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viernes, 12 de marzo de 2010

Los más inteligentísimos escritores: Capítulo 4. Éransen dos veces

Fernando Quiroz, antes de salir de la casa editorial estudio: "Lo que más voy a extrañar será la piscina", admitió en medio del llanto.

La normalidad de la connivencia en la Casa editorial estudio se vio de pronto interrumpida por algo anormal. Fue Juan Gabriel 'Conrad' Vásquez quien lo divisó, dejando caer su rosa de los vientos por la emoción y rompiendo el aire con el grito: "hay un barco en lontananza". En efecto, una sombra de varios metros había encallado a pocos metros de la playa. Se sabía que era un barco, pero nunca perdía ese sobrecogedor cariz de sombra. Su bandera, con una espantosa calavera que algunos tomaron por una foto de Plinio Apuleyo, flameaba orgullosa en el legendario horizonte cartagenero, cubriendo con sus infladas velas la mayor parte del sol. "¿Quiénes estarán ahí?, ¿qué tesoros estarán buscando?", preguntaba Vásquez sin dejar de mirar por el telescopio. Lo malo era que a nadie parecía interesarle su salado delirio de alta mar. Gabriel García Márketing estaba encerrado en su cuarto privado, pensando que Cartagena sí que debería estar lleno de putas tristes. Óscar Coñazos, mirando por debajo de la puerta desde el pasillo, permanecía atento a su salida, para seguirlo y, basado en sus recorridos, crear un módulo de su inútil diplomado de Geografía garciamarquiana. Gustá Bobo Lívar también pensaba en las putas tristes, pero para hacer una telenovela ingeniosamente llamada Las heróicas. Ricky Ricón Silva Romero trataba de recordar en qué película de Woody Allen que no fuera Scoop o El sueño de Cassandra salía un barco o algo semejante, Antonio Caballero se hacía el que le ponía atención a Isabella –que estaba orgullosa del enano que escribe sus novelas– y Andrés Hoyos recordaba la gota cordial sobre sus gotas cordiales (número 78 de El Malpensante), que parece fusilada de Cantinflas:
Inmodestia
Algunos lectores afirman que estas gotas cordiales demuestran la inmodestia de su autor. Quizá. Pero puedo excusarme diciendo que en un texto brevísimo no hay lugar para la modestia. Sin embargo, lo esencial es saber si dan en el blanco. En tal caso ¿importa mucho la modestia? Y si fallan, ¿es mejor o peor que el desatino sea inmodesto.
Sin palabras, pero porque muy cerca estaba pasando algo fundamental. Fernando Quiroz se ahogaba en el licor, porque ya sabía que el público lo había dejado a la deriva: nuestros bobos lectores no le perdonaron ese inmundo párrafo en el que un miembro "andaba tan asustado" y el otro, el de un santísimo representante de Dios en la tierra, era "el que vomitaba". Deprimido, afirmó que su próximo proyecto es "volver al Opus Dei un día y, a partir de esa nueva experiencia, escribir una novela que se llamará Opus day. En cuanto a ustedes, bobas resentidas, no se molesten en mandarme nada a Bacánika, que no las voy publicar".

Con la impunidad para Antonio Caballero y con Juan Gabriel Vásquez emprendiendo una expedición róbinson hacía el extraño barco que veía en lontananza, todo estaba listo para la próxima prueba: Éranse dos veces, la segunda parte de Érase una vez.

Como jurado invitamos al escritor Mauricio Becerra, célebre por la frase inicial de El factor Solano: "Ensopado de los pies a la cabeza, Solano maldice la lluvia que cae sobre la ciudad". Quedan sobre la mesa las estimulantes primeras líneas de los participantes de este rotundo éxito blogovisivo.

Andrés Boyos, Conviene a los felices permanecer en casa
Al manuscrito que sigue se le prestaron los primeros auxilios editoriales, se le suprimieron unos cuantos párrafos delirantes que por lo demás carecían de sentido y de resto está tal cual fue encontrado.
MB: Debieron prestarle unos segundos auxilios para suprimirle también este párrafo, y todos los que le siguen hasta el final, que también carecen de sentido. Hasta me inspira para hacer una gota cordial: conviene a los felices no seguir leyendo este libro.

