Nuestros bobos lectores pidieron a gritos que hiciéramos un cubrimiento del Hay Festival, pero no logramos conseguir tiquetes ni en flota y nos tocó mandar a nuestro corresponsal en bicicleta hasta Cartagena. Por desgracia, llegó una semana tarde y le tocó quedarse a cubrir un evento más que demuestra que Cartagena es el epicentro de la cultura mundial –si entendemos por cultura asolearse en playas cochinas, pagar platos más caros que en París y regalarle unas monedas a esos negritos tan pobres y tan exóticos–. Por eso, hoy revelamos el secreto mejor guardado de la harta cultura nacional: aunque nadie se enteró, en Colombia se celebró una nueva edición del Salón Nacional de Artistas. Pese a que conmemoraba sus 70 años, el que dicen que es el evento más importante del arte criollo tuvo menos cobertura mediática que la Travesía Colombina, una actividad en la que al parecer los miembros de la empresa de dulces o unos tenderos superaban pruebas físicas, en hechos más confusos que los de cualquiera de las obras expuestas en el Salón este.
Los demás asistentes –cuatro personas, incluyendo a la señora del aseo, un turista gringo que pensaba que el Salón era un burdel, una niña que está haciendo su pasantía y el mismísimo Pelucas Ospina– destacaron con la mano en la barbilla las impresionantes obras extranjeras, en especial dos. La primera, una especie de vitrina de madera con frutas, vestidos coloridos y una grabación con música de tambores que simbolizaba el caribe colombiano –genial: la simplificación de una región que nunca nadie había simplificado de esa manera; sólo faltaron las mariposas amarillas–. Y la segunda, un video que se expone todo el día en un televisor en la pared, en el que se ven horas y horas de grabación de un objeto inflable gigantesco que cambia mínimamente mientras flota en el agua y que además está ahí, ocupando toda la sala; sin duda, una metáfora de cómo la gente se gasta la energía eléctrica y la energía en cosas inútiles.
8000, el artista multimediapostcybercontemporáneo más importante desde 9000, no tenía nada más que hacer y se coló como enviado especial de La bobada Literaria a la última actividad del Salón: un encuentro artístico en Cartagena, la misma ciudad donde una semana atrás se había llevado a cabo el principal encuentro de presentadoras de farándula, el Hay Festival. Como en este blog nos interesa mucho el arte, nuestro corresponsal –el único más idiota que El Corresponsal de Davivienda– nos presenta a continuación una crónica que, desde ya, promete meterse en el anal del arte colombiano.
Salón, solón
Jamás pensé que Jesús Martín Barbero estuviera vivo. Tiene que ser un performance de Armando Silva, me dije cuando lo vi caminando muy orondo hacia la tarima. Puede haber regresado de entre los muertos para hablar de arte, insistí con mi ultra hipster afición por los zombies. O vino para hablar de la muerte. O para hablar de la muerte en el arte o del arte de los muertos o de la muerte del arte, pero en todo caso para hablar de algo. Pero no, esa fue la primera sorpresa: el tipo no sólo estaba vivo sino que podía hablar sobre una nada como los procesos de mediación entre arte y cultura, aunque en el sopor cartagenero nadie logró entender si el que hablaba era en realidad un zombie. Ni los cuatro asistentes –incluyendo al tramoyista, el sonidista y el portero–, ni nadie, nadie entendió. Nadie se dio cuenta de este evento; ya nadie estaba pendiente de Cartagena, que la semana anterior había tenido a Rubén Blades cantando junto a su hija bastarda, Bárbara Blade, mientras todo el país decía que Cartagena era el epicentro de la cultura mundial. Pues no, una semana después, ya no era más que un triste y sucio balneario.
Aunque, después de todo, ¿a quién le puede interesar el Salón Nacional de Artistas? Excluyendo al eggs presidente y sus talleres democráticos, ¿a quién le puede interesar un evento en el que cada conferencia se convierte en un consejo comunitario sobre arte? Porque eso era: después de una deslumbrante –por el sol que entraba– y acalorada –por la falta de aire acondicionado– conversación sobre temas inéditos como cómo el arte critica la relación entre el primer mundo y el tercer mundo, un artista inmundo de la Orinoquía tomaba ron y tomaba el micrófono para quejarse porque lo habían mandado a dormir a un cuartucho sobre las tablas de la cama y con un ventilador de techo con menos fuerza que el aleteo de un zancudo. Un debate fundamental para entender el arte. Luego vino una charla sobre temas tan inexplorados como el arte en el contexto de la globalización, en la que un señor con un tufo hediondo se paró a leer un poema sobre Puerto Colombia y otro artista se quejó porque le había tocado venirse desde Bogotá en bicicleta –y no era yo–. El primero parecía un performance de Gómez-Jattin, el segundo era, efectivamente, un performance que, efectivamente, nadie entendió.
