jueves, 28 de agosto de 2014

Üriber: mano firme, corazón en el volante

¿Se siente inseguro cuando tiene que tomar un taxi? ¿Le molesta que el taxista le pregunte para dónde va? ¿Odia que el conductor le converse mientras usted clava la mirada en el celular para tratar de hacerle entender que está muy ocupado mirando la hora en la pantalla? No se preocupe: La Bobada Literaria acaba de lanzar su servicio de transporte Üriber, que resolvió todos estos problemas cambiando un articulito. ¿Cómo funciona? En realidad, Üriber lo hace de una forma tan básica que resulta idiota. Aquí se la presentamos:

1. Olvídese de los paseos millonarios: los conductores de Üriber no usan armas blancas ni de fuego, ni siquiera crucetas. Como, a pesar de su maestría, manipular motosierras en un taxi es muy difícil, los paseos millonarios son imposibles en uno de sus carros.

2. Üriber cuenta con conductores en todo el mundo: en la clandestinidad de los Estados Unidos, en Panamá, en Miami. Y no se preocupe: los conductores que no han empezado una carrera en el exterior tienen una trayectoria impoluta hasta que se demuestre lo contrario –y aun cuando se ha demostrado sobradamente lo contrario–.

3. Cuando uno de nuestros taxistas atropella a alguien o le pasa a propósito por encima –sea campesino, periodista o Constitución–, nuestros abogados salen en su defensa negando que sea un criminal y diciendo que, en realidad, es opositor. Que se oponga a las leyes de tránsito es sólo cuestión de lenguaje.

4. Los carros de Üriber cuentan con un carril exclusivo: aunque se van por el puro centro de las autopistas, se sienten muy cómodos usando las bermas de la extrema derecha para adelantar en los trancones. ¡Y lo mejor!: como en Colombia nos gustan tanto los tramposos y el carril de la extrema derecha, nadie les dice nada.

5. Üriber es tan seguro que, gracias a él, pudimos volver en taxi a la finca. A la llegada, el taxista lo ayuda a subirse a su caballo y le sirve un tinto, ¡completamente gratis!

6. Los conductores de Üriber nunca le preguntan para dónde va: lo llevan adonde más les conviene a ellos. El único destino al que se niegan a ir es La Paz: ellos por allá no van.

7. Los conductores de Üriber no hablan con los pasajeros a menos que ambos estén de acuerdo en todo. Por eso, no se le ocurra pedirle que frene cuando el semáforo esté en rojo ni impedirle acelerar cuando un peatón pase por la cebra, ni mucho menos crea que puede preguntarle por qué hace este tipo de cosas. ¡Siguiente pregunta, amigo!

8. Una de las ventajas de Üriber es que el pasajero no debe cargar efectivo. No, tampoco es necesario que pague con tarjeta: los taxímetros debidamente adulterados de Üriber le descuentan el dinero directamente de sus impuestos.

9. Gracias a su moderna app, lo único que tiene que hacer para que le hagan la vuelta con prontitud en hora pico es decir que su ubicación en realidad corresponde a las coordenadas donde se suspendieron acciones militares para permitir la salida de guerrilleros a La Habana. Además, gracias a su tecnología no necesita aprenderse los últimos números de ningún teléfono: para comprobar que fue usted quien pidió el servicio basta con que apenas se suba al carro acuse a todos de castrochavistas y/o ateos y/o excrementales.

10. Ahora que ya sabe que Üriber es lo máximo, móntese usted también en el carro amarillo y ayude a difundir el mensaje. Sabemos que nos está leyendo y ojalá nos esté grabando, porque si no difunde el mensaje, los taxistas de Üriber le darán en la cara, marica.

martes, 26 de agosto de 2014

Bobby Planet: Medellín

Como uno de los pasatiempos favoritos de los colombianos en redes sociales es compartir lo que piensan los extranjeros de Colombia, decidimos convocar a los expertos de El Mundo al Bobo –la guía de viajes para los viajeros con un presupuesto apenas suficiente para cinco minutos en un café internet– para que nos contaran acerca de su experiencia en Medellín. El resultado, como en todos los textos de extranjeros que se comparten en redes sociales, es un conjunto de las mismas cosas de siempre y de todo lo que ya sabemos pero que, dicho por alguien de otro país, nos parece una revelación y, sobre todo, nos suena di-vi-no.
Medellín es la cuca.

Antes de ir:
Comprar un seguro de vida nunca fue mejor idea. Especialmente si piensa ir a un barrio diferente de El Poblado.
No olvide las gafas de sol: es muy importante que nadie se sienta observado o que sienta que su pareja es observada, las consecuencias pueden incluir un balazo o convertirse en un personaje de Jorge Franco. No se sabe qué es peor.
A pesar del clima templado, la definición de “eterna primavera” para los medellinenses (que, por vivir en el trópico, jamás han vivido una verdadera primavera) significa que en cualquier momento puede llover –y seguir lloviendo durante días–: por eso, un impermeable siempre es conveniente. Un impermeable a prueba de balas es, además, recomendable.

