Las 10 doñajuanas del año

Inspirados en el mejor catálogo de supermercado del mundo, la revista Don Juan, se nos ocurrió hacer nuestro propio recuento de bobadas. Obviamente, las vacaciones nos dejaron cansadas y más perezosas que de costumbre, por eso no fuimos capaces de escoger cien ítems, sino apenas diez. La selección, por supuesto, obedece a nuestros bobos caprichos y, en lugar de buscar a los personajes más esnobs del año –como los cien donjuanetes del año redactados por Alejotjotbogotá López–, descubrimos los diez mayores basureros de Colombia, entre los que Doña Juana está fuera de concurso y por eso nos presta su nombre. No siendo más, los dejamos con este banquete de basura y aclaramos que el orden no obedece a un ranking:

1. Andrés D.C.

La importancia de este basurero es tal que no alcanzamos a conseguir reservación antes de octubre de 2014 –fecha para la que esperamos que el mundo se haya acabado o, al menos, Andrés Cara de Pez–. Sin embargo, nuestra corresponsal en Barrios Hundidos nos confirmó que la nueva franquicia del kitsch y los precios irracionales es mucho peor que su versión original de Chía. Pagar $40.000 por un pedazo de carne mal asada y una cerveza caliente para poder escuchar canciones de Carlos Vives parecía descabellado; ahora los precios son un poco más altos y a "Carito me hablá en inglé" se le suman Mauricio & Paloadentro y más presencia de la deplorable farándula local.

2. Teatro Nacional Fanny Mickey

Sonaba mejor cuando se llamaba "de la 71", pero como "oportunismo" es la palabra clave de la cultura colombiana, ¿qué mejor que rebautizarlo en honor a la teatrera más importante de Colombia –que, ay qué cosas, resulta ser argentina–? Con una programación cada vez más concentrada en el cuentero yuppie –que para que suene más interesante lo llaman stand up comedy– o en adaptaciones con menos imaginación que las del Teatro Libre, esta sala demuestra que el teatro nacional es lo único peor que el reggae nacional.

3. Antioquia
Sus legendarios cafetales han sido reemplazados por cultivos de coca o de palma de cera gracias a las gracias de la inseguridad democrática y el Agro Atraso Seguro. Mientras tanto, las carreteras de sus montañas siguen siendo la mejor publicidad de Mareol y su capital sigue imbatible como una de las ciudades más peligrosas del mundo. ¿Que los paracos están desmovilizados? Pregúntenle a cualquier busetero o taxista de Antioquia cuánto tiene que "invertir" en mantener andando la Oficina de Envigado.

4. La Bogotá de Samu

Una ciudad que ha dado vergüenza durante décadas y que, medianamente, empezó a parecer una verdadera ciudad en la última, retomó su talante de basurero residencial gracias al talento de Samu El Moreno, uno de los políticos más pusilánimes, corruptos y ridículos en la historia de la humanidad. Picho y placa todo el día, obras eternamente inconclusas, una inseguridad cercana a la de Medellín, entidades que no sirven ni para despilfarrar recursos y latrocinios como VivAmérica que harían sonrojar a los ladrones de Foncolpuertos, convierten a Bogotá en un Doña Juana de ocho millones de habitantes.

5. Crepes & Waffles

Hacer fila para que lo traten mal y le den poquita comida no es un privilegio de los cubanos. En Colombia sólo tiene que ir a la cadena de comida más sosa y pretenciosa para sentirse como en la isla de Fidel. Además, su política de contratar madres cola de familia sirve para redimir conciencias y pensar que mientras se paga por una tortilla de $20.000 está haciendo de Colombia un mejor país.

6. Coliseo El Campín

Una nave espacial que aterrizó junto al estadio El Campín fue adecuada como escenario deportivo y, a falta de otras opciones, terminó convertida en auditorio. El problema es que los extraterrestres no saben un carajo de acústica y los empleados de la Alcaldía de Bogotá de 1970 –y aún la de hoy– saben mucho menos. El resultado son conciertos como el de The Mars Volta, en el que sólo se escuchaba la batería, o los de Juanes, en los que sólo se escuchaban los gritos de las fans. Un espacio para todos los gustos, pero al parecer únicamente útil para las congregaciones cristianas y, en sus momentos de gloria, para la lucha libre.

7. Cartagena

Como dicen las guías turísticas, esta es una ciudad de contrastes: junto a edificios con el metro cuadrado más caro del continente encontramos lindas playas de arena sucia y vendedores ambulantes; un poco más allá, tugurios dignos de la segunda parte de Slumdog Millionaire –que dirigirá Dago García y se llamará Mamaburra millonario–.

8. Casa Editorial El Tiempo

Más que un basurero, este es un productor de basura. Mil publicaciones, cada una peor que la otra, redactores, fotógrafos y diseñadores pésimamente remunerados y la presión del Planeta de los Santos –que no es lo mismo que la censura–, hacen de esta una verdadera caca editorial.

9. Armando Records

Sólo en un lugar como este, en una de las zonas de Bogotá gobernadas por los paramilitares, puede uno escuchar al tradicional yuppie local decir "marica, se me perdió un billete de 50 dólares". Lo demás es lo de siempre: una campaña de medios que dice que es uno de los mejores bares del mundo, un DJ que conecta su iPod y menea su cabeza como si estuviera componiendo una sinfonía y un hato de imbéciles que se sienten la crème de la crème porque van al mismo sitio que otros mil imbéciles. Cover: $20.000. Cerveza: $7.000 con MasterCard. Juntarse con la gente linda: no tiene precio.

10. Aeropuerto Internacional El Dorado

Construido en los tiempos en que el abuelo de Samu malgastaba la plata de los impuestos de nuestros abuelos, este gigantesco baño público es una demostración arquitectónica de la falta de visión de los gobernantes colombianos. Hay que reconocer el esfuerzo de los funcionarios para que los viajeros tengan una verdadera experiencia bogotana al llegar a este aeropuerto: enormes filas en inmigración, requisas más paranoicas que en los vuelos de Nigeria a Estados Unidos, ladrones merodeando los corredores, un café Juan Valdez y comida por el valor de un mes de arriendo en Rosales.