Si algo aprendimos de los libros de superación personal es que la culpa es de la vaca. Excepto en este caso, en el que la culpa de todo, claro, es de Uribe, quien fomentó la mendicidad en sus consejos comunales y la sustentó durante 8 años con la respuesta que ahora se oía como conclusión de cada problema del Salón: "es que no hay plata".
Muchos incautos creíamos que lo más importante del Salón Nacional de Artistas era el arte. Pero no, eran los conversatorios y unas curadurías que suenan más a feria de la ciencia de colegio pobre que a arte y que, me enteré allá, se habían presentado en su mayoría en Barranquilla y Santa Marta, a donde en todo caso no me habría alcanzado la plata para ir. Ya estando en Cartagena, viendo lo expuesto y los resúmenes de lo que había pasado en esas dos ciudades fundamentales para el arte patrio, puedo decir que lo más destacado del evento que descubrió a estrellas como Fernando Bobotero fue la puesta en escena de unos travestis cantando –que fue fusilada por la idea de Laisa en SoHo– que tiene todo para ser una excelente pieza: es una actividad que con sólo decir que es arte se convierte en obra de arte –como Laisa en SoHo–. En la misma lógica de actividades que han ocurrido desde siempre hasta que alguien les dice arte, se destacó un registro de peinados afro de San Basilio de Palenque en fotos y video que se pudo apreciar en el Museo de la Inquisición, en donde después los artísticos asistentes podían hacerse una foto toda loca con la cabeza en la gillotina. Esta obra fundamental para el panorama artístico colombiano fue acompañada por una maratón de esos mismos peinados para hipsters de pelo lacio bajo el sol de la muralla, con el infaltable grupo de música folclórica que hizo que la alcaldesa se sintiera feliz de entender una obra de arte por primera vez.
Además, me llamaron la atención otra obra que consistía en la inserción de unas piedras de un río en otro que queda a muchos kilómetros –seguramente una genial forma de repensar el adagio popular que reza que "cuando el río suena, piedras lleva"–, la foto de Pelucas Ospina con la nariz alargada en Photoshop –acompañada por el discurso genérico que se inventó para La Silla Vacía y que lleva cinco años usando como si fuera el mejor chiste del mundo– y la nueva barbería de Jesús Martín Barbero –esta vez ubicada junto al restaurante de Juan del Mear–.
Los demás asistentes –cuatro personas, incluyendo a la señora del aseo, un turista gringo que pensaba que el Salón era un burdel, una niña que está haciendo su pasantía y el mismísimo Pelucas Ospina– destacaron con la mano en la barbilla las impresionantes obras extranjeras, en especial dos. La primera, una especie de vitrina de madera con frutas, vestidos coloridos y una grabación con música de tambores que simbolizaba el caribe colombiano –genial: la simplificación de una región que nunca nadie había simplificado de esa manera; sólo faltaron las mariposas amarillas–. Y la segunda, un video que se expone todo el día en un televisor en la pared, en el que se ven horas y horas de grabación de un objeto inflable gigantesco que cambia mínimamente mientras flota en el agua y que además está ahí, ocupando toda la sala; sin duda, una metáfora de cómo la gente se gasta la energía eléctrica y la energía en cosas inútiles.
Al final, para que los artistas se llevaran una buena impresión del Salón y los medios tuvieran algún comunicado de prensa para copipeistear, nada mejor que un concierto del grupo musical más sombrerito del momento: Systema Solar –la única banda que dice más su nombre en las canciones que Rikarena–. Aunque en realidad toda la música la hacía un Mac y lo demás eran unos tipos haciéndose los que tocaban, esta banda puso a bailar hasta al mismísimo Jesús Martín Barbero con la mano en la barbilla una especie de champeta multimediapostcybercontemporánea que cautivó a cachacos y corronchos por igual. Con todos los artistas y otros sombreritos bailando borrachos, se llegó a la mayor conclusión del Salón Nacional de Artistas: como dijo Barbero: "pelo, pelo, pelo".
De verdad estuvo Barbero?? así que no estaba muerto, andaba de parranda
ResponderEliminarYo pensé que el Salón Nacional era una canción de Systema solar: http://www.youtube.com/watch?v=knOyD5KTU9w
ResponderEliminarMe divertí mucho leyéndolo, está muy bueno!. Solo una cosa, las playas de Cartagena estan cochinas, porque son los cachacos los que vienen a mearselas y a hacer en esta tierra de "negritos tan pobres y tan exóticos", lo que no pueden hacer en su neverita. Abrazos! :-)
ResponderEliminarnunca mirare de la misma manera uno de estos salones de artistas gracias a estas bobas jajajajajaja
ResponderEliminarBobas insistiendo como buena BOBA postulo varios candidatos para personaje del mes.
ResponderEliminarAyer en mi bobo y vago tiempo pense en algunos que seria un deleite.
1. Julio Sanchez Cristo por su acento "kool-o"
2. Jorge Baron por alienar al pueblo con su "agüita pa' mi gente" y porque a veces me cuestiono si es él o si lo esta reemplazando un muñeco de los reencauchados.