 
Este post llega a ustedes con el gentil auspicio de la desmovilización paramilitar.

Reseña:
Encasillar a Medellín como una ciudad violenta por ser donde nació y creció Pablo Escobar es muy feo. En esta montañera capital también nacieron y crecieron mafiosos de las letras como Jorge Franco y Héctor Abad Faciolince, sicarios de la canción como Juanes y Sara Corrales o grandes ideólogos como Álvaro Uribe Vélez y José Obdulio Gaviria. Sin embargo, hay que admitir que esta es la mejor ciudad (o la más ejemplar) del país: haber parido a Fernando Vallejo (el colombiano con más argumentos contra la nación) es, sin duda, un mero mérito.

Desgraciadamente, el arribismo no es exclusividad de los bogotanos que creen que Bogotá Beer Company es la mejor cerveza con sabor a colorante del mundo.

Ser la única ciudad con metro en Colombia convierte a Medellín en la capital del mundo: al menos 200 homicidios diarios –según cifras oficiales–, al menos dos terceras partes de la ciudad bajo la línea de pobreza –y la de fuego– y uno de los mayores índices de bulimia y anorexia del mundo –e implantes mamarios a precio de manicure–, demuestran que la belleza y la pobreza no están necesariamente separadas.
Aunque llevan años diciendo que Colombiamoda pone a nuestro país a la vanguardia de la alta costura, eso todavía no sucede –o quizás se refieran a la costura hecha con motosierra–; lo bueno es que seguimos viendo a las mujeres más ricas modelando ropa que sólo las más ricas de verdad pueden pagar. Eso sí, admitamos que tener edificios inteligentes –más inteligentes en cualquier caso que los escritores paisas– hace de Medellín una ciudad menos boba que Bogotá.
Lo mejor de la capital de la montañera, sin duda, es su clima primaveral acompañado por eventuales lluvias –y no estamos hablando sólo de balas– que son suficientes para causar derrumbes y dejar bloqueadas las carreteras circundantes durante semanas. La mejor forma de disfrutar ese clima es a bordo de una chiva rumbera, bebiendo aguardiente a ritmo de reguetón y viendo los lugares que dejan ver (es decir, los barrios de los ricos).
No importa qué tan sano sea usted, ir a Medellín y no probar su marihuana es como ir a México y comer en Taco Bell. No se le haga raro que incluso haya policías fumando en la calle, así que deje el miedo de lado y compruebe que la marihuana no es ninguna pipa de la paz –si lo fuera, no habría tanta violencia en Medellín–.
Esta editorial no tiene problema en admitir su gusto por la marihuana.

Situación política
Depende del grupo armado ilegal que esté gobernando la ciudad.

Dinero
Dinero: angustias. Dinero: problemas. Dinero: ¡sistema!

Lugares de interés
Si quiere sentirse como en una plaza de pueblo pero pagando por tragos caros, el Parque Lleras es su mejor opción. Lo más divertido de este sitio es que el volumen de la música de cien discotecas se mezcla en una cacofonía peor que una canción de Tiesto y el olor de la marihuana hace que el sitio sea conocido popularmente como “Parque Yerbas”. Le va mejor en el Parque El Poblado.
Demuestre que los paisas no son los únicos montañeros y tómese fotos en el metro y en el metrocable. Si se pone nervioso en el metrocable, procure no decir groserías y grabarse en video: ya se le adelantaron.
En el corazón de Medellín hay un cerrito desde el que se puede ver toda la ciudad. Para atraer incautos lo bautizaron “Pueblito Paisa” pero debería llamarse “Pueblito Paila” porque se demora uno más estacionando el carro que conociendo tan atractiva atracción.

Según Fernando Vallejo, de aquí proviene la inspiración para su próxima novela: La Rosa Mística de los jardineros.

Dónde dormir
Antes de dormir, pregúntese: ¿pa’ qué zapatos si no hay casa?

Dónde comer

En este popular monumento a la bandeja paisa se advierte a los habitantes sobre las consecuencias de consumir tan saludable plato local.
Los restaurantes de comida corriente son lo más exótico de Medellín: le pueden servir un banano partido en dos rodeando una porción de frijoles y una carne llena de nervios y gordos que más parece gelatina.
La tradición capitalina de llevar a los extranjeros a comer caro pero feo en un sitio kitsch donde se sirve lo mismo de todas partes tiene su versión paisa en Queareparaenamorarte, también conocido como Julián Carne de Camaján.

Cómo llegar y salir
Si llega en avión, tómese un Mareol para la carretera entre el aeropuerto y Medellín. La mayoría de la gente sale en ataúd.



El inglés de Medellín es uno de los mejores del país. De hecho, sigue sus propias reglas, conocidas como The Drug Baron's English.