reacción de este Xcelso pensador de la cultura digital a nuestro Xcremento digital de hoy.
Para terminar, te dejamos con una prueba más de que usar productos Apple no te hace más creativo:


*El título de este post está en inglés porque speaking en español is a ticket.

martes, 10 de abril de 2012

El Festival de Teatro, columna exclusiva de Héctor Bobad

Una vez más, el Festival Iberoamericano de Teatro cerró su telón después de que sus obras cerraron los ojos de todos sus asistentes. En La Bobada Literaria no nos quisimos quedar atrás y también nos dormimos, pero en nuestras casas. Y, mientras tanto, inspirados en el periodismo zonzo de SoHo, invitamos al escritor Héctor Bobad Faciolince a que se enfrentara con la que dijo que era su mayor fobia: el teatro. El escritor favorito de las tías paisas había dicho que si lo invitaban a ver alguna obra iba a contestar "vade retro", pero cuando le regalamos las entradas para varias obras se dio cuenta de que responder en latín sonaba más ridículo que representar los cantares de gesta de los que despotrica, y tuvo que aceptar asistir a las salas desconcertadas; además, nadie más lo había invitado a nada, ni siquiera a un tinto. En un acto de valentía, Bobad enfrentó de una vez por todas su fobia rubiano y nos aclaró que "vade retro" es como le decía Homero a las mamadas en reversa. El resultado fue esta crónica sobre su sorprendente encuentro con un arte que, según él, lo dejó "sofoclado".

