Mientras los bobos literarios disfrutábamos de unas vacaciones en el restaurante Mediterráneo, nos enteramos de que al Facebook de Jerónimo Uribe había llegado un manual destructivo y que, en consecuencia, se puso en marcha una operación policial internacional para arrestar al autor de dicho textículo. Según Carlos Fuentes y otras fuentes, el manual fue elaborado por Allan Stewart Konigsberg, alias Woody Allen, y fue publicado bajo el título de Cómo acabar de una vez por todas con la cultura. Alarmado por la posibilidad de que un ejemplar pudiera caer en las manos de algún insensible como Paula Marcela Moreno, el sensible Jerónimo llamó a un equipo de perros policías, encabezados por el general (r) Gilibert –autor de la verdadera novela policial colombiana, Madame Taconcitos– y el general (r) Bonnet Locarno –que por el sólo hecho de ser costeño y tener el apellido Bonnet ya es un intelectual– para atrapar y castigar al bandido.
Fue así como, en un apartamento aledaño al Central Park de Nueva York, un equipo de oficiales armados con taconcitos arrestó a finales de diciembre a Ricardo Silva Romero, alias Ricky Ricón, quien se encontraba en la ciudad gringa con el permiso de sus papás para escribir otro libro sobre Woody Allen. La confusión fue alimentada por el retrato hablado que le hicieran al general (r) y por el mismo Silva (r), que se mostró muy complacido de que lo tomaran por el autor (r) de Zelig, la película que, en su afán de parecerse a Allen, el colombiano fusiló sin contemplaciones en su novela El hombre de los mil nombres.
Hemos sabido también que para que su condena sea rebajada en un 98%, Silva decidió cooperar con las autoridades revelando el paradero de Efraím Medina, quien admite la comisión de un crimen en el libro Érase una vez el amor pero tuve que matarlo. “Es una primera prioridad para mi equipo de sabuesos atrapar a este bandido –declaró Gilibert–, que no sólo confiesa en el título de su libro un crimen atroz, sino que con cada libro ha contribuido a matar poco a poco a la literatura”. Por su parte, Bonnet Locarno hizo un rimbombante elogio de la intelectualidad costeña que no venía al caso, que nadie entendió y al que nadie le prestó atención.
En cuanto al manual Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, el cuerpo instigativo de los perros policías –que claramente son más cultos que los policías humanos– descubrió que la cultura, al menos en Colombia, está más que acabada gracias a la ardua labor destructiva que han llevado a cabo durante años personajes como Gloria Zea, Moisés Melo, Óscar Collazos y Martha Senn.
hoygan noooooOO me parece TeRriBleEe que quieran acabar con la cultura con esas cosas en facebook a mi lo que me gustan son blogs tan geniales como este que verdaderamente impulsan a los artistas de nuestro pais a que sean buenos y no sean MediOcreS y al que le caiga el guante que se lo chante
ResponderEliminarrepito este blog asi como es de exelente y contestatario me parece definitivamente como el nadaismo pero en el siglo 21 de la tecnologia
Pero qué horror, cómo es posible que digan que la cultura está destruida y que fue culpa de Glorita? O Zea, ella no ha hecho más que trabajar por el bien de este país, lo que pasa es que pasa es que para ella "este país" se reduce a las cuentas bancarias de la familia Botero Zea; pero que ha trabajado mucho, es innegable...
ResponderEliminarSe recomienda encarecidamente el visionado de la Película de José Luis Cuerda, "Amanece que no es poco", por aquello del estudio comparado de la historia...hay de todo...una invasión...un Argentino que plagia a Faulkner....
ResponderEliminarCASALONTANA
No insulten a nuestros sabios: Moisés Melo es una institución (de la intriga) desde su época de Norma y sus argucias míticas (con torcidos en torno a derechos de autor), que a Odiseo le habrían quedado grandes, ahora se amplían en la Cámara Colombiana del Libro: entre sus desmanes públicos tiene de calanchín a la personificación de la ignorancia como "asesor tecnológico" y parece que el apellido Hurtado no va en vano, porque tanto lo robaron en su educación primaria como en su educación tecnológica pero, como muestra de su gran voluntad de superación, ya es un experto en los "ibuks" y todas esas modernidades; sólo falta que resulten primos por un apellido lejano que pueden compartir, como sería ese sonoro y compuesto "Ladrón de Guevara". Entre otras, ¿cuál fue la razón de la renuncia de ese otro Melo, prócer de la Historia, a su biblioteca personal llamada BLAA, en lugar de seguir su rutilante ascenso a la Subgerencia Cultural? ¿Será que "le compró" muchos libros de magno interés a Norma para el Plan Nacional de Bibliotecas y con ello la prestante editorial colombiana logró desocupar un poco sus bodegas de inutilidades que hacían estorbo y carecían de valor?
ResponderEliminarPero de doña Gloria, con quien no tengo confianza alguna pero sí la más sincera admiración no se puede decir nada: nada, porque ni el siglo XX llegó a la ópera de Colombia (Turandot estéticamente es decimonónica) o nada más que se ha especializado en programar lo que ella ama y con lo que nos culturiza, como todas esas óperas belcantísticas que han presentado por lo menos cinco veces en Colombia y varios millones de veces en todo el mundo, que más bonito nos sonarían en música descargada a partir de torrents con archivos de compresión sin pérdida o hasta los ISO de "dividís" de la MET (como dicen los conocedores). Agradezcámosle todo su empecinamiento en acercarnos a esos géneros arcanos que tienen más efecto enaltecedor del espíritu patrio que la Gran Fiesta de los Hogares Colombianos de JB, aunque se afinquen menos en nuestra elevada cultura autóctona que los géneros del despecho, la carrilera, el vallenato, el corrido norteño y otras magnas expresiones de esta infatigable creatividad popular.
De Martha Senn baste decir que no habrá más Cármenes ni dúos con José Charreras, porque la Carmen de la ópera era una gitana esbelta y un tanto maligna, pero esencialmente ESBELTA, y aunque el teatro en música tolere algunas excepciones para las heroinas wagnerianas, no iba a instituirlas con una Carmen de elevado tonelaje, así que el paso obligado para la diva era "administrar la cultura" y no sobra decir que ahora, gracias a cuenteros, culebreros, políticos, atracadores, taxistas, transmilenios y minorías étnicas Bogotá, Atenas suramericana, ha sobrepasado ya a la exquisita cultura grecocaldense.
Siempre es grato eso de la interacción: al extenso comentario de nuestro jefe de comentarios, Anónimo, le agradecemos aclarar que nosotros estábamos equivocadas en cuanto a la muerte de la cultura en Colombia.
ResponderEliminarTambién, queremos aprovechar para agradecer a uno de nuestros fieles seguidores, Casa Lontana, por la recomendación de una película tan entretenida y siempre actual. Esperamos conocerte pronto, aprovechando que estamos en el mismo país.