La Loza Sucia se lava en casa

En nuestras oficinas en el moderno edificio de cristal del Parque de la 93, acabamos de recibir una carta de protesta de Mauricio Loza Sucia por no haberlo invitado al Desafío Literario: la lucha de la bobada. Hablamos con nuestros productores, que nos dijeron que no lo habían llamado porque creían que no tenía sentido siquiera considerarlo un escritor. En todo caso, queremos que sean los lectores quienes decidan si este adalid de la posmodernidad merecía o no un lugar entre los concursantes. Esta es su carta, que además anticipamos desde ya que se convertirá en un clásico del epistolar posmo:

9.11.2009.0:31. Bogotá, Colombia, América. Planeta Tierra, la Vía Láctea.

Si van a leer esto, no se preocupen. Al cabo de un par de líneas ya no querrán estar aquí, como pasa con mi libro. Querrán desaparecer completamente, así que olvídenlo. Aléjense. Lárguense mientras sigan enteros. Sálvense.
Hoy tampoco han llamado de La Bobada Literaria. No han dejado un mensaje largo en el contestador, farfullando y gritando, hablando deprisa y despacio, diciendo palabrotas y amenazando con llamar a la policía para que yo vaya a la casa editorial estudio antes de que se queden sin concursantes. Hoy es el día más largo del año. Pero últimamente todos lo son. Sin Coca-Cola en la nevera todo es más difícil. El parte meteorológico de hoy anuncia preocupación creciente seguida de terror desatado. Y mi cerebro está parcialmente nublado. El hombre que no ha llamado de La Bobada Literaria me hubiera dicho que se le ha desaparecido el cuarto de baño.
Ven, queridos bobos literarios, yo quería ser ese hombre que llamaba desde el baño. Pero seguro que hay algo mejor en la televisión. O, pienso que ya que tengo tanto tiempo libre, a lo mejor puedo hacer un cursillo nocturno para ver si aprendo algo nuevo que me sirva de excusa para una nueva novela. Hacerme médico, tal vez. Puedo hacer algo útil con mi vida. Llevarme a mí mismo a cenar. Teñirme las uñas, quizá, pero eso ya lo hizo otro escritor postmoderno colombiano. No me voy a volver más joven. Yo no quiero volverme tan loco.
Al principio lo que se cuenta aquí los va a cabrear. Luego se volverá cada vez peor. Porque yo estoy cabreado. Me gusta decir cabreado. Cabreado, cabreado, cabreado. Putamente cabreado, cabreado putamente. Cabreado porque sí, cabreado porque no. Espero la llamada aquí hasta que el aquí se confunda con el allá. El límite de las dimensiones se difumina, a veces. A veces, la sangre se congela. La bobada no llega. O llegó desde que quise ser escritor pero no me di cuenta. La desazón es suprema. Es como una enfermedad venérea que da de un momento a otro. Puf. Bang.
Pero ustedes se lo pierden. Ellos, los televidentes, me pierden. Ellos pierden. Todos pierden. Como en la pirinola de Mockus. Para no extenderme más, mi principal argumento para haber estado en este programa es mi perfil de Wikipedia, que yo mismo escribí, como notarán: http://es.wikipedia.org/wiki/Mauricio_Loza.
Lamentarán no haberme incluído en su reality. La historia descalificará a su blog por ser tan corto de entendederas. He dicho.