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martes, 10 de noviembre de 2009

Leo, Cocino y Cavo

La Bobada Literaria, preocupada por la integralidad de los intelectuales colombianos, es conciente de la importancia de la gastronomía entre escritores y otros peleles. Cocinar al wok, saber de vinos y comer sushi ya no es suficiente. Por eso, con ayuda de la escuela de chefs de Don Pedrito, creamos esta Receta rápida para ser un cocinero de éxito. Quizás necesite una notable inversión económica, pero con una buena campaña de medios, en menos de un año la recuperará con creces.

Ingredientes:
Altas dosis de petulancia.
Precios de Mónaco en Chigorodó.
Muy poca comida.
Nombres raros para la fachada y los platos (aclaramos que ya están registrados Wachuwachu y Gustavo Carne de Pavo, así como el mojito de feijoa y la frijolada con guanábana).
Un diseñador que se copie de Rem Cuulhaas, Frank Tomigehry o Santiago Quelatraba.
Un ejército de meseros esnobs.

Instrucciones:
Busque una casa para remodelar en una zona que los periódicos llamen gourmet. Recuerde que mal actor es sinónimo de buena sazón y que cualquier artista conceptual puede posar de chef si redacta su discurso posmoderno en el menú. Llamarse Leo puede ayudar, pregúntele a Katz y Espinosa.

Comparta su petulancia con todos los que involucre en el proyecto. Coja a su diseñador y bátalo hasta que dé un diseño churrigueresco o minimalista. De ninguna manera acepte diseños intermedios. No olvide que una mala oficina de prensa sirve más que un buen chef.

Piense en una idea que defina su restaurante. Su idea debe contener la palabra fusión –dárselas de autóctono preparando lo mismo de siempre– o molecular –una tendencia que consiste en servir comida del tamaño de una molécula en platos del tamaño de una bandeja–.

Cuanto menos sirva de beber, mejor. Recuerde que las bebidas son una forma delicada de extraer la plata a los comensales. Por eso, si va a servir gaseosa, hágalo de la botella más pequeña que encuentre (y cóbrela como si fuera de tamaño familiar) y si va a servir cerveza, cobre para pagar la cadena de producción e importación (así sea traída de Briceño).

Tenga a la mano un sommelier para exhibición, no importa si su carta de vinos apenas tiene cuatro opciones y ningún maridaje con el menú.

Al igual que las entradas de este blog, sirva los platos crudos. Eso le ahorrará tiempo y energía.

Escoja a los meseros según el concepto del restaurante: amanerados, bonitos, desplazados o madres cabeza de papel higiénico Familia, la clave es que traten a los comensales como si fueran de peor familia. Tenga cuidado de cortar a todos los meseros con la misma tijera.

Por último, cobre por lo menos doce veces más de lo que le cuesta hacer su plato o bebida y vuélvase rico rápidamente sin mucho esfuerzo.

1 comentario:

  1. Podrían crear la Zona B (de Boba) repleta de restaurantes conceptuales para yuppies y políticos faranduleros.

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