¿Vade retro o no vade retro? Esa es la cuestión
Sí, mi fobia es el teatro. Y decidí no decirle vade retro a la oportunidad de enfrentarla. Claro que cuando me metí a Tumboleta a ver los precios de las entradas casi me voy para atrás y les digo a las bobas que cómo se les ocurría pagar todo eso, pero me armé de valor y, contra todos los pronósticos, fui al Palacio de los Deportes a ver la obra inaugural, que era australiana y se llamaba Tom Tom Crew. Fue una sorpresa: no había ninguna gesticulación exagerada, nadie sacaba la lengua como un energúmeno, no había gritos demenciales. La obra era muy fácil de entender, lo que me encantó: unos malabaristas hacían alguna gracia, luego un DJ prendía sus aparatos y más adelante un tipo salía a hacer sonidos con su voz, como el bueno de Mac Phantom o el negrito de Locademia de Policía. También aparecía otro australiano para mostrar que sabía tocar la guitarra, y de nuevo todo lo mismo: malabarista, DJ y Mac Phantom. Fue un éxito, precisamente porque no era una obra: era una muestra de talento, como Colombia tiene talento pero con australianos. Y con talento. Lo mejor es que pude aparecer en las páginas sociales, que es lo que me más gusta.
Salí del escenario fascinado: ni siquiera importaba que había que sentarse en las graderías o en una silla Rimax después de pagar como $100.000 –igual, las que pagaron fueron las bobas de La Bobada Literaria–. Si este era el teatro moderno al que se refería Fobia Rubiano en la carta abierta que me dirigió, todo estaría bien, y tendría que aceptar que estaba muy equivocado en mi opinión frente al arte dramático.
Pero fui a la segunda obra, Mirjana, y todos mis temores volvieron cuando me encontré con el pelo azul de Ana Marta, que hace juego con los afiches y la publicidad del festival. ¿Acaso hay que tener el pelo pintado para ser director de este Festival?, pensé, recordando a Fanny Mickey e imaginando que, siguiendo esa lógica, el próximo en el cargo debería ser el Pibe Valderrama. Los teatreros, deduje, con sus gestos exagerados, sus gritos innecesarios y, ahora, con su pelo pintado. Me parecen brillantes, muy inteligentes, pero lejos de las tablas y sin pintarse el pelo. El caso es que estaba ahí, y cuál no sería mi sorpresa cuando me di cuenta de que ahora el teatro es con subtítulos, que además no se alcanzan a leer. Intenté quedarme dormido, pero tampoco me dejaron los ruidos de la obra, que es una versión posmoderna de Padres e hijos, con un texto tan obvio y predecible que parece una novela escrita por mí. Al final terminé desarrollando una nueva fobia: la gente que va a teatro es como los sapos. Se paran a aplaudir sin haber entendido nada, pagan miles de pesos para no entender nada y sentirse bien porque estuvieron en teatro y tienen de qué hablar en las redes sociales. Al salir de La Castellana, ya sabía que buena parte del dinero que tenía destinado para el Festival tendría que gastármelo con un psicoanalista que me ayudara a superar esas dos aterradoras horas en las que me sentí viendo la nada, pero en serbio.
Después fui al Jorge Eliécer Gaitán a ver Donka, una carta a Chejov. Pero todo era muy confuso: nadie le estaba escribiendo al autor ruso, lo que había eran unas sombras de gente corriendo con unas camas, al parecer en un hospital. Además, el teatro estaba tan lleno de gente con bufandas de lana virgen que en un momento olía a pecueca y nunca me pude concentrar, porque ese es un problema de fondillo: para entender una obra de teatro hay que concentrarse y eso, en nuestros tiempos, y sobre todo si el teatro huele a pecueca, es un despropósito. Ahora nadie puede concentrarse, si les cuesta hasta trabajo con mis novelas que parecen contadas por una vieja chismosa, imagínense con estos rusos. Al final, de nuevo todos se levantaron a aplaudir sin entender, y me llené de angustia: ¿será que pasa lo mismo con las tías solteronas que leen mis novelas? ¿Será que nadie entiende lo que escribo y por eso dicen que soy bueno?
Luego llegó el turno de ver una adaptación de Casa de Muñecas y casi me convierto en el primer suicida del Teatro Isabella Santodomingo. ¡Otra vez el teatro moderno y sus subtítulos! ¡Otra vez el teatro moderno y su inacción! ¡Cuatro personajes moviéndose sobre un rectángulo de luz durante dos horas! ¡Si la fobia fuera a los sapos, sería como estar encerrado en un espacio de dos por dos con cinco de ellos copulando entre sí interminablemente! ¡Prefería cuando lo involucraban a uno en las obras!
En esta interminable de terapia de choque, las niñas de La Bobada lograron comprarme una boleta revendida para 1984. Los colombianos no saben quién es Tim Robbins, pero como salió en el periódico, las boletas se agotaron rapidísimo. Fui muy contento a la obra porque pensé que este señor era un revolucionario del teatro e iba a hacer cine en las tablas. Creí que sería imposible dormirme, y lo fue, pero no por la obra sino por las incómodas sillas del Teatro Libre de Chapinero. No puedo decir que la obra fuera aburrida y repetitiva, que en vez de dos largos actos hubiera podido tener uno de 40 minutos y ya. No dije eso, porque todos estaban felices a la salida del teatro hablando maravillas de Tim –es que, como ya vino a Colombia, es colombiano y le decimos así: "Tim"–. Pero si me ponen a escoger un Gran Hermano, prefiero el reality.
Y para completar, lo de Corferias, Ciudad Teatro, donde había que pagar diez mil pesos sólo para entrar y poder ver un mercado de las pulgas que también olía a lana virgen, más incienso, y donde para entrar a cualquier espectáculo había que pagar 31.000 o 41.000 pesos adicionales. Para el único que me alcanzó con los viáticos de La Bobada Literaria fue para una improvisación en la que los participantes usaban máscaras de lucha libre y hablaban en mexicano, lo que es un punto a favor del teatro porque tiene más que ver con nuestros tiempos, en los que estamos acostumbrados es a ver telenovelas colombianas en las que todos hablan como mexicanos y viven en Miami.
En esta terapia de choque perdí. Pero que quede claro que a mí me parece que los que hicieron teatro hace diez mil años eran unos genios, empezando por las primeras obras que se evidencian en las pinturas rupestres que dibujaban Homero Simpson y Shakespeare. Pero su mensaje ya no sirve para este milenio, cuando lo que hay que hacer es realities; por eso me entusiasmó la primera obra, Australia tiene talento, porque tenía el ritmo de nuestros tiempos, con el DJ de Armando Records y tal. Por eso me gustó el hablado mexicano de la improvisación, con el lenguaje hipertextual de las telenovelas. Tampoco tengo ningún problema con la gente que hace teatro que, insisto, me parece brillante, pero lejos de las tablas. El teatro está muerto, y todos deberían trabajar en televisión, un arte que está tan vivo que admite hasta a Amparo Grisales y Fabio Rubiano. Lo más parecido al teatro en estos días, es lo que hace Luis Carlos Restrepo. Por eso, seguiré lejos de las retrógradas tablas mientras actualizo mi latín: vade retro.