Gustavo Bolívar, Sin tetas no hay paraiso
Catalina nunca imaginó que la prosperidad y la felicidad de las niñas de su generación quedaban supeditadas a la talla de su brasier.
MB: Nunca imaginé que algo pudiera empezar con "nunca imaginó". Gustavo Bolívar es un genio. Nunca imaginé que la talla del brasier supeditara algo.

Gabriel García Márketing, "Buen viaje, señor presidente", Doce cuentos peregrinos.

Estaba sentado en el escaño de madera bajo las hojas amarillas del parque solitario, contemplando los cisnes polvorientos con las dos manos apoyadas en el pomo de lata del bastón, y pensando en la muerte.
MB: ¿Todo eso para decir que estaba sentado en un parque mirando unos cisnes y pensando en la muerte?

Héctor Abad Faciolince, "Columna enmarihuanada", El Espectador

Acabo de fumarme un puchito de marihuana. Los miles y miles de libros de mi biblioteca, de todos los colores, están bailando conmigo.
MB: ¿Seguro que era marihuana?

Juan Gabriel 'Conrad' Vásquez, Historia secreta de Costaguana
Digámoslo de una vez: el hombre ha muerto.
MB: Mejor que lo diga de una vez, para dejar de leer ese libro tan jarto.

Miguel Ángel Manrique, Disturbio
Carta de Elías Martínez encontrada por su esposa Elizabeth el primero de abril de 1970 sobre la mesa del comedor de su casa en Bogotá.
MB: Le faltó decir en qué barrio. Tiene la aburrida cadencia de los textos escritos con máquina de escribir.

Nanook Montt, Lara
Lara había escuchado el rumor el día anterior pero le restó importancia, después de todo, no sería la primera ni la última vez que estaría frente al paredón.
MB: Esto me suena a crónica de una muerte anunciada, pero escrita como artículo de SoHo.

Óscar Coñazos, Rencor
Quería matarlo, siempre pensé que quería matarlo.
MB: Eso es estar encabronado, encabronado de los pies a la cabeza.

Piedad Dubonnet, "Tareas domésticas", Nadie en casa
Con qué cuidado
y doméstico afán, entre el alba y la ducha,
meticulosamente aceitamos los goznes,
a los grilletes damos brillo, nos aseguramos
que aprieten las cadenas –por si acaso–
que no hagan ruido
sus eslabones.
MB: Quiénes hablan, ¿Piedad y sus parásitos intestinales?

Plinio Apuleyo Mendoza, Aquellos tiempos con Gabo
¿Dónde nos conocimos? En un café, hace muchísimo tiempo, cuando Bogotá era todavía una ciudad de mañanas heladas, de tranvías lentos, de campañas profundas,
de carrozas funerarias tiradas por caballos percherones y conducidas por cocheros de librea y sombreros de copa.
MB: Es decir que se conocieron en una Bogotá como del siglo diecinueve. ¿Este es ese Plinio al que llaman "el viejo"?

Ricky Ricón Silva Romero, Parece que va a llover
Parece que va a llover, pero no llueve.
MB. ¿El cielo estaba parcialmente nublado? ¿Este libro no será de Max Henríquez? Así no se vale, porque entonces cómo se ensopa el personaje.

7 comentarios:

  1. @críticoliterario12 de marzo de 2010, 8:12

    ¿A qué se refieren con "las estimulantes primeras líneas"?

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  2. creo que hay que salvar a Plinio, el viejo, es como José Galat, un anciano honorable

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  3. El comienzo más malo es el del jurado; alguien debería decirle a él y a Ricurón que el clima no se nombra como tal sino que se sugiere en la medida en que afecta a los personajes. Sí a la salida de Boyos.

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  4. Qué marihuana fumará don Hétor? por qué uno se puede meter quince porros y no va a ver bailar los libros bailando. A no ser que esté en un espectáculo de Missy. "Bailan los libros".

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  5. ¿Y qué pasó con la bilis maliciosa que supuraban otros comentaros en anteriores entradas? ¿Es que Plata os ha dejado sin ese obscuro objeto del odio?
    Aviso: lo que vende son los humores y entre mas supurantes mejor. Asi que no le mermen a la provocación salivosa, a la bilis y sobre todo a la sangre.
    un beso, bobaliconas

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  6. Cierto es... queremos ver sangre infeta, sangre desmadrada... ¡Sangre de escritor!

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  7. Lo que pasa es que nosotras (con alas) ya recibimos mucha sangre. Por eso quisimos poner a supurar otros humores.

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