Las integrantes de este blog nos cansamos de ser mujeres y decidimos unirnos a la comunidad LGBTI (aunque no sabemos bien a cuál letra). Todo empezó cuando quisimos hacer periodismo de inversión y pusimos a rendir unas líneas en InterChuspa, por lo que nos quedamos sin plata y nos tocó pedirle a Ramoncito que nos dejara publicar una crónica de periodismo quirúrgico en SoHo. Primero propusimos un blanqueamiento anal, pero a Samper Ospina le pareció muy culo –y eso ya es mucho decir–. Entonces hicimos algo más extremo: ponernos verga para dejar de ser mujeres o, por lo menos, para dejar de ser como la loca Margarita Posuda. El texto está escrito en primera persona singular porque con el jugoso pago sólo nos alcanzó para la faloplastia de una de nosotras. El resultado es de cierta envergadura.
Cubriendo mi propia faloplastia
La imagen está intacta en mi memoria, pero solo vuelve a mí hasta ahora. Tenía unos 11 años cuando jugaba a ponerme un banano entre los cucos. Desde entonces quise tener pipí para orinar parada sin mojarme las piernas. ¿Por qué acepté la cirugía? No tengo una respuesta concreta y cada vez que intento una nueva me suena más boba que mis propios escritos. Es obvio que no estaba satisfecha con mi apariencia y tampoco lo estoy ahora ni lo estaré jamás. De poder habría elegido ser un elefante rosado, un gallinazo o un collar de perra fina.
Día 0
Lo cierto es que les quedé muy bien hechecita a mis papás y les agradezco que me hayan enseñado a querer mi cuerpo, el que me tocó de pura mala suerte. La cirujana que me va a operar me conoce de toda la vida, porque los ricos somos así y tenemos un doctor que nos atiende desde que nacemos y nos apoya cuando queremos cambiarnos de sexo. Catalina entiende el entrelíneas de mis chistes y la acidez de mis opiniones, porque soy chistosísima y más ácida que un Bon Ice de mango biche. Eso me tranquiliza: si uno va a hacer periodismo de inversión –en este caso, invertir el sexo– qué oso hacerse una cirugía plástica donde se las hace la guisa de Marbelle. Yo manejo lo que es la clase, ¿tsí?
“Efraím Medina Dick” es el término que los médicos utilizan para referirse a este tipo de procedimiento, en el que el implante queda muy “montado” y la verga se ve como la que dice tener el escritor cartagenero, aunque en las fotos se vea como diez veces más pequeña.
La industria de las cirugías plásticas deja varios millones de dólares en Colombia, porque las caleñas son como las flores de plástico y sin tetas no hay paraíso, así que desde pequeñas a las colombianas nos enseñan a sacar pecho, así sea de silicona. Como yo me gasté la plata estudiando en Los Andes, nunca me alcanzó para operarme, hasta ahora que cuento con el gentil auspicio de SoHo, la única revista con peor gusto que Vea. ¿Cuántos de esos millones por melones? ¿Cuántos de esos melones los paga el dinero sucio del narcotráfico?
Debería tachar eso último porque parece escrito por Catalina Por Dios, pero prefiero caer en el cliché que siempre ha rondado mi cabeza: tiene faloplastia, (v)ergo es traqueto o prepago. Ahora yo seré parte de ese cliché. Y –no nos hagamos tarugos– acepté en parte porque me parece un buen ejercicio periodístico (suenan risas pregrabadas), pero francamente porque ese pene que me hace falta y que me pongo en cada calzón con dildo… ¡vérganos en tu reino!
Día D, de Dick
Estoy lista –no confundir con “soy lista”–. Estuve más nerviosa el día que saqué el pasado judicial que hoy. Ya quiero que todo pase y despertarme con ese desconocido(a) que promete hacerme un semental. Recuerdo la frase de David, ese personaje de Philip Roth que se convierte en una güeva, cuando piensa en la fama que su extraña condición le puede traer: “Y mi felicidad será delirante. Repito: mi felicidad será delirante”. Pienso en ir sin calzoncillos por la vida y en hacerme con mis amantes todas las pajas de las que me he privado. Mi felicidad irá por delante.