3.Marlon Becerra por "Soles y Vientos" que deberia llamarse Tsumani por lo aturtido y consternado que queda uno al ver semajente estupidez y aun peor que un canal pase eso.
4. La Negra Candela, creo que sobran motivos para postular a este ser purulento...
5. Lady Noriega por ser la "mujer gato" (Jocelyn Wildenstein) de Colombia, es mas por se un hibrido muy interesante de Gato y Loba.
Firma: Una boba mas.
Qué cosas con el salón de artistas de po aquí. Nuestro arte tendrá que refugiarse en ArtBo, el Homecenter del arte patrio, y su fiel Sancho La Otra.
ResponderEliminar"copipeistear" jajaja! debo admitirlo... los medios hacemos copy paste y lo mejor de todo es que nos pagan por eso... nos pagan por NO pensar. Gracias Google!!!
ResponderEliminarbobas de mierda me hicieron cagar de la risa!
ResponderEliminarQué ridiculez aseverar que hay un salón de artistas. Los artistas colombianos (más sí son artistas plásticos) llevan a cabo procedimientos que los llevan de hombres de letras a hombres de letrinas. Y la "boba más" que pone su comentario como anónimo, le diría que Martín de Francisco y Santiago Moure, y se burlaron hasta la saciedad de aquellos a quienes propone. Personajes originales que a nadie, nunca, ni por asomo, se le habría ocurrido ridiculizar. Qué originalidad, no joda.
ResponderEliminarJajajaja, Bruno es que no solo soy BOBA si no muy "original"
ResponderEliminarFirma: Una boba mas.
8000, lo que pasa es que ser artista ya pasó de moda, ahora lo realmente cool es ser curador. Para ello es importante hablar mucho sin decir nada y usar palabras como: transversalidad, marcas de la memoria, identidad, proceso, poética, reinterpretar, ruptura, discurso local, discurso global, saberes. Creo que voy a hacer un diccionario. kr
ResponderEliminarLOS NUEVOS TRNASGENERICOS DE LA CURADURIA...
ResponderEliminarSON LOS CARADURISTAS QUE SE HAN INVENTADO UN SANCOCHO CONCEPTUAL PARA ESQUILMAR LAS ARCAS DEL ESTADO CHIBCOMBIANO.
EN CARTAGENA ESTABAN CONTAMINANDO CON SU DISCURSO PUERIL....MENOS MAL QUE YA SE VAN...AUNQUE DICEN QUE SE VAN ACOMODANDO.
CACHACOS PALOMOS Y GATOS
A LA MIERDA CON SU ALITOSIS DE MAMADA MAÑANERA Y SU GOLPE DE SOBACO.
Que pesar tener la bicicleta pinchada... y cartagena tan lejos de la pobreza y de la cultura mundial...
ResponderEliminarJueputa, que es Pelucas Opina, ¿es qué me va a tocar demandarlas para que escriban mi last name ok?
ResponderEliminarSeria estupendo mandar este reportero a cubrir el Med 11 que pertenece a una rosca de 4 o 5 y donde no se aparece ningún artista conocido o desconocido, ni publico en general (por que no los invitan ni les informan) a paneles, conferencias, exhibiciones, eventos etc, solo aparecen los organizadores (o sea la rosca) y tres gatos mas y se gastan los millones de los millones.
ResponderEliminarPelucas Ospina, el mas alto del alto turmeque del arte nacional, el de la peluca perfumada, y talqueada del ámbito nacional.
ResponderEliminar“otro artista se quejó porque le había tocado venirse desde Bogotá en bicicleta –y no era yo–...era, efectivamente, un performance que, efectivamente, nadie entendió”
ResponderEliminar: se debe referir al universitario artista Mateo López enviado express por Casas Reina.
Y Pelucas Opina ya puede hacer parte de la foto histórica de las Momias del Arte Nacional como Gloria Zea, Belisario Betancur, Alberto Sierra, Jaime Cerón, los olvidados Carolina Ponce y Jose Hernan Águilar, el intocable José Ignacio Roca, las chicas Ma Iovinno y Ma Angela Mendez que juegan con las pelotas de los millones a lanzarlas juguetonamente entre sus amigos, etc y perdon por olvidar mencionar a los otros pocos curadores(ras) y/o artistas curadores o viceversa de nuestro estrecho ámbito del arte nacional
Nota: Si ya se... Belisario no es curador, pero queda bien en la foto, perece un curador...
Que pesar del Salón Nacional que ahora es una feria de naderias, banalidades y mal gusto pueblerino. Ya no participan los verdaderos artistas como en los años 60, 70 y 90. Siempre hubo polémica pero uno podia ver la obra de jóvenes talentosos como Doris Salcedo, Miguel Angel Rojas, Carlos Salazar, Nadín Ospina o Mario Opazo al lado de Beatriz Gonzalez, Botero, Obregón o Negret en un espacio digno en donde se podía establecer un dialogo de OBRAS e IDEAS. Ahora es solo una mar de babas, bobos y bobas
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