No soy más que una estructura ósea con vísceras y signos vitales. Y no me refiero a que estoy en el quirófano; siempre soy eso pero es que quería sonar muy poética porque me pusieron anestesia y lo último que supe es que mi mamá me decía que siempre había querido tener un hijo. Todo lo que pasó en la cirugía fue grabado y fotografiado para deleitar a los pajizos lectores de SoHo. Yo sólo sé que me despierto pasado el mediodía y sigo siendo completamente tarada, aunque creo que ahora me debo referir a mí mismo como tarado. Parece que me hubieran hecho una lobotomía y no una faloplastia, pero eso es de nacimiento.
Día 1
Cuando llegué a mi casa me puse a ver el video, que luego pienso presentar en el Salón Nacional de Artistas. Cuando vi que sacaron la verga de una lata de salchichas viena descubrí por qué a Efraím Medina le toca alardear tanto. Luego la empezaron a pegar con babas, que es como también se pegan los textos de Efraím. A esa altura tuve que suspender el video y corrí al baño a vomitar. Me sentía el peor de los cretinos, el más despreciable escritor colombiano. ¿Cómo pude someterme a aquella carnicería?
Me vuelvo el lugar común que es una mujer hecha un mar de lágrimas (pero con verga), oigo las voces de todos los que me dijeron que no hiciera esto, lloro. Miro mi verga nueva, el aborrecible tamaño de un chorizo coctel, lloro. Volví a suspender el video; experimentar asco por uno mismo no es un buen deporte pero siempre atrae a los lectores, lloro. Borges decía que odiaba los espejos y la cópula porque multiplicaban el número de la especie; es cierto, Borges decía muchas bobadas y no viene al caso pero si lo cito sueno más intelectual, lloro.
Llamo a mi mamá y le digo “Tú me hiciste linda, yo era linda, ahora parezco un vil tuitero”, lloro. Ella trata de calmarme, aunque sé que en el fondo quisiera gritarme “se lo dije” y tirarme el teléfono, lloro.
Día 10
Búsquele la comba al palo, reza una frase hecha que me cae como anillo al nuevo dedo (guiño, guiño). Le pongo nombre: se llama Dago, como el hombre aguerrido que hizo las películas de una familia que atraviesa Colombia mostrando lo bien que se vive en este país.
Hay momentos en que creo que me voy a chiflar, o peor, que voy a chiflar a la cirujana preguntándole día y noche que si el prepucio esto, que si el glande lo otro. Los cirujanos deberían tener un título de psiquiatría o psicología. No en vano, en el programa de cirugías Nip/Tuck los cirujanos contratan a un psicólogo para que determine si los pacientes están equipados emocionalmente para someterse a una cirugía y asumir luego los pormenores (léase pormayores) del procedimiento.
Ahora me acerco al espejo con menos temor y una rara alegría se enciende de vez en cuando por ahí. No puedo negar que he bailado en un pie celebrando mis cambios. También he llorado a medianoche por no haberme negado a esos cambios.
Día 20
La cirujana lo predijo: “Después de los misterios dolorosos vendrán los gozosos y los gloriosos”. Yo, por mi parte, ya puedo ver Bananas en piyama tranquilo. También creo que llegó la hora de invitar a salir a mis groupies tuiteras. Entiendo al fin que esto no fue una crónica de inmersión. De hecho, ni siquiera fue una crónica. Y como SoHo todavía no me ha pagado –la cuenta se le demora 90 días hábiles, señor cuentacobrista–, ahora exijo que El Tiempo entreviste a mi verga.
Que vuelva la sección del Bobo del mes por favor.
ResponderEliminarjajaja, muy bueno
ResponderEliminarla loca Margarita Posuda los va a demandar!!!
ResponderEliminarQue bobada.
ResponderEliminarLlegó la temporada favorita de chicos y enanos (no es discriminación, sino clasificación de intelectos) el Hay Festival (no leer como se escribe, eso no es posible). Así que como bobas y predecibles que son (ahora bobas con verga, que eso si es ser uno muy bobo en esta vida), supongo que la estarán asoleando en cartagena para que salga en las sociales y culturales, y que habrá muy seguramente una entrada sobre el tema.
ResponderEliminarJajaja, bobas pipís.
ResponderEliminarBobas transexuales, me hicieron reir mucho!
ResponderEliminarMientras cago, leo este blog... me río y cago, cago y me río.
ResponderEliminarEstas viejas son la verga
ResponderEliminar¿Borges decía muchas bobadas?
ResponderEliminar¡Qué tengan una firme mañana!, bobas.
ResponderEliminarbuen relato, es como conocer lo mas intimo de un ser humano. saludos.
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